Con productos personalizados y elaboración artesanal, Sugarox le dio un giro al consumo de caramelo macizo.
Comer un dulce es un placer que muy pocos mexicanos pueden resistir. De acuerdo con datos del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), el 90% de la población los consume. Además, México se ubica como el primer consumidor de golosinas en América Latina, donde cada año se comercializan más de 150,000 toneladas de este producto.
Aunque el mercado principal de los dulces está representado en un 80% por niños y jóvenes, este tipo de productos también va ganando espacios entre personas mayores de 25 años, señala la agencia de investigación de mercado Euromonitor Internacional.
Particularmente, comienzan a conquistar a los adultos de entre 30 y 40 años, que buscan más artículos que se vendan bajo conceptos de regalo, halago y hasta cuidado del aliento y la salud . Pero, sobre todo, que ofrezcan una experiencia de compra.
Para aprovechar esta tendencia de consumo, Isaac Bessudo decidió emprender con Sugarox . Se trata de un “estudio de caramelo”, en donde se diseñan y producen dulces de diferentes sabores y colores de forma artesanal, conocidos como rock candy .
El empresario dice que la idea surgió hace poco más de dos años, cuando cansado de construir marcas para otros pensó en crear una propia. “Trabajé 15 años como publicista y estratega de comunicación, y durante ese tiempo me di cuenta de que cada vez más personas buscan comprar una experiencia”, recuerda.
Luego de hacer un análisis de las tendencias del mercado local y al confirmar que los mexicanos son “dulceros por naturaleza”, concluyó que su mejor apuesta era la venta de dulces con diseño . Aunque no sólo era cuestión de comercializar caramelos, “había que crear todo un concepto alrededor”, explica el emprendedor.
Modelo artesanal
Antes de arrancar, Isaac hizo un viaje a Australia, donde vio el modelo de negocios que tenía en mente materializar. Sin embargo, él no quería replicar la marca de otro, sino más bien desarrollar su propio concepto y darle un toque muy original y mexicano.
El emprendedor se capacitó durante cuatro meses en una de las principales tiendas de caramelos de aquel país, donde aprendió la técnica para elaborar dulces con un proceso artesanal.
De regreso a México, montó su estudio en un centro comercial ubicado al poniente del Distrito Federal. Apostó por un lugar visitado por personas de un nivel económico medio-alto o alto, “que está dispuesto a pagar por la experiencia”, agrega el empresario.
Otra ventaja que tiene su local es que las personas que recorren la plaza pueden observar a través de un cristal la forma en que se fabrican los dulces. Es un recurso efectivo para llamar la atención de la gente y motivarlos a entrar para conocer el producto, enamorarse de él y al final adquirirlo.
Sugarox atiende también al mercado corporativo , ya que en sus productos se puede incluir el nombre o logo de una empresa, siempre y cuando no sea demasiado largo o incluya símbolos muy complicados. Para ello, cuenta con una división que diseña y produce caramelos que pueden usarse como recuerdos de eventos especiales.
A poco tiempo de su apertura, la tienda ha tenido muy buena aceptación, sobre todo, por parte de los adultos. Este público es el que se ha mostrado más interesado en el proceso de fabricación y busca sabores y colores cada vez más diferenciados, como una línea libre de azúcar.
Isaac comenta que ya lo han contactado algunos inversionistas para replicar su concepto, pero asegura que lo que más le apasiona de su negocio es que todo está hecho en forma artesanal. Por lo que no quiere masificarlo en el corto plazo.
En un futuro cercano planea abrir otra sucursal. Eso sí, sin perder nunca el toque personal. “La clave para crecer y fortalecer nuestro concepto es seguir innovando con otros sabores, colores y formas”, concluye.