



Era 1951. En un laboratorio de los entonces modestos Laboratorios Syntex, en la Ciudad de México, un joven de apenas 26 años agitaba matraces y hacía anotaciones apresuradas en su libreta. Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, estudiante de química en la UNAM, estaba a punto de cambiar la historia del mundo sin saberlo: ese día sintetizó la noretisterona, el compuesto que daría origen a la píldora anticonceptiva, revolucionando la ciencia, la sexualidad y la libertad reproductiva en todo el planeta.
El 15 de octubre de 1951, Miramontes logró sintetizar la noretisterona bajo la supervisión de los científicos Carl Djerassi y George Rosenkranz. Este derivado de la progesterona fue el primer anticonceptivo oral efectivo de la historia. Lo sorprendente es que Miramontes aún era estudiante de Ingeniería Química en la UNAM. Ese apunte en su cuaderno de laboratorio se convertiría en una de las contribuciones más influyentes del siglo XX.
Hoy, la Academia Mexicana de Ciencias considera este hallazgo como la mayor aportación científica mexicana al mundo en el siglo XX.
La noretisterona no fue solo un avance farmacéutico: se transformó en un fenómeno social. Gracias a la píldora, lanzada comercialmente en 1960, millones de mujeres pudieron separar el placer sexual de la procreación. Esto detonó lo que se conoce como la revolución sexual de los años 60 y 70, al permitir a las mujeres decidir cuántos hijos tener y cuándo, favoreciendo su ingreso masivo a universidades, empleos y espacios públicos.
Más de 150 millones de mujeres en el mundo utilizan algún tipo de anticonceptivo oral derivado de la noretisterona.
La trascendencia del hallazgo fue tan grande que en 1970 Miramontes fue incluido en el Salón de la Fama de los Inventores de EE.UU., compartiendo espacio con Edison, Pasteur y los hermanos Wright.
Además, la revista Chemical & Engineering News clasificó la píldora anticonceptiva como uno de los 40 inventos más importantes entre 1794 y 1964, por encima de innovaciones como el teléfono o el automóvil.
A pesar de ello, en México su figura sigue siendo poco reconocida frente al impacto global de su descubrimiento.
Lejos de instalarse en el extranjero, Miramontes continuó su carrera en México. Fue investigador fundador del Instituto de Química de la UNAM, profesor universitario, director del Instituto Mexicano del Petróleo y autor de más de 40 patentes en áreas como petroquímica, farmacología y medio ambiente. También recibió el Premio Nacional de Química Andrés Manuel del Río en 1986.
Su disciplina y compromiso marcaron generaciones de químicos y farmacólogos mexicanos.
Antes de la píldora, las mujeres dependían de métodos rudimentarios y poco efectivos para controlar su fertilidad. La llegada de un anticonceptivo oral seguro y accesible cambió todo:
En palabras de la antropóloga Marta Lamas, la píldora “fue el parteaguas que permitió el control sobre el propio cuerpo femenino”.
Luis Ernesto Miramontes Cárdenas no solo creó una molécula: cambió el destino de la humanidad. Su síntesis de la noretisterona permitió a millones de mujeres tomar el control de su fertilidad, impulsó la revolución sexual y dio paso a una nueva era de libertades. Reconocer su legado es también reconocer que la ciencia mexicana tiene un lugar privilegiado en la historia universal.