



Investigadores de la Universidad Médica de Nara, Japón, lograron un avance increíble en la medicina: desarrollaron sangre artificial compatible con todos los tipos sanguíneos. Este desarrollo promete revolucionar la atención médica en situaciones de emergencia y en regiones con acceso limitado a bancos de sangre.
Según medios locales, la sangre artificial fue creada a partir de hemoglobina extraída de donaciones caducadas y encapsulada en vesículas lipídicas. Este compuesto ha demostrado ser segura en ensayos clínicos iniciales y puede almacenarse a temperatura ambiente durante hasta dos años. Se espera que esté disponible para uso clínico generalizado para el año 2030.
Las transfusiones de sangre son esenciales en la medicina moderna, pero enfrentan desafíos como la escasez de donaciones, la necesidad de compatibilidad de tipos sanguíneos y la corta vida útil de la sangre almacenada.
Estos problemas se agravan en situaciones de emergencia, zonas rurales y países en desarrollo, donde el acceso a sangre segura y compatible es limitado.
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El equipo liderado por el profesor Hiromi Sakai ha desarrollado una técnica para extraer hemoglobina de sangre donada caducada y encapsularla en vesículas lipídicas, creando glóbulos rojos artificiales. Estas células sintéticas carecen de antígenos de grupo sanguíneo, lo que las hace universalmente compatibles y elimina la necesidad de pruebas de compatibilidad antes de una transfusión.
Los ensayos clínicos iniciales comenzaron en 2022 con 12 voluntarios sanos, quienes recibieron inyecciones intravenosas de la sangre artificial. Los resultados mostraron que el producto es seguro, con efectos secundarios mínimos y sin cambios significativos en los signos vitales. En marzo de 2025, se iniciaron ensayos con dosis mayores para evaluar la eficacia y seguridad en un contexto más amplio.
Una de las principales ventajas de esta sangre artificial es su capacidad de almacenamiento. Puede conservarse a temperatura ambiente durante hasta dos años y hasta cinco años si se refrigera, superando ampliamente la vida útil de la sangre donada convencional, que es de aproximadamente 42 días. Esto facilita su transporte y almacenamiento, especialmente en áreas remotas o en situaciones de desastre.
La sangre artificial tiene el potencial de transformar la atención médica en emergencias, permitiendo transfusiones rápidas sin necesidad de pruebas de compatibilidad. También podría ser crucial en zonas de conflicto, desastres naturales y regiones con infraestructura médica limitada, donde el acceso a sangre segura es un desafío constante.
Aunque los resultados iniciales son prometedores, la implementación generalizada de la sangre artificial requerirá superar desafíos éticos y regulatorios. Será necesario realizar ensayos clínicos más amplios y obtener aprobaciones de agencias reguladoras para garantizar su seguridad y eficacia en diversas poblaciones de pacientes.
Se espera que la sangre artificial esté disponible para uso clínico generalizado para el año 2030. Este desarrollo podría inspirar colaboraciones internacionales y fomentar la investigación en tecnologías médicas innovadoras, con el objetivo de mejorar el acceso a la atención médica en todo el mundo.