Los conflictos en el trabajo o en la vida personal pueden causar angustia y agotamiento. Descubre cómo identificar las causas y resolver esos enfrentamientos que te quitan el sueño.
¿Sientes que no hay manera de entenderte con una persona en particular? ¿Que la evitas cada vez más? ¿O que, si por obligación, debes entablar un diálogo, terminas angustiado, frustrado o exhausto? Si algo de esto te sucede con algunos conflictos, este texto puede ayudarte.
En primer lugar, debemos ser prácticos y buscar una resolución rápida, realista y tan sólida que nos permita entender qué está pasando para tomar cartas en el asunto.
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Entender la raíz de un conflicto, ya sea en el entorno laboral o personal, es el primer paso para resolverlo. Analizar los factores organizacionales, personales y del otro involucrado puede ayudarte a encontrar una solución efectiva y duradera.
Estrategias para desarmar conflictos y recuperar tu paz mental
Es crucial atender a tres aspectos vitales del conflicto:
1. Qué es de la organización
Muchas veces el problema no está en las características o actitudes de las personas, sino en los déficits estructurales. Separar cuestiones personales de las organizacionales es la clave para no involucrarse afectivamente y no dejar que las emociones nos nublen.
Para identificarlas con claridad, sugiero que te preguntes:
¿En qué momento tengo que hablar con la otra persona? ¿Por qué motivos?
Por ejemplo, podría ser que la interacción sea muy esporádica y, por lo tanto, sugerir una pequeña modificación en las responsabilidades podría ser una opción válida. Lo mismo podría suceder si identifico que la mayoría de los intercambios son por cuestiones triviales que fácilmente podría delegar a otros.
¿En qué se tocan nuestras tareas?
Debo detectar si existe una superposición o confusión respecto a los límites en las atribuciones de cada puesto y si esa es la causa del conflicto.
¿Están claras las líneas jerárquicas? ¿Debo reportar a esta persona? ¿Recibir sus consignas? ¿O es un colaborador bajo mi responsabilidad?
En cualquier caso, ¿él o ella lo sabe? ¿Se lo comunicó a tiempo?
2. Qué es tuyo
El camino del autoconocimiento es para valientes, porque implica admitir aspectos que no nos agradan e incluso nos avergüenzan. Sin embargo, es una vía ideal para el descubrimiento. Así, las preguntas guía son:
- ¿Me siento reconocido en la organización?
- ¿Estoy en el lugar al que aspiro?
- ¿Tengo autonomía para tomar decisiones o me siento preso de los intereses de otras personas?
- ¿Me gustaría estar aquí en el futuro?
- ¿Siento que mi ciclo como empleado se ha cumplido, pero no me animo a emprender algo por mi cuenta?
La lista anterior no agota la multiplicidad de interrogantes que podrías tener, pero verás que la mayoría comparte, en el fondo, una incomodidad respecto a uno mismo. Dicho de otro modo, los conflictos con otras personas pueden aparecer cuando tengo cuestiones no resueltas de mi propia personalidad. Entonces, la solución no es buscar cambiar al otro, sino a uno mismo.
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3. Qué es del otro
Agotadas las instancias anteriores, es importante analizar qué cosas podrían estarle sucediendo a la otra parte, no solamente para ganar empatía sino, más que nada, para lograr una comprensión integral del asunto.
Preguntas sugeridas:
- ¿Cómo es su realidad respecto al puesto que ocupa: ¿le gusta o lo padece?
- ¿Se siente reconocido?
- ¿Aspiraba a ocupar mi puesto?
- ¿Conozco algo de su vida personal? ¿Está experimentando algún cambio importante, ya sea una nueva pareja, un divorcio, un nuevo hijo o, tal vez, una mudanza?
- ¿Fuimos amigos alguna vez y sucedió algo que agrietó la relación? ¿Es posible que se sienta ofendido por algo que hice, no hice o dije?
Para finalizar, es importante aceptar que no existen soluciones mágicas ni mucho menos prediseñadas que sean capaces de poner fin a cualquier conflicto. Pero sí debemos estar advertidos de que, si no hacemos nada más que quejarnos o sufrirlo, tendremos asegurado nuestro malestar psicológico, lo que podría afectarnos no solo a nosotros sino también a quienes amamos y nos aman.