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La economía invisible de las labores domésticas y el cuidado

La silenciosa economía del cuidado y las labores domésticas ha sido subvalorada y relegada a un segundo plano, pero todos dependemos de ella.

Las labores domésticas son un trabajo que, en la mayoría de los casos, no remunerado.
Las labores domésticas son un trabajo que, en la mayoría de los casos, no remunerado. © Depositphotos.com

En nuestra sociedad hay una actividad económica que todos conocemos, que nos beneficiamos de ella, pero rara vez reconocemos su magnitud. Me refiero a la economía del cuidado y las labores domésticas. De acuerdo con el INEGI, en 2021 las labores domésticas y de cuidado, realizadas principalmente por mujeres, representaron 26.3% del PIB nacional. Sin embargo, como sociedad seguimos sin reconocer que el trabajo en la casa es justo eso, un trabajo. No solo eso, es un trabajo, en la mayoría de los casos, no remunerado. 

A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel crucial en el cuidado de sus familias, comunidades y sociedades en general. No obstante este trabajo ha sido subvalorado y relegado a un segundo plano. Es hora de arrojar luz sobre la economía del cuidado y reconocer su papel vital en la construcción de una sociedad sostenible e igualitaria.

Todo lo que implican las labores domésticas

El trabajo de cuidado incluye una amplia gama de tareas, desde cuidar de los niños y los ancianos, hasta realizar tareas domésticas como cocinar, limpiar y lavar la ropa. También abarca el cuidado emocional, el apoyo psicológico y la asistencia en momentos de enfermedad o crisis. Este trabajo es esencial para el bienestar y la cohesión de nuestras comunidades y, sin embargo, a menudo se considera una responsabilidad natural de las mujeres, lo que perpetúa estereotipos de género y desigualdades.

Además del trabajo de cuidado remunerado, las mujeres también realizan una gran cantidad de trabajo invisible. Esto incluye tareas que son esenciales para el funcionamiento de la sociedad, pero que no se reconocen ni se valoran adecuadamente. Por ejemplo, las mujeres suelen ser las encargadas de organizar y coordinar las actividades del hogar y de la familia, gestionar las finanzas, hacer citas médicas y llevar a cabo trámites burocráticos. A menudo, este trabajo no se contabiliza en las estadísticas económicas y no se considera como una contribución significativa a la economía.

Las labores domésticas también abarcan el cuidado emocional / Imagen: Depositphotos.com

Reconocer la economía del cuidado

La economía del cuidado es un pilar fundamental de la sociedad. Sostiene a las personas en su día a día y permite que otras actividades económicas y sociales puedan llevarse a cabo de manera efectiva. Sin embargo, la falta de reconocimiento y valoración de este trabajo tiene consecuencias significativas, tanto para las mujeres que lo llevan a cabo como para la sociedad en su conjunto.

Cuando hablamos del trabajo del hogar no remunerado encontramos dos problemas. Por un lado tenemos a aquellas mujeres cuya actividad primordial es encargarse del hogar y de la familia, ellas son tratadas como “madres que no trabajan”, su trascendental aportación al hogar usualmente es dada por hecho y no se reconoce el arduo esfuerzo que realizan. No se reconoce que #CuidaresTrabajar

Por otro lado, tenemos a las mujeres que realizan la “doble jornada”, aquellas que además de tener un trabajo asumen las labores del hogar. Llegan a casa después de un largo día y aún deben de encargarse de asegurar el correcto funcionamiento de su hogar o ser juzgadas por la sociedad por no cumplir con “su papel”.

Valorar adecuadamente la doble jornada de las mujeres

Es fundamental reconocer el valor del trabajo de cuidado y del trabajo invisible realizado por las mujeres. Esto implica políticas y acciones concretas para abordar la desigualdad de género y redistribuir las responsabilidades de cuidado de manera más equitativa. Esto puede incluir el establecimiento de políticas de licencia parental pagada, el acceso a servicios de cuidado infantil asequibles y de calidad, y el fomento de una mayor participación de los hombres en el trabajo de cuidado y en las tareas domésticas.

Asimismo, es necesario valorar y contabilizar adecuadamente el trabajo de cuidado en las estadísticas económicas y en los sistemas de contabilidad nacional. Esto permitirá una mejor comprensión de la contribución del trabajo de cuidado a la economía y una toma de decisiones más informada y equitativa.

Muchas mujeres tienen la doble jornada de las labores domésticas después de sus empleos / Imagen: Depositphotos.com

Es tarea de todos, no solo de las mujeres

En conclusión, la economía del cuidado y el trabajo invisible de las mujeres son fundamentales para la sostenibilidad y el bienestar de nuestra sociedad. Reconocer y valorar este trabajo es crucial para avanzar hacia una sociedad más igualitaria, justa y sostenible. Es responsabilidad de todos y todas trabajar en conjunto para lograr la equidad de género y el reconocimiento del valor intrínseco del trabajo de cuidado realizado por las mujeres. Solo así podremos construir un futuro en el que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar su potencial y contribuir plenamente al progreso de nuestra sociedad.

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autor Apasionada de la lucha de género y el empoderamiento de la mujer, desde el conocimiento de emprendimiento y estrategia de negocios hasta el amor propio y la aceptación.