



Emprender no es solo tener una buena idea: es tener el carácter para sostenerla cuando el entorno se vuelve hostil. Hoy más que nunca, en el Día Mundial del Emprendimiento, vale la pena preguntarnos: ¿el se nace con el ADN emprendedor o se hace trabajando?
¿Quién no ha escuchado la frase “eso se trae en la sangre”? Algunos dicen que emprender es cosa de ADN, y quien tiene madera lo muestra desde joven. Otros creen que no importa el origen, sino la práctica y las ganas de crear algo propio. Pero, más allá de eso, hay una verdad: en México, emprender y sobrevivir es una misión que no todos logran.
Las razones son muchas: falta de apoyo y financiamiento, entornos económicos complejos, inseguridad y trámites interminables. Estos obstáculos plantean una pregunta: ¿el ser emprendedor/a se trae de nacimiento o es algo que se construye a través del esfuerzo y las caídas?
“El emprendimiento es una muestra de determinación, pero no basta con una buena idea; es necesario esfuerzo, aprendizaje constante y resiliencia para avanzar en entornos desafiantes. El verdadero motor del emprendedor está en su capacidad para adaptarse, persistir y encontrar soluciones frente a las adversidades. Estas cualidades, lejos de ser innatas, se cultivan con el tiempo”, afirma Juana Ramírez, Presidenta del Consejo Directivo de la ASEM.
LAS PLÁTICAS CON LOS LÍDERES YEMPRENDEDORES DE AMÉRICA
En línea con lo anterior, datos de la Radiografía del Emprendimiento en México 2024 de la ASEM revelan que, en el país, el 40% de las y los emprendedores inicia su negocio por necesidad; el 26.2% lo hace para aumentar sus ingresos y el 14.6% porque no tiene empleo, lo que evidencia que, en cualquier circunstancia, la resiliencia y la capacidad de reinventarse son claves para transformar los desafíos en oportunidades.
De hecho, el deseo de superación personal y profesional (26.9%) y la capacidad de identificar oportunidades de negocio (26.7%) son motores del emprendimiento.
Todo es posible. Hay personas que desde niñas venden pulseras o hacen postres para ganar su propio dinero y existen otras que descubren su espíritu emprendedor más tarde, cuando un despido las obliga a buscar alternativas.
“Algunas personas tienen una inclinación natural: son creativas, líderes, inquietas y no les gusta seguir el camino tradicional; aunque eso no garantiza el éxito. Por otro lado, hay quienes aprenden, se equivocan, se levantan y mejoran”, agrega Juana Ramírez.
En el Día Mundial del Emprendimiento, la ASEM comparte algunos rasgos comunes de quienes logran mantener sus negocios a flote:
Por más que una persona tenga todas las características, el entorno puede jugar a favor o en contra. Según la ASEM, solo el 51.2% de las personas emprendedoras vive de su negocio; el resto necesita otros ingresos.
La educación también influye: quienes estudiaron en escuelas públicas emprenden más por necesidad (44.8%) que quienes estudiaron en escuelas privadas (35.3%).
Esa diferencia refleja una desigualdad estructural que impacta directamente en las oportunidades.
En un país donde emprender sigue siendo un acto de valentía, es urgente construir condiciones más justas para quienes se atreven. Porque, más allá de si nacen o se hacen, los emprendedores necesitan un entorno que los impulse, no que los frene. Y esa tarea es de todos.