



Imagina una niña de trenzas que, aún antes de aprender a escribir, alzó su voz para enfrentar la injusticia. Esa niña fue María del Refugio García Martínez, o “Cuca García”, quien convirtió su corazón en aula, su pasión en protesta y su fe en dignidad. Maestra rural, feminista y activista, su historia es el testimonio de un México que despertó a los derechos con palabras, huelgas y esperanza.
María del Refugio García Martínez nació el 2 de abril de 1889 en Taretan, Michoacán. Desde niña mostró inquietud por la justicia social. Con el apodo cariñoso de “Cuca García”, se convirtió en maestra rural y encontró en la educación el terreno fértil para sembrar ideas de igualdad.
En 1919, junto a figuras como Elena Torres y Juana Belem Gutiérrez de Mendoza, fundó el Consejo Nacional para las Mujeres. En 1935 fue cofundadora y secretaria general del Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), desde donde impulsó el sufragio femenino, la igualdad salarial y reivindicaciones agrarias con mirada inclusiva.
En 1937 —habiendo sido electa diputada por Uruapan— se le negó la toma de protesta por falta de reformas constitucionales. Cuca respondió con una huelga de hambre de 11 días frente a la residencia de Lázaro Cárdenas. Entonces, el gobernante se comprometió a hacer cambios al artículo 34, y en diciembre el Congreso otorgó la plena ciudadanía a las mujeres.
Además de su activismo político, García integró al Partido Comunista Mexicano y escribió en la revista Machete. Sostenía que problemas como la prostitución se originan en la pobreza y no se resuelven sin servicios públicos: educación, guarderías, vivienda y alimentación accesibles.
A pesar de su enorme legado, Cuca falleció en 1973 en condiciones de precariedad. Años después, en Michoacán, su nombre fue inscrito en letras de oro en el Congreso estatal como homenaje al heroísmo que encarnó; un gesto tardío, pero justo.
Cuca García no sólo fue una maestra, sino una arquitecta de derechos.
En un país que tardó en verla, sus pasos ayudaron a romper el silencio femenino y abrillantar el concepto del sufragio como derecho universal.
En el México actual, su ejemplo nos recuerda que la igualdad se construye con coraje, solidaridad y palabras que nunca callan.