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01-02-2018, 4:32:00 PM

El mejor consejo que recibirás para correr a un empleado

Tarde o temprano llega el momento de avisarle a uno de los colaboradores que no puede seguir siendo parte de tu equipo. ¿Cuál es a manera correcta de hacerlo? Nuestro colaborador recuerda el útil consejo que recibió en aquel primer despido.

© Depositphotos.com

Aún recuerdo la emoción en las palabras de Héctor el día que le hablé para avisarle que lo íbamos a contratar. El timbre de su voz era de emoción pura y yo me sentía tranquilo de haber encontrado finalmente a la persona que ocuparía el puesto que había estado vacante durante tanto tiempo.

—No te voy a quedar mal —más que una promesa hacia mí me daba la impresión de que Héctor se hablaba a sí mismo, como si en el fondo dudara de su capacidad.

Era un tipo alegre, con enorme don de gente. Todos lo querían y reían con él, pero no era eficiente. Se distraía, cometía el mismo error una y otra vez, y al final los pendientes que debía de resolver volvían a mí tres veces más grandes. Un par de meses después de haberlo contratado el problema era evidente: Héctor no daba el ancho.

Yo tenía muy poco tiempo siendo cabeza de equipo y me enfrentaba a una realidad: jamás había tenido que correr a nadie. Y lo que era peor, no tenía ni la más remota idea de cómo hacerlo. Cada día llegaba a la oficina con la esperanza de que algo hubiera cambiado, de que Héctor me sorprendiera con un trabajo impecable. Si eso sucedía mi dilema se terminaría y no tendría que enfrentar el momento de su despido. Pero las cosas iban de mal en peor y aunque el entusiasmo siempre estaba ahí, Héctor no mejoraba.

Ni en mis años de estudiante, ni en mis primeros años laborales alguien se había dado el tiempo de explicarme qué hacer ante una situación así. Supongo que habrá quién lo sepa de manera intuitiva, pero yo no. Temía estar siendo injusto en mi juicio y al final, lo último que quería era lastimar a Héctor.

Y por eso sufría y postergaba la decisión, poniendo en riesgo mi propio trabajo.

Decidí pedir ayuda y acudí con el Director Financiero de la compañía para exponerle el caso.

—¿Estás seguro de que lo quieres correr? —asentí sabiendo que no había marcha atrás.

—Lo primero que vas a hacer es dejarle claro que su desempeño no es el que esperas. No tiene que haber duda de ello. Redacta un documento con tareas y metas por alcanzar, revísalo con él, fija un plazo y que te lo firme. Una vez que se haya cumplido revisas los puntos con él y si no los cumplió, le explicas que ya no puede formar parte de tu equipo.

Así de claro.

Ese mismo día llamé a Héctor a mi oficina. Le expliqué lo que sucedía y me escuchó. Lo noté nervioso, pero al mismo tiempo atento a cada una de mis palabras. Entre los dos fijamos los puntos y redactamos el documento. Estuvimos de acuerdo en que 15 días eran suficientes para cumplir con las tareas especificadas. Le expliqué que si no cumplía con ellas se tendría que ir…

— Muchas gracias por darme otra oportunidad, —sonrío al hablar y yo me sentí tranquilo. Había sido claro con él. Ahora él sabía que había un problema real ligado a su desempeño.

Pasaron los 15 días y Héctor no cumplió con lo acordado. El puesto realmente no era para él. Ese día llegué temprano a la oficina y lo busqué para platicar. Yo estaba muy nervioso, pero al mismo tiempo sereno, pues él estaba consciente de la situación y de sus consecuencias.

Héctor dejó de trabajar ese día en la empresa.

Se despidió de mí con un fuerte abrazo y un sincero agradecimiento.

—Aunque haya sido breve disfruté mucho trabajar aquí. Y aunque no me lo creas aprendí mucho de ti…

Jamás lo volví a ver.

Héctor entró a trabajar a una agencia de relaciones públicas en donde brilló como pocos lo hicieron. En su nuevo puesto supo explotar su don de gente y dar resultados extraordinarios. Cada vez que oía que alguien se expresaba de él, era con elogios y con absoluto respeto.

Creo que yo me equivoqué al contratarlo para un puesto que no correspondía con su perfil. Y luego me vi obligado a aprender que la manera correcta de despedir a alguien es darle su lugar en todo momento. No sé si el consejo que me dio el Director Financiero sea el mejor, pero cuando me encuentro en una situación de ese tipo procuro ser claro y fijar un plazo (aunque hoy sé que esto no siempre se puede hacer).

Héctor falleció de manera súbita a finales de 2016.

La noticia llegó una tarde gris de diciembre, removiendo memorias y días pasados. Porque él fue parte de mi historia y de la de muchos más. Y hoy que lo recuerdo buscando una lección para un texto semanal en un sitio de emprendimiento y negocios, pienso que nunca le dije que yo también aprendí mucho de él.

Correr despidos
autor Escritor sin gluten. Pasa sus días imaginando que en algún momento tendrá tiempo para escribir todas las ideas que rondan por su cabeza. Experto en stoytelling y creación de contenidos.