Amadeo Medina y Vanessa Valencia quieren ser reconocidos como pioneros en México en el diseño de productos incluyentes. Y ya dieron sus primeros pasos. Con su empresa Ecotenka ofrecen soluciones de movilidad a personas con algún tipo de discapacidad, a través del diseño y manufactura de bicicletas y accesorios para sillas de ruedas.
La idea surgió en 2011 por la pasión desbordada que tiene Amadeo hacia el ciclismo y la de Vanessa hacia la creación de productos que hagan más fácil la vida a las personas con capacidades diferentes (en México el 6.6% de la población, según el INEGI).
“La naturaleza creativa de la profesión nos llamó a generar algo propio, aunque no conocíamos nada del tema emprendedor”, recuerdan los diseñadores industriales.
Todo surgió al ver una reta en silla de ruedas en la que a uno de los jugadores se le fue un balón. “Corrí para acercárselo, pero antes de llegar, el basquetbolista se aventó al piso y arrastrándose lo alcanzó. Entonces, me quedó claro que ellos no tienen discapacidad, sino poca movilidad, y fue más específico cuando me dijo que tenía que estar en su casa porque no contaba con alternativas para transportarse”, cuenta Amadeo.
Por eso, el diseñador se enfocó en hacer adecuaciones a una silla de ruedas para ayudar a estas personas a ser más autónomas. Fue tal su determinación, que dedicó su tesis a la materia. Con ella resultó uno de los 21 finalistas del Annual International Bicycle Design Competition 2007 , en Taiwán, donde presentó ante diseñadores de todo el mundo por primera vez su DT Bike.
“Era algo muy innovador para su época”, dice Vanessa. Se trataba del diseño de un propulsor manual y una rueda frontal, que se adaptaban a una silla de ruedas convirtiéndola en una bicicleta. De este concurso, Amadeo ganó lo equivalente a 50,000 pesos, que guardó para echar a andar su negocio. En tanto, registró su diseño como modelo de utilidad ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI ).
Amadeo comenzó a trabajar en Biciclo, mientras Vanessa terminaba su carrera, donde puso especial interés en el diseño de productos incluyentes. Ella creó una serie de juegos para niños con capacidades diferentes y con su tesis también ganó un concurso, del que obtuvo 20,000 pesos.
Tres años después, una vez graduados, pensaron que era momento de montar la empresa. “Pero no sabíamos nada de números, de mercadotecnia, negocios ni nada”, reconocen. Lo único que tenían claro era que se iban a enfocar en hacer productos incluyentes relacionados con la movilidad. El punto de partida era el diseño de la DT Bike de Amadeo.
“Lo veo como un barco en el que sabíamos que nuestra brújula apuntaba a tener una línea de productos donde estaba la bici para personas con capacidades diferentes y otras ideas. Pero en el trayecto teníamos que llegar a islas, cargar mate- riales y maquinaria”, recuerda el joven.
Por eso, comenzaron vendiendo unos juegos incluyentes a la asociación Vida Digna, en San Luis Potosí. Con lo que ganaron, compraron maquinaria, pero no era suficiente, recuerda Vanessa, por lo que se enfocaron a hacer otros prototipos para no tener que bajar la cortina. Hicieron una bicibiblioteca; un Cyclomelette, para Bachoco; fabricaron 500 bicicletas para el programa Bicipuma; una bicicleta modular para Bicicom, que ahora son sus socios, entre otros. Harían eso, en lo que perfeccionaban la DT Bike, decían.
“Como diseñadores industriales queríamos tener un modelo perfecto y no fue sino hasta tres años después, cuando nos incubamos en Startup México ( SUM ), que identificamos que lo que realmente necesitábamos era un producto mínimo viable para salir al mercado”, dice Amadeo.
Como no hay emprendedor sin suerte, en 2015, durante la exposición La vuelta a la Bici del museo Franz Mayer, tuvieron el tino de conocer a la secretaria del Medio Ambiente, Tanya Müller, quien estaba impulsando el proyecto Muévete en bicicletas. “Pasó junto a nosotros y al ver la DT Bike nos preguntó de qué se trataba y prometió contactarnos”, cuenta Vanessa.
Los llamaron y meses después coloca- ron cuatro de sus diseños en una de las cicloestaciones de CDMX en Reforma. A partir de ahí, su diseño comenzó a hacerse más popular. “El crecimiento ha sido orgánico, a través del boca en boca y redes sociales”, dicen los emprendedores, quienes aseguran escuchar atentos a sus usuarios para mejorar sus productos. “Es que el modelo siempre lo estamos perfeccionando”, comentan.
Ya desde su graduación de SUM en 2014, los emprendedores fijaron sus esfuerzos hacia la DT Bike, pese a que todavía cuentan con una línea de negocios dedicada a proyectos especiales. Con el apoyo de la incubadora, delinearon una estrategia que les permitió salir de la cochera de los papás de Amadeo y montar un taller de 100m 2 .
Ecotenka trabaja con un modelo de producción bajo demanda: fabrican sólo las bicicletas que venden previamente. Esto les permite llevar un mejor control de los números y ofrecer mayor personalización. Hoy comercializan una silla de ruedas con el propulsor manual a partir de 15,900 pesos y el propulsor manual desde 7,900 pesos.
Los jóvenes explican que sus productos son una combinación de acero, aluminio, madera y plástico, pero que a diferencia de los que se venden en países desarrollados cuentan con un diseño práctico y funcional, que los saca de la categoría de un dispositivo médico. Aún siendo de acero, el equipo pesa 8.5 kg, es decir, es más ligero. Además, es más económico, pues uno similar en otros países cuesta al rededor de 2,800 dólares.
Este año quieren cerrar varias alianzas y consolidar la venta en México. También ya mandaron los primeros prototipos a Canadá con miras a exportar.
Ya diseñan un bipedestador que ayudará a las personas a mantenerse de pie y hacen adecuaciones a su EKA Bike -un modelo de bicicletas urbanas- para que puedan convertirla en un vehículo eléctrico.
Amadeo bromea y reconoce: “Somos como un demonio de Tazmania que no para”.
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