Un país de Oceanía se situó a la vanguardia de la protección medioambiental y la salud pública con su decisión de prohibir los “químicos eternos” en productos cosméticos.
La Autoridad de Protección Medioambiental de Nueva Zelanda (Environmental Protection Authority, EPA en inglés) anunció la prohibición de las sustancias polifluoroalquiladas y perfluoroalquiladas (PFAS. Estas sustancias conocidas como “químicos eternos” desaparecerán de los productos cosméticos desde 2027.
Este movimiento de Nueva Zelanda podría influenciar a otros países a tomar medidas similares, poniendo de relieve la importancia de considerar la salud y el medioambiente en la regulación de productos de consumo.
Los PFAS son químicos extremadamente resistentes y no se descomponen fácilmente, pudiendo acumularse en el organismo humano y en el medioambiente. Se les añade a los cosméticos para mejorar su durabilidad, resistencia al agua y suavizar la piel.
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas son una gran familia de más de 9,000 sustancias que no se encuentran de forma natural. Son altamente persistentes en el medioambiente, lo que les ha valido su apodo de “químicos eternos”. Estas sustancias apenas se degradan en entornos naturales, lo que permite su recirculación y concentración en los ecosistemas. Se han encontrado PFAS en la sangre y la leche materna de personas y animales en todo el mundo.
Según estudios, estos compuestos han sido vinculados con diversos problemas de salud, incluyendo cánceres, defectos de nacimiento y efectos negativos en el sistema inmunológico.
La EPA neozelandesa ha tomado esta decisión como una medida de precaución, a pesar de que estas sustancias químicas solo se han encontrado en una pequeña cantidad de productos cosméticos. La prohibición es parte de una respuesta más amplia para proteger contra los productos químicos.
Con esta medida, Nueva Zelanda se coloca a la vanguardia de las naciones que implementan esta prohibición, siguiendo los pasos de algunos estados de los Estados Unidos.
La EPA colaborará con la industria cosmética para gestionar la transición antes de que la prohibición entre en vigor, asegurando que las empresas tengan tiempo suficiente para adaptarse a los cambios.
