Existen dos mitos en torno al liderazgo: “Los líderes nacen, no se hacen” y “cuanta más experiencia tengas en un puesto de liderazgo, mejores serán tus habilidades como líder”. No hay nada más equivocado y que esté en completo desacuerdo: el liderazgo no tiene que ver con rasgos de personalidad o con un puesto; el liderazgo tiene que ver con una mentalidad.
He tenido la fortuna de ser un emprendedor por casi 30 años y asesor de negocios por 15, en este tiempo he visto personas a quienes nadie apostaba mucho tomar un puesto de liderazgo y convertirse en grandes CEOs, o visceversa, he visto líderes al frente de compañías por más de 15 años y que no han generado suficiente impacto.
Cuando Satya Nadella fue nombrado para el puesto de director ejecutivo de Microsoft, la compañía había perdido el rumbo. El CEO anterior, Steve Ballmer, había dejado pasar tendencias importantes sobre telefonía, redes sociales, aplicaciones y tablets que le hicieron perder un gran crecimiento a la empresa y relevancia.
Cuando Satya asumió el cargo como CEO en 2014, Microsoft estaba muy por detrás de sus competidores, mientras que Apple y Google se aproximaban a los mil millones de dólares. Hoy, Microsoft supera los 2 mil millones de dólares en valor de mercado. En seis años, Satya multiplicó por cinco el valor de la compañía.
Este tipo de logro no es casualidad, Nadella tomó grandes decisiones, no se dejó ganar por el ego y soberbia como le sucedió a Ballmer y nos demostró en sólo unos años que los líderes ejemplares no nacen ni se construyen con el tiempo; los líderes ejemplares poseen habilidades claves que se pueden aprender conscientemente y con la mentalidad correcta:
Comunicarse correctamente no se trata tanto de transmitir información de forma lógica, sino de cómo te conectas y creas una comprensión con tu equipo. La comunicación efectiva comienza con desarrollar una inteligencia emocional fuerte que permita identificar problemas y te ayude a superarlos a través de soluciones rápidas.
John Wilson, CEO de Global Network, afirma que la inteligencia emocional es dos veces más importante que el coeficiente intelectual cuando se trata de liderazgo. Los líderes de la organización actúan como guías para su equipo por lo que tu papel es establecer el tono emocional de las relaciones e impulsar la dirección estratégica que seguirá.
Para lograrlo recomiendo establecer un ritmo de juntas con reuniones diarias de entre 10 a 15 minutos donde se definan objetivos, se aborden y resuelvan obstáculos pero, al comienzo de cada junta, se compartan “buenas noticias” ya sea en relación a la empresa o sobre la vida personal del equipo; todo lo que quieran compartir que nos ayude a conocernos y generar una conexión humana más allá de revisar informes o datos.
Las estructuras jerárquicas tradicionales de liderazgo resultan obsoletas en un contexto que requieren de un liderazgo ágil. Las responsabilidades de gestión ahora necesitan distribuirse en toda la organización con una red de equipos que puedan liderar a otros equipo para desarrollar proyectos y resolver desafíos.
Tu tarea como líder es vender la visión de tu compañía, el BHAG (Gran Meta Descabellada y Audaz) de tu empresa que atraiga a las personas correctas –aquellas que digan “yo quiero ser parte de ese sueño y ayudar a lograrlo–, así como lo hacen compañía de alcance internacional como Google, SpaceX, Xprize, etc. Esto te ayudará a marcar el rumbo de la compañía y tener el equipo que quieren ayudar a llevarla a esa dirección.
Otra tarea de los líderes es proporcionar a su equipo los recursos necesarios para cumplir con sus objetivos, asignar roles y brindar capacitación con las habilidades adecuadas. Debes liderar a tu equipo de una manera que aumentes sus fortalezas y, al mismo tiempo, fomentes el trabajo en equipo que compense la debilidad de una persona con la fortaleza de otra.
Un líder puede tener una gran comunicación e inspirar a los otros pero si no logra ejecutar de forma efectiva, entonces nunca logrará grandes resultados. La ejecución puede ser el mayor obstáculo para los líderes de compañías en crecimiento.
Al igual que el capitán de un barco, los líderes ejemplares confían en sistemas y herramientas específicos para corregir el rumbo y mantener a la compañía navegando hacia su gran objetivo. La ejecución comienza con definir prioridades, tener un buen ritmo de juntas y contar con data suficiente que ayude a entender dónde se encuentra la empresa, qué se está haciendo bien, mal y qué se necesita ajustar para tener éxito.
Las empresas cambiaron y el liderazgo también debe hacerlo para no quedarse rezagado en un mundo que demanda nuevas habilidades. Las estructuras tradicionales con liderazgos fuertemente arraigados arrastran a las compañías y no les permiten operar en el 2022.
