



Las quejas son de las actitudes más comunes y universales. Desde el tráfico hasta el clima, muchas personas encuentran motivos para quejarse a diario. Las personas tenemos aproximadamente sesenta a sesenta y cinco mil pensamientos por día. Se ha estudiado que, en promedio, un 95% de la gente piensa en negativo el 90% del tiempo. Y a esto, hay que sumar unos doce mil pensamientos rumiantes: esa autocharla interna que, por lo general, también es negativa y quejosa.
Si bien la respuesta puede parecer obvia: “Porque tengo muchos motivos para quejarme”, en realidad, bajo la superficie se esconden expectativas no satisfechas, comportamientos aprendidos en la primera infancia y aspectos como la autopercepción de cómo ‘deberían’ ser las cosas y las personas.
La queja puede tener raíces tanto psicológicas como sociales. Entre las razones principales que estudian las ciencias del comportamiento humano, se encuentran:
Quejarse puede ser una forma de conectar con otros, buscando que nos comprendan o compartan nuestro malestar. Varios estudios de psicología sugieren que cuando una persona se queja, lo hace en parte para recibir apoyo emocional de los demás.
La presión diaria y las frustraciones no resueltas son detonantes comunes de la queja. La incapacidad de cambiar situaciones estresantes hace que las personas se desahoguen, aunque sea solo verbalmente y despotricando, generalmente hacia los demás.
Para algunas personas, quejarse se convierte en un hábito. El refuerzo negativo se da cuando una queja lleva a recibir atención, llamando la atención o recibiendo palabras que intentan apaciguar. De esta forma, en vez de ayudar a la persona, se refuerza ese comportamiento.
Algunas personas tienden a ver el lado negativo de las cosas, lo que genera una actitud quejosa constante. La psicología le llama pensamiento catastrófico, cuando continuamente se acentúa lo negativo de la vida, impidiendo que se aprecien matices positivos que siempre existen. La psicología del comportamiento ha investigado que es más propensa en personas con altos niveles de neuroticismo.
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Una persona neurótica se caracteriza por experimentar altos niveles de ansiedad, inseguridad y preocupación excesiva, lo que influye en su manera de interpretar y reaccionar ante las situaciones cotidianas.
Sin embargo, con estrategias adecuadas como la terapia cognitivo-conductual, es posible mejorar la regulación emocional y la calidad de vida.
En ciertos entornos, la queja es una forma aceptable de expresión que no está tan mal vista como en otras. Esta permisividad cultural puede fomentar una tendencia mayor a quejarse, a que la persona y su entorno sean apagados y con tendencia negativa permanente.
Sobre la queja hay mucho escrito, principalmente en el ámbito de la psicología del comportamiento. A modo de resumen, algunas investigaciones muestran que:
Aunque para la persona quejosa este comportamiento pueda tener beneficios aparentes a corto plazo, sus efectos negativos a largo plazo son significativos:
La neurociencia ha demostrado que quejarse con frecuencia cambia la estructura del cerebro, haciéndolo más proclive a buscar y enfocarse en experiencias negativas. Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que quienes se quejan regularmente tienen un hipocampo más afectado, el área del cerebro vinculada a la memoria y el aprendizaje.
La queja constante eleva los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que afecta el sistema inmunológico, aumenta la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Incluso el aumento de cortisol crónico puede reducir la expectativa de vida, según ha investigado la Clínica Mayo.
Las personas que se quejan constantemente tienden a ver afectadas sus relaciones, ya que los demás tienden a evitarlas. La negatividad persistente crea fricciones, erosiona la confianza y desgasta los lazos emocionales.
Un estudio en el Diario de Investigaciones Psicosomáticas señala que las personas que se quejan de manera constante tienen una mayor probabilidad de desarrollar depresión y ansiedad. Además, las estadísticas refieren que generalmente son aisladas por sus familias y amigos, y es frecuente que terminen socialmente solas.
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Este test te ayudará a evaluar tu nivel de queja habitual. Responde cada pregunta con un puntaje del 1 (nunca) al 5 (siempre).
Hazlo con total honestidad. Este test es sólo referencial. Recuerda concurrir a un psicoterapeuta matriculado para trabajar a fondo los aspectos que consideres necesarios.
Suma el puntaje de todas las respuestas.