



Una fría tarde de enero de 2006, el joven británico Alex Tew, de 21 años, observaba desde su habitación infantil en Wiltshire cómo los últimos píxeles se llenaban en la pantalla de su computadora. A los pocos segundos, se convirtió en millonario.
En apenas cuatro meses, pasó de estar sin rumbo ni dinero a ser una sensación en internet. Todo lo logró con una idea tan absurda como brillante: vender un millón de píxeles en una página web a un dólar cada uno.
“Fue el típico plan para hacerse rico rápido… que en realidad funcionó”, recuerda Tew.
Sin embargo, aquel golpe de suerte traía consigo una paradoja: el éxito temprano lo empujaría a una crisis existencial que lo transformaría en el fundador de Calm, una de las aplicaciones de meditación más exitosas del mundo.
En 2005, Tew acababa de iniciar estudios de negocios en la Universidad de Nottingham y temía terminar endeudado. Una noche, se preguntó: “¿Cómo puedo ganar un millón de dólares?”. Tomó una libreta y comenzó a anotar ideas ridículas, como una bolsa para goma de mascar usada. Pero entre los garabatos surgió una locura brillante: crear una página web con un millón de píxeles disponibles para venta publicitaria a un dólar cada uno.
Con 50 dólares, compró el dominio y diseñó The Million Dollar Homepage. Cada bloque de 100 píxeles costaba 100 dólares y los anunciantes podían subir cualquier imagen con enlace, siempre que no fuera pornografía. Con ayuda de amigos y familiares vendió los primeros 4,700 píxeles y contrató una agencia de relaciones públicas. Poco después, la BBC y The Guardian cubrieron la historia.
En solo un día, Tew generó 3,000 dólares. Un mes después, ya había facturado 250,000 y recibía 65,000 visitas diarias. En Año Nuevo, quedaban apenas 1,000 píxeles, que subastó en eBay por 38,000 dólares, cerrando su ingreso total en 1.04 millones de dólares (mdd). Había nacido un fenómeno de internet.
Con unos 700,000 dólares netos, Tew abandonó la universidad y se mudó a Londres. La fama y el dinero le dieron seguridad, pero también lo distrajeron. “El éxito temprano puede enseñarte las lecciones equivocadas”, admite. Se obsesionó con repetir la hazaña, lanzando proyectos como Pixelotto y OneMillionPeople, todos tratando de capturar atención, pero sin generar verdadero valor.
Incluso sus experimentos más virales, como Sock and Awe —un juego online donde podías lanzarle zapatos virtuales a George W. Bush— no lograban satisfacerlo. El sitio recibió 9 millones de visitas en una semana y fue vendido por solo 5,215 libras.
Detrás de esos intentos, Tew vivía con ansiedad y agotamiento. “Nadie quiere oír que el chico que se hizo millonario acabó deprimido”, dice. El ritmo lo estaba afectando: no dormía bien, comía mal y había descuidado su rutina de meditación, un hábito que tenía desde los 14 años.
En medio del colapso personal, Tew volvió a lo básico. En 2011, lanzó DoNothingFor2Minutes.com, un sitio que simplemente mostraba un temporizador de dos minutos que se reiniciaba si movías el cursor. La propuesta era simple: obligarte a detenerte. Tuvo 2 millones de visitas en 10 días.
Esa pequeña experiencia se convirtió en el germen de Calm. En 2012, junto a Michael Acton Smith, creó una aplicación de meditación con una premisa ambiciosa: ser el “Nike para la mente”. Pero al principio, los inversionistas lo veían como una broma. “Me echaron de varias reuniones”, recuerda.
Hablar de meditación con gente de tecnología que no medita es como hablar en otro idioma.
Aun así, recaudó 1.5 mdd y lanzó la app, con una meditación diaria gratuita de 10 minutos y una suscripción premium anual de 60 dólares. En 2013, Calm generó 100,000 dólares. Dos años después, llegó a 2 millones, gracias a la incorporación de Tamara Levitt, instructora de meditación que aún narra los ejercicios.
En 2016, la polarización política en Estados Unidos disparó el interés por la meditación y los ingresos crecieron a 7 mdd. Un año más tarde, Apple la nombró App del Año y las descargas se dispararon. En 2023, Calm alcanzó los 600,000 suscriptores de pago y un valor estimado de 2,000 mdd en febrero del 2025.
Hoy, Alex Tew dirige Calm desde una oficina en San Francisco que mezcla la serenidad con la eficiencia de una startup. Hay mesas de ping pong bajo murales de cielo azul, monitores que muestran usuarios en tiempo real y plantas acomodadas con cuidado.
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