Se fue a EU de ilegal cuando era un niño y se convirtió en defensor social, dueño de una constructora y ahora emprende en México
Miguel Ángel Suárez fue repatriado hace cuatro años y al regresar a su país continuó con su empresa de construcción llamada Rumec. Hoy ya tiene un segundo negocio dedicado a la exportación.
¡Qué hermosa es la vista desde el restaurante de la Torre Latino llamado Miralto! Ahí me citó Miguel Ángel Suárez para conocer su historia como deportado y empresario. Estaba acompañado de Alberto Muñoz, también repatriado, quien produce “Ni de aquí, ni de allá” , una serie que da a conocer en Icdmx la vida de quienes vivieron en Estados Unidos y regresan a su país a hacer proyectos interesantes.
El divorcio de los padres de Miguel Ángel define la travesía de este emprendedor. Su mamá se fue a EUA y su papá los dejó a él y a su hermano con los abuelos paternos en Veracruz. A los 10 años “Rumec” (como le dicen sus amigos raperos) vendía pescado, café, rastrillos y otros productos en las calles. Al crecer seguía haciendo más negocios como tardeadas. Él viene de una familia por parte de su papá donde todos son comerciantes.
“Rumec” y su hermano ahorraban el dinero que les enviaba su mamá y cuando tuvieron cierta cantidad se fueron a Estados Unidos. “Empezamos a sentir discriminación porque nuestros padres no estaban con nosotros y nos veían como los huerfanitos”, comparte Miguel Ángel.
‘¿Por qué estamos sufriendo? Voy a seguir los pasos de mi madre’, pensó Miguel Ángel. Él tenía 14 años y su hermano 11 años. Así que le dijeron a su abuela que iban a Acapulco. Pero en realidad viajaron a Tijuana y de ahí a la Unión Americana con la ayuda de coyotes. “Nos deportaron cinco veces antes de entrar a EUA. Estuvimos mes y medio perdidos en la frontera. Nuestros familiares nos buscaron en Veracruz y Acapulco; y para la sorpresa de mi mamá llegamos solos a donde ella estaba en San José California en 1998; yo siempre con la idea de tener mi propio negocio”, recuerda.
“Rumec” comenzó a trabajar con su tío como albañil y aprendió a hacer casas, baños, remodelaciones, etc. Dice que en Estados Unidos los únicos dos trabajos aprobados por la ley para la mano de obra infantil es la agricultura y la construcción. “A los seis meses ya sabía hablar inglés. En una ocasión le dije a una clienta china que quería estudiar y ella le comentó a mí tío que yo era muy inteligente y que podía pagar mi educación. Mi tío pensó que yo me estaba victimizando y me corrió. Él llevaba muchos años en EUA y no hablaba el idioma”, expresa.
De migrante a universitario y dueño de una constructora
A los 17 años “Rumec” dejó de vivir con su familia y se mudó a casa de un amigo. Con esas ganas de emprender consiguió una máquina de azulejo y empezó a remodelar casas. “No tenía carro y me transportaba en autobús con todo y mis herramientas. Era incómodo. A los dos años compré mi primera camioneta”.
Como no era ciudadano Miguel Ángel no tenía derecho a estudiar. Gracias a una ley que benefició a las mamás solteras pudo ser legal y contar con una identificación. “Lo primero que hice fue meterme a la Universidad de Berkeley a la carrera de derecho”.
En Berkeley conoció a un ruso con una historia similar a la suya y juntos iniciaron una empresa dedicada a la construcción. “El papá de mi amigo nos prestó 10,000 dólares para comprar herramientas y contratar gente. En cuatro años pudimos dar empleo a toda nuestra familia”.
En 2001 cuando Miguel Ángel tenía 18 años registró legalmente junto con su socio “Russian and Mexican Company”. El siguiente paso fue abrir una oficina. Esto fue posible por la alianza con unos judíos que les prestaron un piso en una torre. “Llegamos a ser una de las constructoras más fuertes en San José California. Hicimos casas y edificios para los chinos, todo lo que es el Japan Town, gasolineras y mezquitas para los musulmanes, etc.”.
Por la construcción de una mezquita a nombre de Malcolm X conoció a Malcolm Shabazz , el nieto de este activista social y se convirtieron en grandes amigos. Desafortunadamente, Malcolm Shabazz fue asesinado en Plaza Garibaldi en 2013.
Y por todo lo que vio “Rumec” desde niño, como el sufrimiento de la gente al cruzar a Estados Unidos y la discriminación que viven los migrantes en aquel país, se convirtió en un defensor social. De hecho, financiaba protestas en contra de las deportaciones. “Soy una persona que siempre se enamora de las utopías. Esa palabra me encanta porque hay ideales que sí se pueden materializar”, asegura.
Su deportación y regreso a México
Lo deportaron por un viaje que hizo a África a una convención de derechos humanos. En el aeropuerto de Nueva York lo sometieron a investigación 15 días porque su Visa era de seis meses y él se excedió dos meses. “Me tardé más tiempo porque fui a presentar a Muamar Gadafi un proyecto”.
En 2014 regresa a México y continúa con el negocio de la construcción. Ahora su empresa se llama Rumec y en California la constructora está al mando de su hermano. Miguel Ángel también le dejó a su familia en EUA un cine que compró y lo rentan como salón de fiestas. En México Rumec ha construido casas y escuelas en Chiapas, Veracruz, Guerrero y Torreón.
Imagen: Cortesía Rumec
Al viajar por el país este emprendedor siempre conocía a alguien que producía algo. Esto le fascinó tanto que creó el segundo brazo de Rumec llamado “agroalimentos” donde detecta las mejores cosechas para luego comercializarlas dentro y fuera de México. Ya ha exportado rambután a Emiratos Árabes y café a Arabia Saudita. Hoy tiene cartas de intención de compra de China, Francia y Bélgica. “No necesité un agente aduanal. En el comercio exterior lo que más importa es el cliente”, afirma.
El tercer pilar de Rumec es agencias y servicios donde cuenta con un pool de talento (arquitectos, ingenieros, diseñadores, entre otros.) para los proyectos de la misma compañía. El cuarto eje es altruismo y patrocinios donde buscan a personas y empresas que quieran invertir en el campo, en la construcción de escuelas, en la exportación, etc. El quinto brazo es arte y cultura como una herramienta de marketing. En México Miguel Ángel Suárez es el secretario general del Sindicato Internacional del Rap y también apoya a grafiteros como “ X Familia ”.
¿El mayor aprendizaje como empresario? “Ayudar más de lo que te beneficias. Si lo haces así la vida te da todo”. El mensaje que desea transmitir a los migrantes es: “No tengan miedo de regresar a su país”, concluye Miguel Ángel Suárez, fundador de Rumec.