Ánima Estudios es la compañía de animación más importante de América Latina. La fórmula de sus fundadores: pensar desde el inicio en los mercados externos.
Si hay un antes y un después en la historia de la animación mexicana, ese parteaguas se llama Ánima Estudios. Nacido en 2002 en la Ciudad de México se convirtió en el estudio de animación más grande e importante de América Latina.
La compañía ha producido más de 3,000 minutos de animación 100% digital y ha realizado seis largometrajes, con historias y personajes originales. Entre sus trabajos también hay proyectos para televisión, como la serie animada El Chavo, que realizó para Televisa y la productora de Roberto Gómez Bolaños.
Su primer largometraje fue el exitoso Magos y Gigantes (2003), que fue visto en salas de cine y por la televisión de 100 países, entre ellos Argentina, España, Estados Unidos, Egipto, India, Irán, Italia, Líbano, Marruecos, Rumania y Sudáfrica. La película todavía sigue recibiendo ofertas de compra para otros territorios.
La historia de Anima Estudios comenzó cuando un grupo de ejecutivos y creativos encabezados por Fernando de Fuentes Sainz, José Carlos García de Letona y José Antonio Cañedo, apostaron por revivir la industria de la animación en México. Pese a que en los últimos 30 años no se había hecho una sola producción de ese tipo en el país.
En ese entonces, Fernando era director de Administración y Finanzas de Alo.com, un portal de Internet con alto contenido multimedia. José Carlos, por su parte, era el director de Producción de la empresa. “El canal que más tráfico generaba era el de Tirabala, donde se podían ver cápsulas animación para Web”, recuerda Fernando. Cuando el portal cerró, los tres socios decidimos que queríamos mantener viva esa parte”.
En esa época pocos hacían animación en México y la que se realizaba era del tipo tradicional, con dibujos hechos a mano sobre acetatos, que luego eran fotografiados uno por uno. Producir ese tipo de contenido era un reto y una tarea nada sencilla, además de costosa. Sin embargo, los emprendedores confiaban en su talento, su experiencia en el mercado de entretenimiento y sus contactos (el abuelo de Fernando, Fernando de Fuentes Carrau, fue un reconocido director y productor, y uno de los pioneros del cine sonoro y a color en México).
Además, y aunque era muy cara, los empresarios contaban con la tecnología necesaria para producir animación digital (que habían adquirido a Alo.com).
El arranque de la compañía demandó una inversión de más de US$3 millones, que los empresarios solventaron con fondos propios y préstamos de familiares. Su primer proyecto fue una serie de televisión, a la que querían llamar Ada y Gigante, y que luego se convertiría en su primer largometraje.
Una de las primeras puertas que tocaron fue la de 20th Century Fox, a la que le presentaron el guión de la película junto con un clip animado de cuatro minutos. Si bien los directivos de la distribuidora se mostraron interesados en la calidad de las imágenes, solicitaron un corto de 25 minutos de duración.
“Fue ahí cuando entendimos por qué nadie había hecho cine en animación 100% digital en el país y nos dimos cuenta de que realmente no sabíamos en lo que nos metíamos, porque una cosa era hacer cápsulas de un minuto y otra muy distinta hacer un largometraje”, reconoce el presidente de Ánima Estudios.
Durante cinco meses, la compañía tuvo sesiones de trabajo maratónicas en las que el factor determinante del éxito fue el equipo de trabajo. “Nuestros creativos se comprometieron a tal grado con el proyecto que hubo días en que no durmieron. Además tuvimos mucho apoyo de empresas que nos prestaban los equipos sin pedir nada a cambio y nos orientaban en aspectos técnicos”.
El resultado fueron 45 minutos de largometraje, que lograron el respaldo de 20th Century Fox y la firma de un contrato de distribución en EE.UU. y Latinoamérica.
Mirada a largo plazo
La historia de éxito de Ánima Estudios tiene varias claves. En primer lugar que la empresa, desde su inicio, no se enfocó en una sola producción, sino que se pensó como un proyecto a largo plazo. Desde el mismo momento en que empezaron a trabajar en su primera película, los emprendedores pensaron en otras fuentes de ingresos y en la forma de crecer tanto en México como a nivel internacional.
La propuesta de El Chavo surgió en 2004, cuando Roberto Gómez Bolaños los buscó para que realizaran la serie animada para televisión de su popular personaje. Las negociaciones con “Chespirito” y Televisa duraron dos años. Este programa no era la primera incursión de la empresa en la pantalla chica, pero constituyó un pilar fundamental para entrar a este mercado, porque les dio reconocimiento y acceso a nuevos contratos.
Su segundo gran lanzamiento fue Imaginum, que también ha traspasado fronteras y logrado comercializarse en 100 territorios, incluyendo América Latina, Medio Oriente, Australia y África.
Según Fernando, la clave para hacer cine mexicano de exportación tiene que ver con los argumentos de las películas. “Los temas son universales y pueden desarrollarse en cualquier lugar, pues no están arraigados a ninguna localidad en particular”, explica.
Otro punto medular del crecimiento de Ánima Estudios lo constituyen las alianzas que ha logrado con diferentes estudios internacionales. Es que, consciente de ser una empresa joven, ha buscado unir esfuerzos para obtener mejores productos.
Es así como en 2007 firmó una alianza con Santo Domingo Films para crear la compañía Motion Toons, con la cual produjeron el largometraje Kung Fu Magoo, en co-producción con Classic Media. Otra de obras es el especial navideño A Martian Christmas, que realizó en co-producción con Porchlight Entertainment. Mientras que en noviembre de 2009, se unió con el estudio argentino Illusion Studios, el más importante del Cono Sur, para co-producir el largometraje Gaturro, el primero que realiza en 3D.
Entre otras ventajas, estas alianzas garantizan más acceso a financiamiento, una mejor distribución en otros territorios y una mayor calidad en el plano creativo. “Si juntas lo que tienes en Argentina y México, por ejemplo, puedes sumar fondos de estímulo al cine en ambas naciones. Además vuelves la trama más universal y exportable, pues al estar en contacto con otros creativos te das cuenta cuando un chiste no se entiende o no funciona en ciertos territorios”.
En febrero de 2009, llegó a las salas de cine El Agente 00-P2, el tercer largometraje del estudio, una película mucho más ambiciosa en cuanto a presupuesto, calidad visual y narrativa, que ese mismo año fue premiada con la Diosa de Plata al Mejor Largometraje Animado, que otorga la asociación Periodistas Cinematográficos de México. Casi un año después estrenó, en conjunto con Promociones Antonio Peña, AAA. La película, sin límite en el tiempo, una cinta que reúne a algunas de las máximas figuras de la lucha libre mexicana, como La Parka, Octagón y Cibernético.
Mientras tanto, Ánima Estudios y el Centro de Alternativas Infantiles Trepsi co-producen una línea de DVDs de productos audiovisuales dirigidos a niños menores de cinco años, a través de los cuales muestran los personajes, canciones y métodos pedagógicos de este centro de desarrollo infantil de la capital mexicana. La compañía también trabaja en la pre-producción de una nueva serie para televisión con contenido educativo, que planea lanzar en 2012.
Fernando considera que para conseguir estos resultados ha sido fundamental la constante capacitación de todo su equipo. Hoy la empresa emplea a 85 personas entre creativos, animadores digitales y técnicos. “Cada vez hay más competencia en la industria, lo que siempre nos obliga a ser mejores”, asegura el emprendedor. “No somos conformistas y no nos dormimos en nuestros laureles”.
LA FÓRMULA GANADORA
Luis Felipe Ramírez, director de la carrera de Animación y Arte Digital del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, explica las razones por las que los fundadores de Ánima Estudios construyeron una empresa emblemática de la industria del cine mexicano.
Fundaron una compañía con visión. Desde el inicio, la firma se pensó a largo plazo. Esto significa conocer bien el mercado, al cliente y desarrollar estrategias de crecimiento.
No le temen al fracaso. Los emprendedores saben que un producto de calidad se construye con innovación. Y no tienen miedo a experimentar con nuevas ideas y técnicas.
Apuestan al exterior. No se ponen límites, les gusta explorar nuevos territorios e ir a donde están los clientes potenciales. No importa si se encuentran fuera del país.
Fomentan el talento. Saben que necesitan estar a la vanguardia y por eso ofrecen capacitación continua a sus empleados, para generar mejores historias y productos.
Dan valor agregado. Marcan la diferencia al ofrecer ideas novedosas y universales que, apoyadas en el doblaje, pueden competir en México y el resto del mundo.
Son estrategas. Cada uno de sus trabajos tiene una planeación profunda. Por eso, antes de lanzarse a un nuevo proyecto realizan un serio trabajo de investigación y análisis.