Te damos los conceptos fundamentales del psicoanálisis para adaptarla en tu negocio y tu equipo.
¿Tiene vigencia el psicoanálisis o se trata de un modelo teórico propio del conocimiento filosófico de una época? ¿Es cierto que hoy en día las neurociencias y la psicología de orientación cognitiva comportamental le asestaron el último golpe? ¿En el contexto BANI, puede el psicoanálisis brindarnos herramientas que permitan respuestas adaptativas para las organizaciones y, fundamentalmente, para las personas que la componen?
Conceptos fundamentales del psicoanálisis
1. Todas las personas tenemos un Inconsciente
Esta afirmación implica, entre otras cosas que jamás estaremos contentos del todo, y que toda satisfacción será pasajera. Sí. Incluido el salario, bonos, ascensos y todo lo que se te ocurra que mejora la experiencia del empleado.
Comprenderlo es asumir la responsabilidad permanente de generar ámbitos más propicios para los colaboradores.
Decir que la satisfacción pulsional es imposible no es una afirmación pesimista, sino que, por el contrario, se trata de una invitación perentoria a la mejora continua.
2. Las personas justificamos nuestra existencia mediante el propio deseo
Lo que marca la diferencia entre un sujeto y otro es lo que cada uno pretende para sí mismo.
¿Qué tipo de vida quiero para mí? Los líderes que ayuden y acompañen a cada miembro de su equipo a encontrar, descubrir, inventar o potenciar su deseo se toparán con su verdadera motivación.
¿Cuántas veces escuchamos quejas porque la gente: “¿No sabe lo que quiere”, identificando en general a las nuevas generaciones en esta incógnita? La tan mentada automotivación es una consecuencia del deseo único e irrepetible de cada quien.
Maslow, Herzberg, Mc Lelland, Pink y otros nos enseñan a pensar en términos globales. Pero no nos confundamos: el deseo es, siempre, individual y un buen líder guía a sus colaboradores para que se embanderen y luchen por él.
3. Las personas tendemos a actuar aquello que no podemos poner en palabras
- ¿Por qué me enoja tanto esto?
- ¿Por qué soy incapaz de poner un límite efectivo a mi jefe?
- ¿Cuál es el motivo por el que mis compañeros abusan de mi tiempo?
- ¿Qué explicación se esconde detrás de esta sensación de porquería de estar “atado” a mis obligaciones y sentir culpa si no lo hago?
Mirar estas preguntas de frente nos ayudará a entender las peculiares razones que una persona posee para comportarse de un modo extraño ante nuestros ojos y luego, avanzar en la procura de su bienestar anímico.
Pienso que la experiencia del empleado es justamente eso, independientemente de darle un pase gratis a un gimnasio u organizarle las verduritas del almuerzo.
¿Significa esto, acaso, que los líderes deban transformarse en psicoanalistas?
No, de ninguna manera.
Abogo porque los líderes se abran al diálogo sin preconceptos, tratando de dominar sus sesgos lo máximo posible.
Abandonar argumentos pueriles y sexistas que solo encubren los problemas actuales. Aterrizado: más empatía y menos juicios evaluativos.
4. No podemos dejar de hacer cosas que nos hacen sufrir
La instancia denominado Superyó tiene, por principal finalidad, la de hacernos la vida más difícil de lo que la realidad impone. ¿Por qué? Nos compara todo el tiempo con un superhéroe. De ahí su nombre inclusive. No se trata de ser Yo, sino de ser Superyó.
Si prestamos detenida atención a sus ropajes (manifestaciones) encontraremos que se expresa bajo las formas de la culpa (“nunca es suficiente”, “no alcanzo a cumplir”, “no llego”, “no soy bueno para esto”, “siempre lo hago mal”, etc.) o la compulsión (“debo ser exitoso”, “debo tener una familia hermosa y sin problemas”, “debo ser rico”, “debo ser feliz” y así…).
Se pesca rápidamente la interconexión entre una cosa y otra, ¿verdad?
Digo, el sentido del deber y la compulsión. El Superyó es nuestro acreedor implacable, venenoso y atemporal… Entonces, una vez que estamos advertidos de su existencia podemos operar de forma práctica, intentando domesticarlo o bien acorralarlo para lo que el concepto de Seguridad Psicológica nos viene al pelo.
No me considero un pagano por mezclar a Amy Edmondson con Sigmund Freud. Brindemos a las personas un espacio seguro, en el que perciban que el fracaso es una posibilidad como cualquier otra, y una invitación para hacer las cosas diferentes más adelante.
Si cometimos un error, quien nos achacará la peor pena será nuestra propia instancia crítica, el Superyó. Por lo tanto, nuestra responsabilidad será menguarla al modo de un abogado defensor del Yo, y por ende de la salud anímica del sujeto.
5. Las personas somos capaces de crear
En términos freudianos llamamos sublimación a la posibilidad que tenemos de tramitar nuestras pulsiones inconscientes.
No es privativo de los artistas, sino que todos contamos con este recurso y, dicho sea de paso, resulta uno de los más efectivos a la hora de construir o sostener nuestra salud mental.
Con esto en mente es vital que en todas las organizaciones haya espacios en los que los colaboradores puedan desplegar su potencial creativo, incluyendo e implicando a todas las áreas. Y no solo buscando solucionar problemas concretos, sino brindar el marco para desarrollar proyectos nuevos, capaces de despertar el entusiasmo en la gente.
¿Sabrán, quienes comandan empresas tan atractivas como Spotify, Atlassian o Zappos de estas cuestiones? Daría la impresión de que sí.