Buscador
FRANQUICIAS IDEAS DE NEGOCIO GUÍA DEL EMPRENDEDOR
Ver revista digital
11-01-2018, 3:47:00 PM

Tus 4 monstruos personales que amenazan tu trabajo

Todos los tenemos: ideas y comportamientos que terminan por convertirse en verdaderos lastres. ¿Qué hacer con ellos y cómo vencerlos? Nuestro colaborador intenta comprender y descifrar sus propios monstruos laborales…

© Depositphotos.com

Una de las frases pronunciadas por Guillermo del Toro durante la ceremonia de los Globos de Oro me hizo pensar en mis sombras: “Creo que los monstruos son los santos patronos de nuestra maravillosa imperfección. Personifican y permiten la posibilidad de fracasar… y de vivir”.

Si pensé en mis sombras es porque en ellas habitan mis propios monstruos: esos seres aberrantes que me acompañan, aunque yo no lo quiera, y que de pronto se asoman detrás de mí para espantar a los que me rodean. Cuando esto sucede puedo alcanzar a ver su reflejo en la mirada asustada de los demás y entonces soy yo quien termina verdaderamente aterrado.

Porque, aunque yo no los pueda ver de frente, mis monstruos siempre están ahí.

Igual que los tuyos.

Algunos de ellos son demasiado personales y éste no es el espacio indicado para analizarlos, pero también tengo mi colección de monstruos laborales y hoy llevo todo el día pensando en ellos.

Los he llegado a conocer y a identificar por la descripción que mis jefes, colegas y subordinados han hecho de ellos después de verlos apoderarse en algún momento de mí. Y aunque muchas veces los he negado, en el fondo sé que son ciertos, que existen debajo de mi escritorio y que pueden ser muy similares a los tuyos.

Aquí te los comparto en un humilde intento por describirlos para tratar de comprenderlos.

LOS SUSURROS Y EL TEMOR A LA AUTORIDAD

Esta pequeña bestia me encontró en algún momento de la infancia. La imagino el día en que decidió acompañarme como un parásito cuando me vio deambulando solitario por alguno de los pasillos de ese viejo colegio construido con disciplina teutona. Tras dividir su cuerpo en dos, buscó refugio en mis oídos y comenzó a susurrar una y otra vez lo mismo: “jamás desafíes a la autoridad, las consecuencias serán funestas”. Y así terminé por confundir su voz con mis pensamientos, creyendo que la autoridad —sí, los maestros, los jefes, los dueños— tiene siempre el derecho a estar en lo correcto.

Este monstruo se ha apoderado de mí en momentos cruciales de mi vida profesional, en los que me he guardado una idea, un pensamiento o un contraargumento por miedo a no incomodar a esa autoridad.

Hoy sé y entiendo que lo que los jefes buscan es a alguien capaz de cuestionarlos, de hacerlos dudar y de ayudarles a encontrar la mejor solución a los problemas que la vida laboral supone. Si en ti también habita esa pequeña bestia susurrante, deja de escucharla y trabaja para aprender a decir lo que piensas de manera asertiva. Tu voz es la única verdad que puede aniquilar a este monstruo aliado del miedo y la inseguridad.

EL ESPECTRO DEL PERFECCIONISMO

La mayoría de los trabajos hoy implican hacer cosas bajo presión.

Las fechas de entrega nos asedian, los proyectos se acumulan, los procesos fallan y las horas nos faltan. Y en ese árido paisaje de alta demanda laboral habita el espectro de la perfección. Su cuerpo es delgado y transparente, imperceptible para algunos, pero absolutamente presente para los desgraciados que estamos condenados a verlo. A nosotros se nos aparece una y otra vez, haciéndonos dudar de la calidad de nuestro trabajo incluso cuando éste ha sido terminado.

Nos obliga a revisar todo siempre una vez más.

Su imagen es tan impactante que asustados repetimos el proceso entero, aunque esto implique que nos convirtamos en un cuello de botella.

La manera de vencerlo es reconocer que nuestro trabajo nunca será perfecto, entendiendo que esto no implica que sea malo. Aprende a dejar ir para que el espectro de la perfección te deje tranquilo de una vez por todas.

EL DEMONIO DE NO SABER DELEGAR

Este demonio es la ruina de muchas cabezas de equipo. Es soberbio y poderoso y nos convence de que solo nosotros sabemos hacer las cosas. Es egoísta y aniquila los esfuerzos que se logran por medio del trabajo colectivo.

Se alimenta de la desconfianza que tú le tienes a los demás.

Porque solo tú eres capaz de hacer el reporte, solo tú puedes hablar en esa presentación, solo tú conoces los colores que cautivaran al cliente, sólo tú tienes el conocimiento necesario para sacar al negocio adelante, sólo tú eres un maestro del PowerPoint.

Solo tú. Sin ti tu equipo está condenado.

Este demonio es tan poderoso que te impide ver que en realidad sucede justo lo contrario: eres tú quien está condenando a tu equipo. A no aprender. A no resolver. A depender siempre de alguien más.

Aprende a delegar. Confía. Reparte responsabilidades y deja que cada integrante de tu equipo tome sus propias decisiones. Sólo así te librarás de una vez y para siempre de ese demonio que ha estado presente en la vida de casi cualquier jefe.

SER DE LAS SOMBRAS: LLEVARSE EL TRABAJO A CASA

Esta criatura es la sombra atada a tus pies. Te sigue a donde vas para recordarte lo que te falta por hacer en el trabajo. No importa si duermes de madrugada o si te encuentras en el cine el fin de semana: ella está contigo.

Asediándote, angustiándote, torturándote.

Porque siempre habrá un pendiente no resuelto; porque sientes que no mereces irte a descansar.

Y sin darte cuenta conviertes esas angustias laborales en angustias personales que inciden en lo más íntimo de tu vida. No sonríes, no disfrutas, no vives. Pero tampoco resuelves, porque a mitad de la noche no hay nada que puedas resolver. Y sin darte cuenta terminas asustado, agobiado, amargado: un ser a media luz que ha olvidado que el fin último de su existencia no es el trabajo.

Para liberarte de esta sombra es necesario que te des permiso de disfrutar, que entiendas que todo tu esfuerzo laboral carece de sentido si no puedes terminar la jornada con una sonrisa en el rostro, sintiéndote satisfecho por lo que has hecho.

Y claro: sin tener que estar pensando en monstruos.

autor Escritor sin gluten. Pasa sus días imaginando que en algún momento tendrá tiempo para escribir todas las ideas que rondan por su cabeza. Experto en stoytelling y creación de contenidos.