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Este 12 de junio se cumplen dos años de la desaparición del sumergible Titan de OceanGate, y Netflix ha estrenado un revelador documental que devela los errores de liderazgo y la cultura corporativa tóxica impulsados por su fundador, Stockton Rush, la raíz de una tragedia anunciada.
De decisiones técnicas imprudentes y desprecio por protocolos de seguridad a un liderazgo narcisista y controlador, el caso del Titan expone cómo un sueño vsionario se convirtió en una crisis fatal.
Este empresario e ingeniero estadounidense fue el fundador y CEO de OceanGate, la compañía detrás del sumergible Titan. Con formación académica en ingeniería aeroespacial por Princeton y un MBA de la Universidad de California, Rush se presentó como un visionario dispuesto a revolucionar la exploración submarina comercial.
Su misión era democratizar los viajes a las profundidades del océano, ofreciendo expediciones turísticas a restos históricos como el Titanic. Sin embargo, su enfoque rompía deliberadamente con los estándares de seguridad tradicionales de la industria, rechazando certificaciones, ignorando advertencias técnicas y minimizando riesgos evidentes.
Rush era considerado en la industroa un mal CEO no solo por sus decisiones técnicas cuestionables, sino por promover una cultura corporativa cerrada, autoritaria y despectiva ante las críticas. Empleados con experiencia que señalaron fallos estructurales fueron despedidos o silenciados, y Rush minimizaba los riesgos como parte del “progreso” y la innovación. El documental de Netflix y los testimonios posteriores revelan un liderazgo marcado por el narcisismo, la obstinación y la falta de controles externos, lo cual derivó en una tragedia que pudo evitarse.
Lo que prometía ser un viaje histórico a las profundidades del océano terminó en una catástrofe. Stockton Rush, fundador de OceanGate, desoyó advertencias, evadió regulaciones y construyó una cultura corporativa peligrosa. Hoy, su historia sirve como una advertencia sobre los riesgos de un liderazgo sin límites.
El documental muestra cómo Rush optó por un casco de fibra de carbono, más económico y ligero, pero menos probado bajo presión extrema. Expertos habían advertido que ese material es propenso a fallas y delaminación, señales ignoradas por Rush hasta la implosión en 2023.
Rush se saltó deliberadamente estándares de la industria: no buscó certificación de agencias como Lloyd’s Register ni realizó pruebas no destructivas al casco. Cuando ingenieros exigieron inspecciones, fueron despedidos o ignorados por él.
David Lochridge, exdirector de operaciones, emitió alertas sobre la integridad del casco y la inexistencia de certificación. En respuesta, Rush lo retiró del proyecto y demandó. Varios excolaboradores definen esta práctica como una cultura corporativa “culto” impulsada por su ego.
El comportamiento de Rush fue descrito como “psicópata borderline“: rechazó reglamentos bajo el argumento de que inhibían la innovación, amenazó con “comprar un congresista” para evadir leyes y aspiraba a protagonismo personal al estilo Elon Musk del océano profundo.
Elineamientos de pruebas fallidas dejaron alertas claras: en 2022, sensores detectaron sonidos de delaminación en el casco tras una inmersión. La advertencia no detuvo las inmersiones, evidenciando que la prioridad era mantener operativa la misión, no garantizar su seguridad.
OceanGate se jactaba de evitar autoridades reguladoras, calificando a los pasajeros como “especialistas de misión” y llenando formularios que eximían responsabilidad por daños graves o muerte. Ni la Guardia Costera ni agencias internacionales pudieron intervenir antes del desastre.
La implosión del Titan, ocurrida 1 hora y 45 minutos después del descenso, fue instantánea. Stockton Rush, junto a cuatro personas más, perdió la vida. El documental y las investigaciones posteriores reflejan cómo su liderazgo impulsó una cultura donde el prestigio se antepuso a la cautela.
Para saber más: Ellos eran los millonarios que viajaban en el submarino perdido al explorar los restos del Titanic: esto se sabe hasta ahora
La tragedia del Titan es una advertencia sobre los efectos mortales de una cultura corporativa dominada por el ego y el atajo regulatorio. El documental de Netflix revela cómo la visión de un líder no respaldada por normas, pruebas ni certificaciones puede, literalmente, implosionar en el fondo del mar.
Puedes ver Titan: El desastre de OceanGate en Netflix.