Los 5 consejos para emprender al estilo de Tulio y ’31 minutos’
Aunque de pronto la memoria nos engañe y parezca que '31 minutos' lleva al aire tres lustros, en realidad apenas estuvieron en la tele cuatro temporadas.
GUADALAJARA.- ¡Tulio, estamos al aire! Por más de 15 años, esta frase ha formado parte del lenguaje de niños (y hasta de los ahora veinteañeros) que rieron y aprendieron con el programa 31 minutos.
Pero la que parece una historia de éxito al estilo Hollywood –los periodistas con pocas perspectivas laborales que crean un concepto para concursar por un fondo público e inician así su camino a la fama internacional– es en realidad mucho más compleja, interesante y aleccionadora.
Aunque de pronto la memoria nos engañe y parezca que 31 minutos lleva al aire tres lustros, en realidad apenas estuvieron en la tele cuatro temporadas. En el camino, tuvieron que lidiar con obstáculos como una generación que cambió esa pantalla por las de sus dispositivos móviles y el fracaso comercial de su película.
“En el fondo, la vida de 31 minutos también está ligada a la sobrevivencia de 31 minutos”, cuenta Álvaro Díaz, uno de los creadores de la serie chilena.
“31 minutos nació como una serie de televisión, pero con el tiempo ha sido mucho más que eso, y por eso tiene 15 años y no vive solo de la nostalgia”.
En una conferencia que impartió en el marco del Congreso Internacional del Departamento de Comunicación, Lenguajes y Multimedia (Cidcap) de la Universidad del Valle de Atemajac (Univa), Díaz compartió con los estudiantes la historia, peripecias y lecciones de este concepto.
Consejos para emprendedores el estilo de 31 minutos
Apuesta al proyecto que te llene
En realidad, al inicio a Díaz no le gustaba la idea de hacer un programa infantil: no quería ser una suerte de Chabelo –o sus similares chilenos–, pero en esa época no tenía demasiadas oportunidades laborales.
Con todo, no apostaron por seguir una fórmula ya hecha, sino que buscaron crear una distinta: “Empezamos a hacer un programa que fuera como nosotros creeríamos que es un programa que nos gustara a nosotros cuando éramos niños”, dice.
Aprende de las lecciones que te da la casualidad
Antes de 31 minutos, la idea de Álvaro Díaz y Pedro Peirano fue la de hacer El gabinete del doctor Mojado, un programa “conducido” por un pez desde su pecera.
“Lamentablemente, ese pez murió inmediatamente después de la grabación (del piloto)”, cuenta Díaz.
Eso los dejó con la intención de hacer un programa para niños, la oferta de recibir fondos públicos si promovían un mensaje medioambiental… y un primer personaje fallecido.
Así que pensaron en uno de los ahora clásicos de la serie: La ruta de la caca .
“Dije ‘ya, hagamos algo, no sé, con la caca’ y empezamos a grabar con unos títeres que tenía mi socio, que tenía Pedro, unos títeres que tenía en la casa”, recuerda.
“Esa nota en particular generó esa idea de hacer notas periodísticas medias serias que, además, tenía ese nombre muy llamativo, que era La ruta de la caca, hecha con títeres, hecha muy sucia (pero que) tenía un atractivo”.
Sin quererlo, habían descubierto algo que terminó por ser fundamental: “que los títeres, hablando de manera seria, como periodistas serios, y mostrando realidades que eran ajenas al mundo de la televisión infantil, ajena al rosado, a los colores chillones, tenían una cosa magnética”.
Reponte de las críticas, ajusta y reintenta
El primer equipo de 31 minutos no tenía prácticamente ninguna experiencia haciendo televisión, así que luego de crear el piloto enfrentó la primera negativa y era una crítica de peso: la del canal que iba a transmitirlo.
“El director del canal de televisión en ese minuto, que era el Canal de Televisión Nacional –que era el canal público más grande de Chile y un canal muy grande, además– dijo que sobre su cadáver daban eso en televisión”, señala.
“Entiendo porque él veía la formalidad, él veía una cosa muy desprolija, pero lo que pudimos ver nosotros era que algunas de esas cosas funcionaban y funcionaban muy bien; que los títeres actuaban muy bien y si uno hacía mejor esos títeres, iban a actuar mejor”.
Evita caer en la soberbia
Luego de las primeras tres temporadas –2003, 2004 y 2005–, 31 minutos pasó de la Televisión Nacional chilena a Nickelodeon y a ser conocido en toda América Latina. Además, se grabó su primer disco, lo que les dio a sus productores la falsa sensación de que la suerte no dejaría de tratarlos bien.
“Uno pasaba por el centro y caminaba por el lugar más populoso, el lugar con más flujo de gente de Santiago, y todas las disquerías, todos los locales, tenían el disco de 31 minutos y dije ‘aquí, estoy siendo testigo de que participo de la creación de un fenómeno’ y tuve el pensamiento que nunca hay que tener en la vida: dije, ‘vamos listos, voy a ser millonario’”, recuerda Díaz.
“Al contrario, cuando uno tiene ese pensamiento es el inicio de tu declive porque tú crees que ya no tienes que trabajar más y todo eso, mentira”.
Así comenzaron a concretar un proyecto con el que habían soñado desde un principio: la creación de una película, pero la conclusión de este logro casi acaba con el concepto.
“La película no fue lo que nosotros esperábamos en términos de público, ni de éxito (…). Una película que tenía que demorarse un año en producirse y costar, qué sé yo, un millón y medio de dólares, costó 2 millones y medio de dólares y se demora tres años en producirse”, precisa.
“Nos pasó lo que nos pasa a todos: cuando te va muy bien, tú crees que siempre te va a ir bien y te pegas los excesos que quieras, y la película era un exceso; un exceso del que salimos parados apenas. Llegamos al año 2008 estrenando la película y tuvimos que empezar a hacer otras cosas: 31 minutos como que baja la cortina después de la película, el equipo se desmiembra y seguimos cada uno con proyectos particulares”.
Reinvéntate siempre
Después de años de inacción, en 2012 los organizadores del festival musical Lollapalooza Chile les preguntan si quieren tocar en vivo. 31 minutos ya había pasado de la televisión a los discos, pero tocar en vivo era un reto totalmente distinto.
Aceptaron y, en palabras de Díaz, “fue una bomba”.
“(Si) hace cinco años me dices que hubiera estado de gira en México todos los años o haciendo shows en Chile y viviendo esa vida que parece de fantasía (…), me parece impensable y se dio casi por una casualidad. Esa casualidad le dio una vida completamente nueva a 31 minutos”.
Esa capacidad de reinvención los ha ido llevando cada vez más a crear contenidos para redes sociales e, incluso, a la creación de proyectos paralelos.
“Estamos buscando un nuevo lenguaje y nuevas ideas que sean como 31 minutos, o sea, que vengan de esa misma rama, que uno esté viendo esa misma ideología, pero que sean otras cosas y, por ejemplo, ahora estamos en un proyecto que se acerca más al terror y que podría ser un poco más, no sé si adulto, sino que explora otras dimensiones de los mismos niños”.