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El joven que prestaba dinero a las mujeres en la camioneta de sus papás

Podemos Progresar fue fundada por Fernando y Claudio, amigos desde la infancia, quienes buscan ayudar a las mujeres para que inicien o mantengan su pequeño negocio.

Cofundadores de los microcréditos de Podemos Progresar.
Cofundadores de los microcréditos de Podemos Progresar. © Cortesía Podemos Progresar

El 26 de marzo de 2010, la plaza central del ayuntamiento en el municipio de Nicolás Romero, Estado de México, fue testigo del nacimiento de Podemos Progresar, microfinanciera que apoya a mujeres emprendedoras de bajos recursos. En la puerta trasera de la camioneta de sus padres, una Ford Explorer, modelo 98, color arena, Fernando Orta comenzó a otorgar microcréditos.

Después de haber trabajado un año como tesorero en ese municipio, pudo estar cerca de estas mujeres que necesitaban capital para iniciar o hacer crecer un negocio, y así tener una entrada de dinero para sus familias. Fue cuando vio la oportunidad de ayudarlas con préstamos.

Antes de poner una oficina, quería probar que el modelo de negocio funcionaría, pero, para su sorpresa, durante el primer día, pudo constatar la necesidad que existía: prestó dinero a un grupo de ocho mujeres: un total de 40 mil pesos.

“Ya arranqué y estoy emocionado porque ellas (las mujeres) están motivadas y contentas con el préstamos”, le dijo Fernando a Claudio, su actual socio y amigo de la infancia, el primer día que empezó.

Amigos de la primaria

Fernando Orta, fundador de Podemos Progresar y ‘guardián de metodología’ como él se considera, pues, “la responsabilidad del director general es asegurarse que la cultura de la organización se mantenga viva”, asegura, junto con Claudio Schlegel, socio y coordinador de finanzas, crearon esta empresa con el fin de ayudar a mujeres de bajos recursos con un negocio: desde un puesto de papas hasta una miscelánea.

Fernando y Claudio son amigos desde que iban en el primer año de primaria. El primero realizó todos sus estudios en Estados Unidos y soñaba con ser financiero. A pesar que durante su época estudiantil estuvieron distanciados y sólo se veían durante los periodos vacacionales, nunca perdieron contacto.

Apasionado de los números y las microfinanzas, Fernando nunca se identificó con la cultura de las grandes instituciones bancarias de Nueva York. Habló con sus papás y anunció su regreso a México.

“Fueron pláticas difíciles, pues ellos creían que estaba tomando una muy mala decisión para mi futuro. En algún momento, sentí que los defraudé pero siempre me apoyaron”, recuerda el fundador.

Así comenzó a prestar dinero de los ahorros que tenía, durante seis meses en la parte trasera de la camioneta de sus padres, cuando se le acabó el capital recurrió a todas las personas que conocía para poder continuar. Poco a poco el proyecto empezó a tener forma.

Una idea poco realista de microcréditos

A un mes de que Fernando volviera de Estados Unidos y con el deseo de ya no irse de su país, le contó a Claudio la idea de fundar esta empresa de microfinanzas y microcréditos para mujeres de la base de la pirámide. Él se mostró interesado y el concepto le encantaba. Aunque Claudio sabía que la idea era poco realista y entendía que no iba a ser sencillo, decidió apoyarlo.

“Fernando sonaba muy entusiasmado y me gustaba mucho la idea que tenía de cambiar la vida de las personas. Creía ciegamente en él. Así que tomé mis pocos ahorros, se los di y nos aventamos”, recuerda el coordinador de finanzas.

Podemos Progresar busca otorgar microcréditos a mujeres que sean el sustento de las familias, que cuenten con un negocio que ya tenga tiempo funcionando y demuestren que quieren superarse. A los únicos emprendimientos que no se les otorga préstamos son a los negocios de giros negros como la piratería.

Está financiera sabe que este sector socioeconómico tan vulnerable no sólo necesita capital para iniciar un pequeño negocio. Por eso, en los ‘centros comunitarios’ con los que cuentan se les otorgan a sus clientes servicios de salud, asesoría psicológica y legal, y educación financiera y de emprendimiento, con el fin de darles las herramientas necesarias para que salgan adelante.

“Nuestro objetivo es que la calidad de vida mejore, que su día a día llegué más allá. Hacer un cambio sólo se logra rompiendo paradigmas”, puntualiza Fernando.

Reducir la brecha

El objetivo de esta microfinanciera es detonar el potencial económico de esta base de la pirámide con microcréditos, ya que para que un banco otorgue un préstamo a este sector se les solicita contar con algún colateral: coches, terrenos, propiedades, cosas con las que no cuentan. Esto limita la posibilidad de acceder a un financiamiento por parte de instituciones bancarias, creando así una brecha de crédito de 60 mil millones de dólares para los negocios mexicanos, según un estudio de la consultora McKinsey.

En promedio, seis de cada 10 mexicanos trabajan en la informalidad, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), con datos obtenidos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Establecida como una Sociedad de Objeto Múltiple (sofom), Podemos Progresar otorga créditos a grupos de ocho mujeres y a cada una de las integrante se le da un monto de acuerdo al tiempo que ya lleve solicitando préstamos. La cantidad mínima que se da por grupo es de 40 mil pesos (cinco mil a cada una) y estos pueden variar de acuerdo a la necesidad de los negocios.

Parte de los requisitos de estos microcréditos que deben cumplir los grupos de mujeres es que todas deben ser conocidas o vecinas, que no vivan a más de 10 minutos de distancia, una de otra, en transporte público. Los pagos se realizan de manera semanal y el ciclo de cada préstamo es de 16 semanas, con una tasa de interés del 3.8% mensual.

Financiera con centros comunitarios

Cuentan con diferentes ‘centros comunitarios’ en municipios del Estado de México: Nicolás Romero, Atizapán, Naucalpan, Tlalnepantla de Baz, Tultitlán, Ecatepec y Villas del Carbón, en donde las señoras realizan los trámites para solicitar un microcrédito. Para evitar que las mujeres ocupen el dinero en pagar otras deudas o comprar electrodomésticos, se realiza una revisión de los documentos que validen el negocio para el que requieren el capital.

“Financieras hay muchas que han hecho un gran trabajo; Compartamos Banco es un ejemplo claro, pero nosotros estamos enfocados en cambiar a las personas con el crédito y el beneficio social que se les ofrece”, asegura Claudio.

Compartamos Banco, fundada en 1990, fue de las primeras financieras en ver la oportunidad que había en este sector de bajos recursos. Hoy, aunque no brinda servicios adicionales como Podemos Progresar, ha apostado por los seguros y las cuentas de ahorro. Durante el primer trimestre de este año su cartera creció 7.8% en comparación con el primer trimestre de 2016, (24,214 millones de pesos mexicanos).

En los primeros tres meses de 2017 Compartamos, quien otorga préstamos de 4 mil a 60 mil pesos, registró un monto de crédito promedio de 7,114 pesos. Mientras, Podemos Progresar colocó 8, 692 créditos, un monto mensual de 30 a 31 millones de pesos.

“No buscamos ser la más grande financiera ni competirle a las grandes ni queremos volvernos banco. Nosotros buscamos a las mejores señoras que quieran salir de la situación en la que se encuentren y a partir de ahí medir nuestro impacto”, puntualiza Claudio.

El fondeo que ha tenido esta financiera ha sido de tres formas: de reinversión de utilidades, líneas de crédito de la Secretaría de Economía por medio del Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario y a la Mujer Rural (Pronafim), de quienes también han recibido apoyos no crediticios para la apertura de sucursales y contrataciones, y trabajan en conjunto los talleres de educación financiera.

Microcréditos para “apagar fuegos”

“Las buenas organizaciones se tiene que reinventar todos los años. Cada crisis es el momento que necesitas cambiar”

Así lo reconoce Fernando, quien fue ganador del premio Emprendedor del Año en desarrollo de Ernst & Young. Para estos emprendedores, “todo ha sido un reto: confiar en que la gente pague, abrir una cuenta de banco de la empresa, armar un equipo comprometido, pero, el más complicado ha sido cambiar para bien la vida de las señoras”.

Dentro de los planes de la empresa están crecer y expandirse, abarcar todo el Estado de México, Ciudad de México y después lo estados cercanos: Querétaro, Puebla y Morelos. Actualmente, en la empresa trabajan con 90 personas.

Hoy, después de varios años, aquella camioneta que fuera su primera oficina, con la que comenzó a otorgar microcréditos a mujeres mexiquenses, continúa siendo parte del equipo, pero ahora con otra función: llevar despensa y materiales necesarios para los trabajadores de Podemos Progresar.

La emoción de aquel día de marzo en la plaza de Nicolás Romero sigue siendo la misma y ser testigos del agradecimiento que expresan las señoras por el apoyo nunca va a desaparecer, aseguran los amigos emprendedores. El nerviosismo y la incertidumbre ha cambiado con los nuevos retos y problemas que surgen día con día, pero Fernando Orta no pierde el rumbo ni la pasión por su sueño:

“Nos dedicamos a apagar fuegos y me siento muy afortunado, no podría vivir de otra manera”.

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