El ganador de CleanTech Challenge 2011 es pionero en generar energías renovables a partir de desechos de las tequileras.
Carbon Diversion América Latina (CDAL) es la primera empresa en México que transforma desechos orgánicos de la industria tequilera (bagazo, hojas y piña de agave) y los convierte en briquetas y pellets. Se trata de un combustible orgánico en formato cilíndrico utilizado en países desarrollados para la generación de energía a través de su combustión en calderas y fogones.
El uso de este biocombustible en la industria representa ahorros de hasta un 25% en comparación con el combustóleo de origen fósil, como el diesel. Además, con su fabricación se da solución a una problemática ambiental, toda vez que evita el abandono del bagazo de agave para su descomposición de manera natural. Este proceso sin intervención humana tarda varios años y genera CO2 (dióxido de carbono) y otros gases de efecto invernadero como el CH4 (metano).Y fue precisamente por la creación de esta nueva solución que Carbon Diversion ganó el CleanTech Challenge 2011 , un torneo que reconoce a los negocios con gran potencial y que incluyen tecnología innovadora y verde en sus procesos.
Jorge Aguirre Torres, director general de GreenMomentum México , firma de inteligencia de mercado enfocada en promover las tecnologías limpias y uno de los patrocinadores del concurso, considera que el principal atributo de estos empresarios, encabezados por Francisco Xavier Villaseñor, es la tenacidad. Asimismo, Aguirre destaca lo bien definido que tienen sus objetivos y los pasos que deben dar para llegar a su meta. “Los emprendedores cada vez están más convencidos de que se pueden crear proyectos rentables y sustentables como éste”, opina.
Buscando energías alternas
La industria tequilera mexicana utiliza combustóleo en sus procesos. Por otro lado, genera unas 648,000 toneladas anuales de materia orgánica denominada de segunda generación o de desecho, por no ser útil al consumo alimentario humano (hojas de agave que resultan al realizar la jima y bagazo generado en la industrialización de la piña de agave).
A partir de este hecho fue que Francisco y un grupo de emprendedores tapatíos detectaron una oportunidad por explorar hace cinco años. “La finalidad no era sólo hacer negocio, sino ofrecer una respuesta innovadora, limpia y responsable al reto energético actual”, dice el líder de la compañía. Así, en 2007, tras conseguir capital semilla del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), surgió Carbon Diversion América Latina. Se trata de una empresa científica y tecnológica que trabaja en el estudio de nuevos paradigmas para la obtención de energía y su aplicación en los procesos productivos.
Paralelamente, los emprendedores constituyeron Transformación Carbón y Energía (TCE), que es la operadora de las propuestas que crea la primera compañía. Los empresarios idearon una solución integral con tecnología que funciona a ciclo cerrado, es decir, que resuelve la disposición final de los residuos sólidos que producen las tequileras y los transforma en energía para su propio uso. También concibieron un “programático” para sustituir la maquinaria de las tequileras que funciona a diesel, por nueva que trabaja con biocombustible.
De esta manera, se produce una relación ganar-ganar en la que los tequileros se deshacen de sus desechos de forma correcta, usan un combustible más económico y obtienen un holograma que certifica, ante el consumidor final, que su producto disminuye la huella de carbono. Por cada mil litros que se producen con esta tecnología, se disminuyen dos toneladas de CO2.
Para demostrar que el proyecto era viable, instalaron una primera Planta Convertidora de Energía a Ciclo Cerrado (PCECC), la cual opera formalmente desde marzo de este año, aunque arrancó como piloto en octubre de 2011. Ésta fue pionera en la región Valle o Centro de denominación de origen de tequila y se encuentra ubicada a un costado de la tequilera Tres Mujeres, en donde colindan los municipios de El Arenal y Amatitán, en Jalisco. Esta primera unidad utiliza y dispone ecológicamente de los desechos orgánicos sólidos de diversos productores y, a su vez, aprovecha la hoja o penca de los agaves jimados diariamente en la zona, convirtiéndolos en biocombustible. Mientras que para finales de 2012, la empresa tiene programado instalar una segunda planta en la región de Los Altos.
Sin embargo, la tecnología creada por Carbon Diversion no se limita sólo a la industria tequilera. Abarca a toda actividad que tenga que ver con la industrialización del agave , como son las fábricas de inulina, de miel de agave, compañías que producen etanol, alcoholeras y productores de otros destilados, como el bacanora, en Sonora, o el Mezcal, en Oaxaca. Francisco explica que adicionalmente puede aprovechar la hoja o penca que se deja tirada en el campo debido a que hasta ahora no tiene un uso útil o definido.
Pero existe un factor extra para que el proyecto logre consolidarse y replicarse en el corto tiempo: los agricultores propietarios poseen más de 25 millones de toneladas de hoja cultivable en los próximos siete años. Esto es suficiente para instalar unas 105 plantas similares a la de Amatitán en la próxima década, afirma el emprendedor. La idea sería replicar el concepto por medio de contratos a largo plazo, al igual que los que hay firmados entre la unidad en operación con los tequileros y agricultores. En este caso, la inversión sería de las tequileras y Carbon Diversion proporcionaría toda la metodología, tecnología y certificación ante una validadora internacional.
El mercado potencial
A pesar de que en México esta tecnología es incipiente, existe un mercado latente por explorar, dadas las necesidades de un biocombustible sustituto y la cantidad de biomasa que hay en el país. Además, a nivel internacional el mercado está bien consolidado. Cada año en el mundo se consumen 6.5 millones de toneladas de este tipo de combustible, principalmente en países europeos y en Japón, por lo que existe la posibilidad de exportar .
De hecho, Carbon Diversion por conducto de la empresa Biocarbón Maya ya comenzó a llevar contenedores con el producto a España e Inglaterra. Las plantas que pudieran instalarse en un futuro serían propietarias de lo que fabriquen, por lo tanto, podrían comercializar su producción de forma independiente. La briqueta está diseñada para sustituir al combustible fósil en la industria. En cambio, el pellet está pensado para empresas de servicios como hospitales y hoteles, mediante el uso de calderas y hornos. También este último puede tener un uso doméstico, en estufas y calentadores de biomasa, convirtiéndose en una opción para las zonas más pobres del país, cuyos habitantes llegan a pasar toda una jornada consiguiendo leños. A diferencia de éstos o del carbón mineral, la briqueta, por su alto poder calorífico, rinde cuatro o cinco veces más y resulta más accesible. Por ejemplo, Francisco comenta que un kilo de carbón cuesta $8 o $9 contra $2 de un kilo de briqueta. Y lo mejor es que este biocombustible no contamina , pues es considerado como carbón neutro (no genera emisiones de CO2 por provenir de una empresa que genera energía renovable).
Además, Carbon Diversion sigue innovando. Recientemente inició trámites para introducir las briquetas de agave a Estados Unidos. Las quiere colocar junto al carbón mineral que se usa en los asados, que son tan comunes en ese país. “Con este producto vamos por el mercado de la nostalgia, ya que al quemarse da un sabor muy peculiar a la carne y tiene un aroma que remite a México”, señala Francisco. “En la Unión Americana también existen incentivos para aquellos productores de combustibles no contaminantes”.
Un futuro prometedor
El emprendedor explica que la planta piloto genera actualmente 72 toneladas diarias del biocombustible. Sin embargo, sólo trabaja al 2% de su capacidad y existe biomasa de agave suficiente para producir 260,000 toneladas al día. “La unidad en pleno funcionamiento equivale a retirar más de 3,500 automóviles de circulación”, resalta. Por esta razón, Carbon Diversion busca instalar 10 plantas más en la región tequilera en los próximos 18 meses.
Pero las inversiones no se quedan en esa industria. La empresa tiene el proyecto de incursionar en la rama azucarera . Para ello, subraya Francisco, será clave las alianzas que se puedan concretar, pues las inversiones van desde los US$3 millones para instalar una planta capaz de producir tres toneladas de biocombustible por hora. Y para lograrlo, “tenemos que ser muy cuidadosos, como lo fuimos en la conformación del equipo de trabajo actual. No puedes invitar a un socio que no te aporte o juntarte con alguien y no aportar. Hay que compartir riesgos para poder ganar”, finaliza el líder de Carbon Diversion.