Seguro ya sabes que si tienes menos de 27 años perteneces a la Generación Z o Centennial. De ser así, es muy probable que ya tengas tu primer trabajo, estés por conseguirlo o lleves poco tiempo en el mundo laboral.
Los primeros pasos en la vida profesional son cruciales, no solo por la experiencia y el currículum, también porque es cuando debes aprender a balancear tus ingresos y gastos. La forma en que administras tus primeros sueldos es clave para sentar las bases de tu crecimiento financiero.
Si recién vas a iniciar tu trayectoria profesional y recibirás un salario por primera vez, o bien, si tienes menos de dos años trabajando, pon atención no sólo en tus labores diarias, sino en cómo gastas cada peso que recibes. Recuerda que durante este periodo estás forjando tu salud financiera a futuro.
También conocidos como GenZ, son los nacidos entre 1996 y 2015, y es la primera generación que se puede calificar como completamente digital y permanentemente conectada.
En su libro Entre generaciones, Alejandro Masco explica que los más grandes son hijos de la Generación X y comienzan a incorporarse al mercado laboral. Recientemente se acuñó el término ‘Zillennials’ o ‘MinionZ’ para englobar a los centennials de mayor edad y los millennials más jóvenes, ya que combinan características de ambas generaciones.
Los más pequeños de la Generación Z, que ahora tienen entre 8 y 17 años, son descendientes de los Millennial. Entre sus prioridades están hacer dinero y trabajar en una carrera satisfactoria. Son autodidactas (aprenden por tutoriales), innovadores, individualistas, creativos, confían en sí mismos y están sobre informados.
Los GenZ adultos ya comienzan a volverse independientes económicamente, pero hay varias trampas ocultas en la emoción de ganar dinero por tu esfuerzo.
Es común que esa sensación te haga creer que puedes empezar a gastar como magnate, pero si no sabes administrarte puedes acabar con deudas impagables y otros problemas que arrastrarás por años y frenarán tu crecimiento.
Si quieres empezar con el pie derecho evita:
Por más que se recomienda llevar un registro de cada peso que desembolsamos, pocos lo hacen. Los gastos hormiga rara vez se toman en cuenta, especialmente cuando el dinero se va ‘de a poquito’ en el cafecito de la mañana, cigarros, dulces, comprar comida o pagarle a la compañera que vende por catálogo. ¿Y si en vez de comparte esas papitas pruebas el reto de la botella para hacer ‘ahorro hormiga’?
Una de las ventajas al ser empleado es disfrutar los beneficios del mundo laboral: bonos por cualquier motivo, aguinaldo y caja de ahorro, entre otros.
En vez de ver esas prestaciones como un dinero extra que puedes despilfarrar (o peor, comprometerlo de antemano en deudas), piensa que es un incentivo para empezar a ahorrar y guarda la mayor parte. Algún día, ese ahorro podría convertirse en el capital para emprender con tu propio negocio.
Seamos sinceros, en esta etapa aún no estás 100% seguro de estar en el trabajo indicado o en ‘lo tuyo’. O quizá aún estés en el periodo de tres meses de prueba. En cualquie caso, no asumas créditos a largo plazo (ojo con los famosos ‘meses sin intereses’) hasta lograr una estabilidad que te permita mantener tu independencia financiera y pagar deuda al mismo tiempo.
A veces parece que los bancos e instituciones financieras ‘huelen’ cuando tienes tu primer trabajo. Entonces, te empiezan a llover ofertas para obtener tu primera tarjeta de crédito con requisitos mínimos. Ten cuidado. Es poco probable que siendo tan joven sepas usar bien una tarjeta de crédito. Vaya, a veces ni quienes llevan décadas ganando dinero saben administrarse apropiadamente.
Si vas a aceptar o solicitar una tarjeta de crédito, asegúrate de no gastar más de lo que ganas y pagar a tiempo. De lo contrario podrías iniciar una bola de nieve que te lleve directito al buró de crédito.
Al fin recibes un ingreso por tu esfuerzo y conocimiento. Cada quincena pasas algunos días difíciles, pero vas por buen camino. De pronto, un familiar o amigo se entera de que “ya trabajas”, y te pide un préstamo o ayuda para conseguir un crédito.
¡No lo hagas! Aún estás lejos de la madurez financiera. Asumir las responsabilidades de un tercero puede desencadenar una serie de crisis económicas a corto, mediano y largo plazo. Además de perder dinero, podrías manchar tu historial crediticio por una deuda ajena.
