



¿En qué se parecen el coaching empresarial y las terapias de pareja?
Estoy segura de que estás súper familiarizado con el concepto de terapia en pareja, “intervención” psicológica que ayuda a las parejas que están pasando por un conflicto, una crisis o una fase de acartonamiento (concepto que desarrollé en mi nota anterior) para que puedan resolver sus diferencias y logren recuperar una convivencia sana, feliz y de crecimiento.
Uso este ejemplo para que puedan entender claramente el tema que les quiero compartir en esta nota pues, crean o no, en mi carrera de coach empresarial me he dado cuenta de que a veces soy como una especie de terapeuta de pareja. Tanto una relación de pareja como una empresa, hay que comprender que es una especie de sistema en el cual es común que surjan problemas y es importante que los involucrados asuman su responsabilidad para que se puedan obtener los resultados deseados.
En este sistema llamado empresa, a mí me toca ser Suiza. El país neutro que todo lo ve con una mirada imparcial. Y a ver, al tomar un coaching empresarial debe quedar claro que no te voy a traer una varita mágica que resolverá todo en un dos por tres. ¡No! El verdadero valor de un coach es tener a alguien que no está viciado ni con los procesos, ni con la gente involucrada, ni con lo que está ocurriendo dentro de la organización. Tal cual lo hace un terapeuta. ¿Ven las coincidencias?
Ahora bien, ¿cuándo acudir a terapia de pareja? Normalmente, cuando una de las partes de la relación alza la voz de alarma. En mi caso sucede cuando el área de Recursos Humanos me busca. Pero ojo, para que realmente funcione ambas partes tienes que estar dispuestas a colaborar y de esto, me gustaría indagar a continuación.
Hace un par de días me tocó dar un entrenamiento en una oficina; yo por lo general pido que no sea en una oficina para que se pueda romper un poco el esquema y para que el ambiente se sienta más fluido y ligero. Resulta que esta oficina era un verdadero muladar. Era -literalmente- una bodega con varios escritorios y computadoras. Además, varias de las personas llegaron tarde y con una actitud medio prepotente. Con actitud de “vengo a ver qué me vas a dar tú como coach”. Long story short, cancelé el entrenamiento.
No es la primera vez que me pasa algo parecido. Me ha tocado un sinfín de veces que cuando he entrado a entrenar a organizaciones, me doy cuenta de varias cosas:
Creo que esto es sumamente desafortunado porque de verdad este tipo de procesos y entrenamientos, que entre alguien ajeno y externo a una empresa, da varios beneficios.
Repito: soy esa especie de terapeuta de pareja que no te viene a mostrar ni contar cosas que no sabías. Al contrario, probablemente las dominas muy bien. Porque me ha pasado que cuando entro a una organización a veces me dicen: “Todo esto que me estás presentando ya lo habíamos visto o ya lo sabemos”. Sí, YO SÉ. Pero el hecho de que yo sea neutra, hace que ustedes hablen y se traten de una manera distinta y eso va a traer resultados distintos.
Es un entrenamiento que tiene como objetivo desarrollar nuevas y mejores competencias y no solamente las hard skills, sino también las soft skills de las personas. Sí, este tipo de procedimientos aumentan la productividad y fortalece al equipo, pero también benefician al factor humano y a veces eso vale más que lo que hace la persona en la empresa. Recuerda: lo humano vale más que lo mecánico. Teniendo esto en mente, sobre todo si eres del área de RH de tu empresa, te aconsejo que dejes de ver al coaching empresarial como una cuota que solo hay que llenar o solo para que la gente sienta que les estamos dando algo. Que de verdad hagas una investigación profunda de lo que se necesita y no solo se contrate algo solo porque sí.
Si ya vas a llevar un proceso de este tipo, trata que de verdad tenga el valor que merece para tu empresa y para la gente que la compone. Para el clima organizacional, para el sentido de pertenencia, para la comunicación.
Y para este punto, es sumamente importante que se prepare a la gente antes de que vaya al entrenamiento porque repito: es parte de su trabajo. No es “me mandaron”. Las personas deben de tener el chip que esto también es parte de su crecimiento, tanto dentro de la empresa como en el ámbito personal. Que les quede claro que parte de su misión en esta vida es mejorar y evolucionar.
Volviendo al ejemplo de terapia de pareja: de nada va a servir la sesión si alguno de los dos involucrados llega con la peor disposición o, peor aún, sintiendo que lo obligaron a ir.
Un entrenamiento empresarial no es un curso de dos horas y media y ya. Tan, tan, se acabó.
No es solo un momento fugaz. Personalmente en mis entrenamientos siempre hay un seguimiento claro y puntual, ya sea de manera virtual o presencial.
Hago hincapié en esto porque a veces se cree que el trabajo de un coach no funciona y estoy aquí para desmentirlo. No es que no funcione, es que no se le da la atención y el seguimiento debido. Nos pasa muy seguido que a veces ya no le queremos poner el tiempo ni la energía para hacer ese cambio, esa evolución. Ya no queremos emplear esa fuerza para mover contextualmente un problema en alguna empresa.
Me ha tocado que de 200 personas que han entrado a un entrenamiento conmigo, solamente 30 personas llegaron el tercer nivel (el último) y de esos 30, solamente 3 van a sostener lo aprendido en el curso por el resto de sus vidas. ¡Menos del 2%!
Mi propósito es que todo mundo se reconozca como parte de un equipo, pero que también reconozcan sus talentos y sus oportunidades.
Creo que lo padre de estos lugares de crecimiento, independientemente si es con un coach o no, con un terapeuta de pareja o no, es que te invitan a preguntarte qué vas a aprender, porque siempre se puede aprender algo. Que pienses qué vas a dar tú y te alejes del qué te van a dar a ti. Creo que eso es lo que realmente nos hace crecer como equipo y como líderes. Tener el mindset de “Qué voy a aportar”. Eso es lo que realmente te hará crecer, eso es lo que realmente te hará sobrellevar esa “crisis de pareja”.