Los clásicos vasos y platos de vidrio en color ámbar y verde, famosos por ser ultra resistentes y aguantar cualquier golpe, dejarán de producirse temporalmente. La firma de cristalería Duralex, creadora de la icónica vajilla indestructible, anunció que cerrará su única planta de producción, ubicada en Orleans, Francia. A raíz de la crisis global, el alto precio de la energía ha hecho insostenible el negocio.
Después de 77 años de existencia, la fábrica francesa paralizará sus hornos por al menos cinco meses, a partir del próximo 1 de noviembre. Es una medida para proteger su delicada situación financiera ante el encarecimiento del gas en Europa, un costo que ya no es capaz de asumir.
“En condiciones normales, los precios de la energía invertida en la fabricación de vidrio representan entre un 5 y un 7% de los costes energéticos de la facturación. Ahora están en un 46%, ¡un 46% de nuestra facturación es energía! Es absolutamente inviable”, explicó el presidente de Duralex, José Luis Llacuna, en entrevista con Catalunya Ràdio.
Los 250 empleados de la fábrica se irán a paro, pero al menos cobrarán el 95% de su sueldo durante los meses de cierre. Esto gracias a las ayudas del gobierno de Francia para proteger a los ciudadanos ante el repunte la inflación.
En el país galo, la inflación actual se sitúa en el 5.6% en el país galo, mientras que a nivel Unión Europea ronda el 10%. El cierre provisional también responde al llamado del gobierno de Emmanuel Macron para limitar el consumo de energía industrial durante el invierno.
Durante los próximos meses, el juzgado y la empresa nombrarán un administrador concursal para supervisar el negocio. Se congelarán sus deudas y Duralex tendrá que presentar un plan de negocios actualizado.
Llacuna asegura que tienen suficiente stock para seguir vendiendo “con normalidad” los próximos seis meses y “soportar el temporal”, pero no fabricarán más vajillas. Intentarán reanudar sus operaciones en abril de 2023, dependiendo de cómo evolucione la crisis energética y que el costo de producción sea más asequible.
El presidente de la marca asegura que Duralex y otras 300 grandes compañías europeas están en riesgo de desaparecer por la crisis energética. Advirtió que habrá “desastres” por los cierres, si no se fija un límite al aumento del precio de compra para las empresas.
“Si cierran las industrias productivas de Europa, ¿dónde iremos a comprar los productos que se producen hoy en Europa? Creo que todo el mundo sabe la respuesta y eso es totalmente contrario a lo que buscamos política e industrialmente”, agregó Llacuna.
En 2017, uno de los hornos de la fábrica se dañó mientras la reparaban y tuvieron que reducir la producción habitual de 160 toneladas al día, a solo 20 toneladas. Por supuesto, las ventas se desplomaron y hasta la fecha no han podido recuperar los niveles de 2016.
En septiembre de 2020, Duralex entró en suspensión de pagos y fue declarada en quiebra por un tribunal comercial de Orleans. Cuatro meses después, el grupo francés International Cookware, compró la marca por 3.55 millones de euros con un ambicioso plan comercial e industrial para rescatarla.
La fabricante de vajillas entró en concurso de acreedores en septiembre pasado, debido a la caída de sus ventas. El director comercial y de marketing de la empresa, Frédéric Morin Payé, explicó que la facturación se hundió un 60% durante los últimos meses.
Este paro podría ser la antesala al final de una marca icónica. Duralex nació en 1945, pero antes era una empresa de autos llamada Saint-Gobain, en los suburbios de Orleans. Ellos habían desarrollado un método para potenciar la resistencia de los cristales de los vehículos. La técnica consistía en utilizar vidrio templado a 700 grados y enfriarlo de inmediato, haciéndolo súper fuerte.
Fue cuando la compañía decidió cambiar su modelo de negocio y dedicarse a crear las famosas vajillas indestructibles. “Utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, páselo del hielo al agua hirviendo”, decía su publicidad de antaño.
En su máximo apogeo, durante las décadas de 1960 a 1980, la empresa empleaba a 1,500 personas. Los platos, tazas y vasos Duralex se importaban casi a cualquier rincón del planeta, convirtiéndose en un clásico de la vida cotidiana.
De hecho, es muy posible que tu mamá, tu abuelita o tus tías conserven algunas piezas que les han durado ‘toda la vida’.
