



En los últimos años, muchas mujeres han optado por el emprendimiento como vocación profesional, lo que ha cobrado una tremenda relevancia al transformar la perspectiva de la economía mundial y, de manera muy importante, en México. El emprendimiento es parte de una transformación social en la que las empresarias impulsan, mediante su innovación, al Producto Interno Bruto, la generación de empleos y la creación de ingresos. El principal reto al que se enfrentan en la primera etapa es a la mortandad de los nuevos emprendimientos. Acorde a datos del INEGI, el 47.35% de unidades económicas son propiedad de mujeres, por lo que requieren contar con un apoyo para asegurar la supervivencia y continuidad de sus negocios en el tiempo. ¿Y el emprendimiento femenino?
El emprendimiento femenino es un gran desafío que requiere un acompañamiento permanente, al demandar nuevas habilidades duras en conocimientos distintos a los de la experiencia profesional anterior. Se requiere adentrarse en temas específicos de mercadotecnia, recursos humanos, legales, finanzas, contabilidad, técnicos y administrativos. Esto porque en muchas ocasiones el emprendimiento femenino comienza por su cuenta o con un equipo de trabajo muy pequeño que debe cubrir todas las funciones de una empresa, aunado a complicaciones como el acceso al financiamiento.
Adicionalmente, se requieren diversas competencias blandas que suelen ser un desafío adicional: la búsqueda de un equilibrio entre su emprendimiento y las responsabilidades en su vida personal —que en muchas ocasiones incluyen el cuidado primario—, habilidades de negociación, ventas y gestión del personal, entre otros aspectos que impactan en su energía y tiempo para el desarrollo de sus emprendimientos.
Ante un escenario retador, la mentoría es un pilar importante para la adquisición de habilidades duras y blandas. Consiste en un vínculo de apoyo entre una persona con experiencia (el mentor o mentora), que se encarga de aconsejar y guiar a la mentoreada en la adquisición de estas habilidades y en los retos que enfrenta en el día a día, siendo un pilar importante en el éxito de su emprendimiento.
La importancia de la mentoría se respalda por diversas investigaciones y artículos, en los que destacan aspectos como: el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2025) define que la mentoría es estratégica para los emprendimientos liderados por mujeres, permitiéndoles estructura, mayor poder económico, acceso a redes necesarias y nuevas oportunidades de negocio. En Forbes (Evans, 2025) se afirma que la mentoría es una “línea de vida”, ya que permite compartir experiencias y brinda un apoyo enfocado a las necesidades para sortear retos y celebrar triunfos. Por último, una investigación de Lawrence (2024) concluye que la mentoría reduce los sesgos en el conocimiento y permite construir una visión de largo plazo para los proyectos emprendedores.
Como respuesta a la necesidad de fortalecer los emprendimientos femeninos con apoyos que permitan una visión a largo plazo, las principales instituciones de educación superior en México han sumado esfuerzos para brindar programas que incluyan la mentoría. Un caso de éxito ha sido el Programa Académico de Capacitación para el Empoderamiento de la Mujer de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Este programa tiene un enfoque integral, en el que se desarrollan tanto habilidades duras (conocimientos y herramientas que les permitan modelar su negocio para que sea viable y rentable) como habilidades blandas, mediante un acompañamiento por parte de una mentora.
Las mujeres pueden enfrentar miedos, compartir experiencias y recibir un apoyo emocional tanto de sus compañeras como de las diversas conferencias compartidas.
Para saber más: Emprendimiento femenino: factores indispensables para llevarlo al éxito
A pesar de la importancia de la mentoría, los programas actuales en México se encuentran acotados.
Hace falta una mayor difusión para que puedan llegar a emprendedoras de zonas rurales o comunidades pequeñas y así potencializar sus oportunidades.
También es necesario vincularlas con aspectos tecnológicos, y fomentar su participación en el sector público y privado, observando la mentoría como una inversión necesaria para responder con resiliencia al desarrollo de sus emprendimientos con herramientas tanto duras como blandas, impactando tanto en el crecimiento de sus finanzas personales como en el desarrollo económico de la sociedad mexicana.