Ahora que cerramos más un año, es el momento de comenzar a pensar en nuestros objetivos para 2023. Después de la pandemia y a medida que las organizaciones adoptan el trabajo híbrido, la automatización y la transformación digital, se necesitan nuevas competencias y habilidades humanas.
El enfoque de la mayoría de las organizaciones el próximo año debe ser aumentar los índices de diversidad e inclusión. Por ello, creo que seguirán aumentando las habilidades humanas, como la curiosidad, la comunicación no verbal, la flexibilidad y la creación de relaciones, entre otras.
Otro punto de atención para el próximo año será una posible recesión mundial que dificultará los negocios de las empresas de todo el mundo. En este contexto, apostar por el aprendizaje puede ser una herramienta inestimable para que las empresas luchen contra la crisis.
Creo que en esta coyuntura, las habilidades personales serán aún más valiosas, ya que la gente tiende a valorar más las habilidades que se prolongan más.
Los conocimientos que pueden servir en varias funciones, y utilizarse en muchas situaciones, por lo tanto, pueden ayudar a un empleado (y a su empresa) a enfrentar el cambio. Estas habilidades flexibles pueden mitigar el riesgo de perder el empleo, lo que permite a un empleado asumir un nuevo rol o trabajar en un proyecto diferente.
Habilidades como el liderazgo, la gestión de las transformaciones y la comunicación pueden aplicarse en varias situaciones, industrias y geografías. Las empresas que inviertan en upskilling desarrollarán una mayor agilidad y capacidad de respuesta a los cambios repentinos del mercado. Por ejemplo, si tienes que crear un nuevo producto repentinamente, las habilidades de comunicación, liderazgo y design thinking serán invaluables. Si su personal necesita cambiar súbitamente la manera en que realiza el trabajo, cómo fue durante la pandemia, será esencial saber manejar el cambio.
Las competencias técnicas, como la programación, los datos y las habilidades digitales, pueden enseñarse fácilmente a través de un curso, de la formación con un instructor o en el puesto de trabajo. Sin embargo, las habilidades cognitivas superiores y las “habilidades de poder” (las que tienen aplicaciones en muchas funciones y sectores) son más difíciles de desarrollar mediante el aprendizaje formal. Se desarrollan en el puesto de trabajo, a través de experiencias, fuera del trabajo a través de proyectos paralelos, y a través de esfuerzos autodirigidos.
La demanda de este tipo de competencias seguirá creciendo exponencialmente, sobre todo a medida que la automatización se generalice. Las máquinas están muy lejos de dominar el arte de la creatividad, el pensamiento crítico, la toma de decisiones y el procesamiento de información compleja.
Ante los numerosos cambios que se vislumbran en el horizonte debido a las crisis y perturbaciones del panorama político y económico, es crucial fomentar el hábito del aprendizaje continuo. Es necesario que las personas tengan cierta destreza digital y la capacidad de cambiar cuando surgen nuevas ideas, estrategias y modelos de negocio.
No basta con confiar en las habilidades y conocimientos adquiridos hace décadas en la escuela, el colegio o la universidad.
La formación continua es un hábito que todo el mundo debería incluir en sus propósitos para este próximo año. Sin embargo, no es una actividad unipersonal. Se necesita un equipo para ayudar a alguien a crear los hábitos de aprendizaje adecuados, desde las instituciones académicas que inician a las personas en el aprendizaje hasta los empresarios que siguen mejorando las cualificaciones en el lugar de trabajo. Y, por supuesto, las propias personas que, en última instancia, son dueñas de sus carreras y de la mejora de sus competencias.
