La comida es de las principales cosas por las que vale la pena estar en este mundo. Hay alimentos que, por más que nos encanten, resultan dañinos para nuestro cuerpo. Pero, ¿hay comida que puede atrofiar nuestra inteligencia y hacernos más tontos?
En realidad no hay platillos específicos que puedan hacer que una persona se vuelva menos inteligente, pero algunos alimentos pueden afectar temporalmente el rendimiento cognitivo y la capacidad de concentración.
Los especialistas en salud coinciden en que cualquier persona que quiera estar saludable y preservar su inteligencia debería evitar ciertos alimentos para que no afecten su desempeño cerebral. Como emprendedor (y como ser humano) es más que importante tener afinado el raciocinio y pensar con claridad.
Consumir demasiada azúcar puede causar fluctuaciones en los niveles de glucosa en la sangre, lo que puede afectar negativamente la memoria y la atención. Los CDC de Estados Unidos advierten que los niveles altos de azúcar en la sangre con el tiempo daña los vasos sanguíneos del cerebro que transportan sangre rica en oxígeno. Cuando tu cerebro recibe muy poca sangre, las células cerebrales pueden morir. Esto se llama atrofia cerebral y puede causar problemas con la memoria y el pensamiento y, finalmente, puede conducir a la demencia vascular.
Los alimentos procesados a menudo contienen grasas saturadas y azúcares refinados, que pueden afectar negativamente la concentración y la memoria. En este grupo se encuentran las comidas rápidas, las papas fritas y los bocadillos dulces.
Según un artículo publicado en la revista Science Alert comer alimentos ultraprocesados puede exacerbar el deterioro cognitivo relacionado con la edad y aumentar el riesgo de desarrollar demencia.
El alcohol puede afectar negativamente la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje. En general, el alcohol dificulta que las áreas del cerebro que controlan el equilibrio, la memoria, el habla y el juicio hagan su trabajo, lo que resulta en una mayor probabilidad de lesiones. De acuerdo con el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism (NIAA) de Estados Unidos, el consumo excesivo de alcohol a largo plazo provoca alteraciones en las neuronas, como la reducción de su tamaño.
Consumir demasiada cafeína puede afectar la capacidad de dormir y causar nerviosismo y ansiedad, lo que a su vez puede afectar el rendimiento cognitivo. Un estudio de 2021 descubrió que las personas que consumen más de seis tazas de café al día tenían un riesgo 53% mayor de desarrollar demencia y reducir sus volúmenes cerebrales totales. De esta manera, se aconseja a los adultos sanos que limiten su consumo diario de café a unas cuatro o cinco tazas, lo que equivale a unos 400 miligramos de cafeína por cada 24 horas.
Comer alimentos ricos en grasas saturadas, como carnes rojas y productos lácteos, puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y también puede afectar negativamente la cognición.
Un artículo guardado en la Librería Nacional de Medicina señala que el exceso o deficiencia de nutrientes específicos de la dieta afectan de manera diferente los procesos cognitivos, las emociones, el comportamiento, las funciones neuroendocrinas y la plasticidad sináptica con posibles efectos protectores o perjudiciales en la fisiología neuronal.
Comer alimentos con alto contenido de sodio puede aumentar la presión arterial y afectar el rendimiento cognitivo.
Según los National Institute of Health de Estados Unidos, los altos niveles de sal en la dieta causan un cambio químico en una proteína llamada tau. Este cambio, la fosforilación, puede hacer que tau se agrupe en el cerebro. Los grupos de tau están relacionados con algunas demencias, como la enfermedad de Alzheimer.
El abuso de edulcorantes artificiales, como el aspartamo, puede afectar la memoria y la capacidad cognitiva. De acuerdo con la revista SciElo, el exceso de esta sustancia causa dolor de cabeza, insomnio, irritabilidad, depresión, fatiga, vértigo, problemas visuales, gastrointestinales y menstruales.
Es importante recordar que la alimentación es solo uno de los muchos factores que pueden afectar la función cerebral. Por eso es recomendable tener una dieta equilibrada que incluya frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables, y limitar el consumo de alimentos procesados, azúcar y grasas saturadas.
Además, es importante hacer ejercicio regularmente, dormir lo suficiente y mantenerse mentalmente activo para mantener una función cerebral óptima.
