Para alcanzar una inclusión financiera sólida a nivel mundial, es necesario que se garantice el acceso de la población no bancarizada y sub-bancarizada a servicios y productos financieros; particularmente, a ahorros y préstamos de calidad. Sin embargo, en muchos países, la mayoría de las personas está excluida del sistema bancario tradicional, y esta exclusión puede resultar en pobreza y desigualdad de ingresos, que a su vez se traduce desigualdad de oportunidades. Y el sector financiero tiene un papel crucial en la promoción de la inclusión financiera y en la contribución al desarrollo económico de una comunidad.
Una de las razones por las que los bancos tradicionales no se enfocan en la inclusión financiera es debido a su modelo de negocios. Por un lado, la población no bancarizada generalmente carece de garantías y tiene un bajo score de crédito, lo que hace que sea difícil para los bancos extenderles una posibilidad de financiamiento formal. Por otro lado, los bancos tradicionales tienen altos costos estructurales y de operación, lo que les dificulta proporcionar servicios financieros a personas de bajos ingresos e incluso a micro, pequeñas y medianas empresas.
Sin embargo, la industria fintech ha logrado avances significativos en la promoción de la inclusión financiera. Estas empresas han aprovechado la tecnología para ofrecer servicios financieros a las poblaciones no bancarizadas a un bajo costo. Por ejemplo, algunos servicios digitales—de neobancos o wallets electrónicas—utilizan fuentes de datos alternativas a los de la banca tradicional para evaluar la capacidad de pago y extender préstamos a personas que de otra manera serían rechazadas por los bancos tradicionales.
En América Latina, la inclusión financiera se ha convertido en una prioridad, y las fintech han estado a la vanguardia de este movimiento. Por ejemplo, en México, la industria fintech ha sido fundamental en la promoción de la inclusión financiera al proporcionar servicios financieros digitales, flexibles y atendiendo necesidades específicas de personas históricamente soslayadas por el sector financiero. Esto ha ayudado a muchas personas en el país a acceder a servicios financieros de los que previamente estaban excluidas.
La inclusión financiera es particularmente importante en momentos de complejidad económica, ya que puede ayudar a mitigar los efectos de la desigualdad en el largo plazo. En una recesión económica (como la que a todas luces se espera en este 2023), las personas de bajos ingresos y las pequeñas empresas son las más afectadas, y el acceso a servicios financieros puede ayudarles a sortear la tormenta. Por ejemplo, si tienen acceso a productos financieros, pueden utilizar estos servicios para hacer frente a gastos inesperados o incluso invertir en sus negocios para poder sobrevivir los momentos más difíciles.
Asimismo, la inclusión financiera puede ayudar a reducir la pobreza y promover el crecimiento económico. Cuando las personas tienen acceso a servicios financieros, hay mayores niveles de ahorro en una economía, incluso fomentando la inversión y el acceso estratégico a crédito para crecer incluso en medio de momentos económicamente complejos. Esto puede llevar a un aumento de ingresos y a una reducción paulatina de la pobreza, lo que, a su vez, contribuye al crecimiento económico y el fortalecimiento de una comunidad.
Este es un problema crítico que requiere la atención tanto del sector público como privado. Los bancos tradicionales han fallado en priorizar la inclusión financiera, pero la industria fintech ha logrado avances significativos en la promoción de la inclusión financiera aprovechando la tecnología.
En un mundo donde el acceso a servicios financieros es crucial para reducir la pobreza y promover el crecimiento económico, es imperativo que todos los actores del sector financiero trabajen juntos para promover la inclusión financiera y mejorar la calidad de vida de las personas.
