Conocer las diferencias entre una deuda buena y una mala es clave para tomar decisiones financieras informadas y construir un patrimonio sólido.
Hace 10 años, Ana tenía aprobado un préstamo por 400 mil pesos para hacerse de una propiedad, no sabía si utilizarlo, dado que su sueldo era muy bajo y no tenía claro si podría pagar mensualmente sin tener problemas, pese a ser un monto relativamente bajo; sin embargo, después de analizarlo con su esposo, decidieron comprar una casa en Cancún, pues, adquirirla en la Ciudad de México, donde vivían, no sería rentable y menos si por ese valor les daban una vivienda lejana a sus centros laborales.
Al poco tiempo, y con otro monto que tenían ahorrado, amoblaron la casa y la rentaron, contratando a un administrador que les ayudara con cualquier imprevisto, lo cual supuso que la casa casi se pagara sola. Para la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) la deuda es un instrumento de dos caras, una buena y otra mala, ya que puede significar un apoyo financiero para hacer de un patrimonio, o mal usada, puede connotar pérdida de dinero o incluso bienes.
Deuda buena: El secreto para construir un futuro financiero sin arriesgarlo todo
Una deuda buena suele ser la que se adquiere “para invertir en algo que genere ganancias en el futuro, es decir, una buena deuda reflejará beneficios a mayor plazo y duración. También suele definirse a este tipo de deudas cuando se destina en bienes duraderos, que su pago no rebase el 30% de tus ingresos mensuales, que te generen liquidez o haga crecer tu patrimonio”, explica la Condusef tras dejar claro que no todas las deudas son malas como suele pensarse.
La deuda buena se trata de un tipo de endeudamiento que, en lugar de limitar las finanzas personales o empresariales, las fortalece. Ejemplos típicos incluyen préstamos para adquirir bienes raíces, financiamiento para iniciar o expandir un negocio, y préstamos estudiantiles para adquirir habilidades valiosas. Este tipo de deuda puede actuar como un catalizador de la situación financiera y facilitar el acceso a nuevas oportunidades.
Al respecto, Condusef da algunos ejemplos de la llamada deuda buena:
- Deuda de apalancamiento para invertir o potenciar un negocio.
- La compra de un auto (de segunda mano en buen estado), el cual puedes poner a trabajar para ti.
- La hipoteca de una casa (que puedes poner en renta o habitarla y que liberare de este gasto mensual)
- El pago de un curso o maestría, que aumente las posibilidades de conseguir un mejor empleo, con mayor ingreso, o los conocimientos para emprender con mayores herramientas.
- El pago de un seguro de gastos médicos mayores, que la salud personal o familiar.
El caso de Antonia: Cómo una buena mala destruyó su patrimonio
El instituto explica que la deuda mala es aquella que no genera ganancias y que se contrae al adquirir activos que no son imprescindibles y que pierden su valor rápidamente, como unas vacaciones o compras de ropa o productos de marcas lujosas. Así, invita a no adquirir un préstamo que supere tu capacidad de pago o pagar el mínimo en las tarjetas, ya que eso generará intereses. Además, resalta la importancia de elaborar presupuestos mensuales que ayuden a controlar los gastos y no incurrir en gastos innecesarios.
Un ejemplo de la llamada deuda mala sería el caso de Antonia, una joven emprendedora mexicana, que decidió iniciar un negocio de venta de productos artesanales en línea. Al principio, las cosas iban bien y su tienda comenzaba a generar ventas. Sin embargo, enfrentó retos de flujo de efectivo. En lugar de buscar un financiamiento adecuado o reducir los gastos del negocio, comenzó a utilizar sus tarjetas de crédito personales para cubrir compras de inventario y publicidad en redes sociales.
La diferencia entre una deuda buena y una mala: un plan
Al principio, ese enfoque le permitió mantener el negocio en marcha, pero los altos intereses de las tarjetas de crédito (cerca del 45% anual) comenzaron a acumularse rápidamente. Pronto, la deuda se volvió inmanejable, y una gran parte de sus ganancias mensuales iban a saldar los intereses y las cuotas mínimas de sus tarjetas.
De esta manera, sin un plan claro para reducir la deuda, su negocio comenzó a tambalearse, ya que no podía invertir en nuevas oportunidades para expandir la empresa. Eventualmente, con asesoría financiera y una reestructuración de su deuda, logró refinanciar sus pagos a un crédito con una tasa de interés más baja y estableció un plan para salir de sus deudas en un plazo de tres años, así comprendió que existen diferentes tipos de deuda.
Para muchos empresarios en México y América Latina, la palabra “deuda” suele tener una connotación negativa, asociada a problemas financieros e inestabilidad económica. Sin embargo, no todas las deudas son iguales, y comprender la diferencia entre “deuda buena” y “deuda mala” puede ser la clave para construir un futuro financiero saludable.