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La prisa produce errores. Por eso, es muy bueno hacer pausas en momentos planeados y espontáneos para evaluar y reflexionar en lo que pensamos y hacemos. La procrastinación estratégica y moderada es un retraso deliberado en la toma de decisiones y acciones. Los estudios revelan que este tipo de procrastinación potencia la creatividad cuando se hace con prudencia.
El que se apresura a hacer algo, se equivoca.
Proverbio
Andar apresurado nos lleva a cometer desatinos. Por eso, no es bueno andar a las carreras, afanado y preocupado sin reflexionar. Tampoco sirve de nada el entusiasmo sin conocimiento, pues lleva a precipitarse a hacer algo, pero sin saber cabalmente y con precisión lo que debe hacerse. Lo mejor es detenerse a pensar antes de actuar. Porque la prisa es la madre del error.
Mucho yerra quien mucho corre.
Proverbio
Aunque la procrastinación suele verse como un hábito negativo, hacer un alto en las actividades diarias es muy bueno para reflexionar y evaluar el camino que estás tomando, identificar áreas de mejora, reducir el estrés y tomar decisiones más conscientes y alineadas a tus valores.
Hacer pausas en algunos momentos del día es vital para ideas originales y soluciones eficientes.
La postergación funciona a tu favor (introduciendo pausas espontáneas y planificadas), porque permite que las ideas “maduren”. De hecho, si estableces límites puedes hacer que la procrastinación se transforme en una herramienta para la creatividad y la innovación.
A diferencia de la procrastinación clásica, la productiva implica el reto de identificar cuándo hacer pausas saludables que potencien la creatividad y el rendimiento.
Aquí te compartimos ideas claves para establecer límites y convertir la procrastinación en productividad. Según explican desde el Tecnológico de Monterrey, esto requiere un enfoque estratégico y consciente.
Establecer plazos específicos para tareas, pero permitir cierta flexibilidad para explorar ideas innovadoras sin sentirte presionado. Esto fomenta la creatividad dentro de un marco estructurado.
En lugar de evitar tareas, reservar momentos intencionados para posponer decisiones menores y dedicar ese tiempo a pensar en nuevas soluciones o enfoques diferentes.
Limitar el tiempo dedicado a tareas rutinarias y enfocarse en aquellas que puedan generar innovación o ventajas competitivas si se abordan con creatividad.
Tomar descansos en cualquier momento del día es crucial porque ayuda a mantener la concentración, aumenta la productividad, reduce el estrés y mejora la calidad de vida.
Establecer períodos específicos donde no trabajes en tareas inmediatas, permitiendo que las ideas maduren y surjan soluciones innovadoras durante esos momentos.
Permitir ciertos límites en los proyectos para experimentar (sin miedo al fracaso), hará que transformes la procrastinación en una oportunidad para probar nuevas ideas.
Usar la procrastinación consciente como una señal para reevaluar prioridades y buscar oportunidades de mejora o innovación que quizás no habías considerado.
Al establecer estos límites con intención, puedes transformar la tendencia natural a postergar en una ventaja estratégica que impulse tu creatividad y competitividad.
La reflexión es meditar en lo que piensas, sientes, quieres y haces. Ser una persona que hace pausas para considerar tu propia vida es clave para mejorar y crecer en todo. Aquí, los beneficios de la reflexión.
En resumen, hacer pausas para reflexionar no es solo un acto de introspección, sino una herramienta poderosa para el crecimiento personal, la toma de decisiones más conscientes y el manejo efectivo del estrés.