La humanidad siempre se ha visto en la necesidad de responder la pregunta ¿Dónde? Sus primeros miembros en sociedad tenían que responderse dónde podían pernoctar sin ser devorados, dónde tenían más posibilidades de tener una caza exitosa o dónde podían tener una mayor recolección de alimento. Pasaron después a responder dónde había los recursos necesarios para poder asentarse. Sin ir muy lejos, la leyenda de la fundación de México-Tenochtitlán, en el lugar dónde se encontrará un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente dio paso a una de las ciudades más grandes del mundo.
En la actualidad los motivos para la pregunta del dónde han cambiado, se han multiplicado y van más allá de la supervivencia. ¿Dónde abrir una tienda? ¿Dónde construir vivienda? ¿Dónde se necesita mayor seguridad para atacar la incidencia delictiva? ¿Dónde construir un hospital? ¿Dónde darle mantenimiento a una calle? ¿Dónde detonar una campaña publicitaria? ¿Dónde colocar un centro de distribución?
La respuesta a estas preguntas se puede buscar en el volumen y la variedad de datos georreferenciados y que pueden ser almacenados, procesados y modelados hoy en día.
Sin embargo, la capacidad de distinguir el tiempo y el lugar es un fundamento de la vida civilizada y es la que nos ancla a la realidad. No solo es importante conocer dónde, sino también conocer cuándo. Esto permite poder medir el flujo de personas y en que momento del día se tiene una mayor concentración en ese lugar.
El mundo digital está permitiendo reconfigurar el mundo físico y nos permite conocer cuáles son los tiempos de traslado, decidir dónde construir vivienda o dónde crear una nueva ruta de transporte o que calles necesitaran un mayor mantenimiento por la cantidad de automóviles que la transitan.
Los smartphones, los wearables, los automóviles, las cámaras, los audífonos, incluso los electrodomésticos, prácticamente cualquier dispositivo que pueda conectarse a internet es capaz de generar este tipo de información segundo a segundo lo cual impulsa nuevas tecnologías, nuevas técnicas de análisis y visualización e incluso nuevas legislaciones para proteger la privacidad de las personas que usan estos dispositivos y brindar un marco jurídico para la correcta manipulación y aprovechamiento de estos datos.
Se estima que para 2025 el número de dispositivos conectados a internet ronde los 30 mil millones por lo que el volumen de datos al alcance para responder el dónde no hará más que aumentar en los próximos años.
Por esta razón la capacidad de poder llevar información del mundo digital al físico y viceversa nos permite generar análisis territoriales a un nivel mucho más profundo y más dinámico que atienden a la necesidad de tener información actualizada, y que refleje la realidad en la que vivimos.
Por Luis Fernando Guerrero, VP de Datos e Innovación de Descifra, startup impulsada por Wayra Hispam
