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06-01-2022, 4:32:15 PM

Es hora de conocer a María ‘La Lotería’: 3 historias comunes de terror financiero

El dinero solo es una bendición si se sabe cómo administrarlo. De lo contrario, suele convertirse en una verdadera maldición. Esta es la SEGUNDA parte de esta serie.

© Depositphotos.com

Nota de la editora: Este artículo es un extracto del libro “Toma el Timón: ¿Por qué los ricos se hacen más ricos y tú sigues sin llegar a quincena?” de Francisco García Pimentel y Salvador Manzano.

Sé que suena difícil de creer, pero tener dinero no es lo mismo que ser rico. La semana pasada conocimos a Gerardo el Gerente : un hombre en busca de un aumento de sueldo que, de alguna manera, siempre lograba vivir en la línea, a pesar de que sus ingresos aumentaban.

A veces, sencillamente, estamos persiguiendo algo que no sabemos manejar. En esos casos, el dinero puede convertirse en una verdadera maldición. ¿Has oído hablar de María la Lotería?

María la Lotería

María es una madre soltera, muy muy trabajadora. Tiene 40 años. Se levanta cada día tempranito para darle de comer a su hija Karina, la lleva a la escuela y se va a la planta en donde trabaja como recepcionista.

La vida no ha sido sencilla para María, pero de una u otra forma ha salido adelante

Desde que tiene quince años, religiosamente, cada mes compra su “vaquita” de lotería. Son apenas unos pesos y, aunque la probabilidad de ganar es bajísima… siempre está la esperanza de que pueda pegarle al gordo y ¡ahora sí! La vida está arreglada.

También, cuando tiene cambio, compra loterías instantáneas o “ráscales” en la tienda. Aunque casi nunca gana (y lo que gana se lo gasta en otro boleto), la esperanza no muere. Una vez se ganó 500 pesos. ¡Y se burlaban de ella!

Por supuesto que María acude a las casas de empeño cuando las cosas se ponen difíciles, y ha comprado sus cosas en pagos semanales. Sabe que es mal negocio, pero ¿qué otra opción hay? Así pagó el bautizo y la graduación de Karina. En dos años son sus XV, así que habrá que empeñar algo. Así es como se hace y se ha hecho siempre.

Pero las buenas personas, algunas veces, reciben lo que merecen.

María le llamó llorando a su mamá de emoción. ¡Gané la Lotería! ¡Gané la Lotería! La vida no volvería a ser la misma.

Lluvia de “bendiciones”

María tuvo que compartir su premio con otros nueve ganadores y, además, pagar impuestos. Pero al final se quedó con 14 millones de pesos. ¡Eso es más de lo que jamás podría haber soñado en su vida! Ahora sí, literalmente, era millonaria.

María hizo lo que había que hacer. Lo primero era comprarle una casita a su santa madre, misma que estaba en una zona mejor que donde vivía antes, por supuesto. Casi 2 millones le costó, más el coche y los muebles. A no dudar, su mamá se lo merecía.

Luego su propia casa, un poquito más grande (quizás se volvería a casar, quién sabe) y en una zona mejor. Pagó 3.5 millones y también se compró un coche. Además otro para los XV de Karinita, que ya se acercaban.

La fiesta fue por lo alto. ¡Más de 200 personas! Hubo banda en vivo, tres platos principales, mesa de postres y regalos para todos los invitados. Fue en el salón más grande de la ciudad, con cascadas de agua y jardines iluminados. ¡Era un verdadero sueño!

Claro, los invitados fueron más de los esperados. Después de que recibió el premio se enteró de que tenía tíos, primos, cuñados y ahijados que ni conocía. Pero familia es familia. De regalo de XV, tanto ella como su hija se fueron a dar un tour por Europa de mes y medio. Renunció a su trabajo. Después de todo, era millonaria.

Aún le quedaban unos milloncitos; pero si los cuidaba le podían durar muchísimo tiempo. Entre tanto, nuevas propuestas de inversiones y tarjetas de crédito le llovieron. Así que ese año se llevó a su mamá y su hija de compras a San Antonio. Luego pasaron a Orlando a conocer a Mickey Mouse.

De regreso su tío Felipe la invitó a desayunar. Le tenía una propuesta de negocio buenísima: renta de equipo para construcción. Todo lo que tenía que hacer María era poner una parte del dinero -5 millones- para montar la oficina y comprar los tractores. Y con ello ganaría una cantidad mucho mayor.

María no sabía mucho de tractores ni de inversiones, pero confiaba en su tío Felipe, primo de su mamá. Así que se decidió a convertirse en empresaria. Después de todo, era millonaria.

¿O no?

Un año después, la empresa aún no arrancaba y tenían los tractores parados. El tío Felipe para nada que aparecía. Mucho menos ganancia alguna…

La casa gastaba mucho en mantenimiento y los coches ya necesitaban revisión. Pero mejor esperarse a que se descompusieran – todavía aguantaban un poco más-. Tenían los clósets abarrotados de ropa nueva y bolsas importadas.

Cuando María se fijó en su cuenta, se dio cuenta que apenas quedaban 1.5 millones de los 14 iniciales. Fue entonces cuando apareció el tío Felipe. “Solo nos falta un millón para echar a andar esto. Ahora sí es lo último”.

Cuando el mes siguiente llamaron del banco para cobrar sus tarjetas (debía más de 300 mil pesos), María se empezó a desesperar. Le dijo a Karina que tendrían que vender un coche. Fue una gigantesca pelea, y Karina se fue de casa enojada.

Ahora María tenía 100 mil pesos en el banco, dos coches descompuestos, una casa gigante, una hija enojada, una deuda que crecía y un negocio quebrado. Y no tenía trabajo. Solo dos años habían pasado desde que ganó la lotería.

Cuando María regresó a su empresa a pedir trabajo, su puesto ya no existía. Tras un par de meses encontró un espacio como asesora telefónica.

Aquella tarde primera en que salía de su nuevo trabajo, pasó por la tiendita. “¿Me vende un boleto de ráscale ? Este sí va a ser el bueno…”.

Una historia que se repite

La historia de María es la historia de muchos que viven esperando “el gran milagro” externo que los sacará de pobres. O le van a “pegar” a un “súper negocio”, o les va a “caer” una herencia o se van a “sacar” la Lotería.

Este sistema es aún peor que el de Gerardo… y lamentablemente es uno de los más socorridos.

Primero, lo obvio: las posibilidades de ganar la lotería o pegarle al gran negocio son ridículamente diminutas. La probabilidad de ganar algo serio es de una entre cinco millones, más o menos dependiendo de la lotería. Es estúpido apostar nada a unas probabilidades como esas.

¿Te has preguntado por qué la mayoría de las loterías del planeta son controladas por el estado? No es raro encontrar en literatura financiera esta frase: La Lotería es el impuesto de los pobres . Es vender una esperanza falsa a millones de personas a cambio de unos cuantos pesos. Es un gigantesco negocio para el estado.

Si desde los 15 hasta los 40 años María hubiera ahorrado lo que gastó en lotería –digamos 200 pesos semanales- e invertido en un instrumento sencillo a 7% anual, ahora tendría más 1.2 millones de pesos.

1.2 millones es menos que 14 millones, dirás. Sí. La diferencia es que los 1.2 millones los vas a ganar 100% seguro, cada vez, siempre . Si las millones de personas que compran lotería cada semana ahorraran lo que gastan en vaquitas, en vez de tener, digamos, 100 millonarios tendríamos MILLONES de millonarios.

Bueno… es improbable. Pero ¿y si me la gano?

De acuerdo: supongamos que, en efecto, te ganas la lotería. Bienvenido al mundo en donde el 88% de los ganadores de la lotería en el mundo están igual o peor antes de dos años y el 94% están en quiebra antes de los cinco años.  Es decir que no solo se gastan TODO el dinero que ganaron, sino que además lo usan para adquirir más deudas.

Lo mismo pasa con las herencias. Es exactamente lo mismo. Conozco personas –varias- que esperan por décadas para recibir algo; que incluso llevan juicios largos y costosos para recibir su herencia.

Cuando la herencia les llega: 3, 5, 10 millones… están de vuelta en ceros –o peor- a los pocos años.

Este mismo caso, el de María la Lotería, es lo que ha sucedido a miles de deportistas, actores o políticos. Un joven de barrio, sin educación financiera, se hace boxeador o futbolista. En pocos años amasa una fortuna de millones de pesos o dólares… pero gastos excesivos, nula inversión y malos amigos acaban por regresar al “millonario” a la calle . Por eso personajes como Nicholas Cage, Mike Tyson, Stephen Baldwin, Kim Basinger, Ana Torroja, Whitney Houston, Burt Reynolds, MC Hammer y hasta el mismísimo Michael Jackson terminaron por declararse en quiebra después de haber vivido años de éxito y excesos. La lista de futbolistas y boxeadores es igual de larga. Pensaron que el dinero seguiría llegando siempre. Pero no fue así.

Es por eso que no digo que el dinero no sea bueno. Es excelente.

Tampoco digo que los ricos no tienen dinero. Tienen mucho dinero.

Lo que digo es que recibir más dinero no te hace rico en automático. Como dice el clásico dicho financiero: no es cuánto ganas, sino cuánto guardas.

Porque si apenas andas en bicicleta de rueditas ¿qué te hace pensar que podrás manejar una moto de carreras? Es importante ganar dinero, pero es más importante saber administrarlo. Para ello, es esencial el crecimiento personal y la educación financiera.

Es por eso que afirmo que el dinero puede ser una maldición. Si no tienes aún mentalidad de millonario, entonces solamente serás un pobre con mucho dinero. Y un tonto y su dinero… muy pronto se separan.

Por supuesto, nos queda conocer a un tercer personaje: Mauro el Millennial . ¿Cuál de ellos eres tú? Te espero aquí la siguiente semana para cerrar esta trilogía… de historias de horror financiero.

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autor Dircom en Universidad Panamericana Aguascalientes. Oratoria, comunicación estratégica, storytelling. Creador de @Dibujomentarios. Socio en DiezLetras Comunicación. Autor de la saga de El Delegado Francés y algunos otros títulos, como Todos Hablan, Pocos Conectan y Como Pez en el Agua. Abogado y Doctorando en Comunicación. Sigue su podcast "Todos Hablan, Pocos Conectan" en Spotify y consigue sus libros en Amazon.