¿Qué tan cierto es que las empresas familiares no pasan de la tercera generación?
Hay un dicho en las empresas familiares que dice: “Padre rico, hijo millonario, nieto pobre...” ¿Será verdad?
Recientemente he escuchado comentar que es falsa la estadística que señala que el 70% de las empresas familiares no pasa de la tercera generación. Al parecer, la polémica surgió al conocerse que la investigación que supuestamente ha servido de base para dicha afirmación tiene un “sesgo”.
En 1987 John L. Ward publicó el libro “Keeping the Family Business Healthy” en el que reprodujo los resultados de su investigación en la cual analizó 200 empresas manufactureras de Illinois, Estados Unidos, mismas que fueron seleccionadas al azar y tuvieron seguimiento de 1924 hasta 1984.
El cuestionamiento se sostiene en que es una muestra reducida de una región muy localizada, de una industria en particular y en un periodo con un contexto determinado. No les falta razón a quienes cuestionan la metodología de Ward para alcanzar conclusiones generalizadas; sin embargo, me parece que aun y cuando válidamente se ponga en duda este estudio, no por ello, en automático, la estadística es errónea.
Las empresas familiares en el mundo
Si bien considero que faltan más investigaciones y estudios al respecto, sí podríamos hablar de un fenómeno arquetípico que es transversal a distintas civilizaciones, para lo cual me permito citar los siguientes refranes:
España e Hispanoamérica
“Abuelo bodeguero, hijo caballero, nieto pordiosero”
“Abuelo arriero (o jornalero), hijo caballero, nieto marrullero (perezoso)”
Brasil
“Pai rico, filho nobre, neto pobre” (Padre rico, hijo noble, nieto pobre)
Estados Unidos
“Shirtsleeves to shirtsleeves in three generations” (De mangas de camisa a mangas de camisa en tres generaciones)
Inglaterra
“The father buys, the son builds, the grandchild sells and his son begs” (El padre compra, el hijo construye, el nieto vende y su hijo suplica)
Francia
“Le grand-père était un aigle, le père était un faucon, le fils est un vrai con” (El abuelo era un águila; el padre era un halcón; el hijo es un verdadero idiota)
Alemania
“Der Vater erstellt’s, der Sohn erhält’s, dem Enkel zerfällt’s” (El padre lo crea, el hijo lo recibe, el nieto se dilapida)
China
“Fu bu guo san dai” (La riqueza no perdura tres generaciones)
Japón
“Rice paddies to rice paddies in three generations” (De arrozales a arrozales en tres generaciones)
India
“From peasant shoes to peasant shoes” (De zapatos campesinos a zapatos campesinos)
Ex primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, Râshid bin Sa`îd Âl Makṫûm:
“My grandfather rode a camel, my father rode a camel, I drive a Mercedes, my son drives a Land Rover, his son will drive a Land Rover, but his son will ride a camel.” (Mi abuelo montaba un camello, mi padre montaba un camello, yo conduzco un Mercedes, mi hijo conduce un Land Rover, su hijo conducirá un Land Rover, pero su hijo montará un camello).
No es casualidad que distintas culturas de Oriente y Occidente coincidan en la expresión, lo cual denota que la “sabiduría popular” advierte un fenómeno que ha existido por siglos y que se traduce en estas coloridas expresiones idiomáticas.
Ahora bien, desde un ángulo más científico, Toy Williams y Vic Preisser se dieron a la tarea de entrevistar a 3,250 familias. El resultado fue el mismo: el 70% de las transiciones patrimoniales fracasan.
¿Por qué fracasan las empresas familiares?
Más allá de estadísticas, la continuidad del patrimonio y, en su caso, de la empresa familiar representa un desafío mayúsculo e ignorarlo sería irresponsable, como también lo sería utilizar la información como argumento de venta con motivos comerciales.
Me parece que lo adecuado es compartir la información, sin provocar temor, pero sí creando consciencia del gran reto de preservar el patrimonio y el espíritu empresarial, para lo cual se tiene que trabajar en distintos frentes.
Al primero que le corresponde actuar es al líder familiar, pues es el que tiene el deber de hacer conciencia sobre su finitud y por lo mismo es necesario que organice sus asuntos para dejar una sucesión ordenada y en armonía.
Si además es cabeza de la empresa familiar es ideal que pase la estafeta a la siguiente generación en el momento oportuno y que permita que ambos -líder familiar y sucesor- trabajen juntos y de manera tersa en la transición.
Por otro lado, es de la mayor importancia formar a las siguientes generaciones para que cuando tengan a su cargo la administración del patrimonio familiar, tengan la madurez necesaria, asuman su rol con gran responsabilidad y gasten con sabiduría.
Con solo ocuparse (más que preocuparse) en trabajar en lo anterior, se tendrán mayores posibilidades que la familia y el patrimonio perduren en el tiempo con armonía familiar y no ser parte de la estadística.