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Cuando el CEO pone en riesgo a la empresa: el caso Musk y la licencia social de Tesla

Elon Musk, Mark Zuckerberg y otros lo demuestran: sin licencia social para operar, la genialidad empresarial no basta.

La licencia social ha ganado relevancia.
La licencia social ha ganado relevancia. © Hecho con IA vía ChatGPT.

Los CEO que desafían lo establecido, los fundadores que impulsan la frontera tecnológica y los emprendedores que reinventan industrias generan admiración y protagonismo. Sin embargo, incluso los líderes más visionarios deben tener presente que ninguna empresa opera en el vacío. Todas forman parte de un ecosistema complejo y profundamente interconectado. Y todos dependen de una licencia social.

La realidad es que la empresa está íntimamente entrelazada con su entorno, su comunidad, sus inversionistas, sus clientes… en fin, con todos sus stakeholders o grupos de interés.

Esta realidad ha quedado más clara que nunca con lo que está sucediendo con Elon Musk no solo en Estados Unidos, sino en el mundo.

Cuando el líder eclipsa a la empresa

Pocas figuras en el mundo empresarial han captado tanta atención como el CEO de Tesla y SpaceX. Su genialidad ha sido el motor, entre otros, de la revolución de la electromovilidad, la exploración espacial y las telecomunicaciones globales. Pero su creciente involucramiento en temas políticos, polarizantes e incluso provocadores ha comenzado a pasar factura a sus empresas.

LAS PLÁTICAS CON LOS LÍDERES Y EMPRENDEDORES DE AMÉRICA

En lo que va de 2025, las acciones de Tesla han caído alrededor de 36% (de $410.44 USD el 3 de enero a $259.16 USD al cierre del 31 de marzo). Más allá de ciclos del mercado, resultados financieros u otras coyunturas, existe una percepción creciente de que las decisiones de Elon Musk en el entorno político estadounidense están afectando directamente la licencia social para operar de las compañías que lidera.

Descubre más: ¿Por qué cae tanto la fortuna de Elon Musk?

La licencia social y su efecto

Este concepto —que nace de la interacción de la empresa con su entorno— se refiere a la aceptación informal, tácita pero fundamental, que una empresa obtiene de la sociedad para realizar sus actividades.

No es un permiso legal ni una concesión formal, sino la generación de confianza con base en el comportamiento, los valores y la coherencia de la organización frente a sus grupos de interés.

Hoy en día, este concepto también ha comenzado a ser cuestionado e incluso politizado. Algunos lo ven como una imposición ideológica o una presión externa; otros, como un imperativo ético para operar de forma responsable. Pero independientemente del lente con el que se mire, los casos recientes muestran que cuando un CEO falla en preservar esa licencia, el ecosistema reacciona con contundencia.

Cuando una empresa pierde o afecta su licencia social para operar, las repercusiones no tardan en reflejarse: boicots, cancelación de contratos, daño reputacional, pérdida de talento o presión regulatoria e, inclusive, muestras de violencia contra lo que la marca representa. Elon Musk y Tesla no son el único ejemplo.

El caso Meta: tecnología sin responsabilidad

Uno de los casos más emblemáticos de la afectación en la licencia social para operar en la última década ha sido el de Meta (antes Facebook). El caso de Cambridge Analytica, en 2018, reveló que los datos de más de 80 millones de usuarios fueron utilizados, sin consentimiento, para influir en procesos electorales, incluyendo la campaña presidencial de Donald Trump y el referéndum del Brexit.

La reacción de Mark Zuckerberg fue tardía, defensiva y profundamente técnica, desconectada del impacto ético y social del problema. Aunque compareció ante el Congreso de Estados Unidos y aceptó una multa histórica de 5 mil millones de dólares impuesta por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, el daño fue mayor: Meta perdió confianza entre usuarios, inversionistas y gobiernos. El cambio de nombre a “Meta” en 2021 fue interpretado por algunos como un intento de renovar la relación entre la empresa y sus stakeholders.

Empresas en juicio público constante por su licencia social

Estos casos demuestran que no basta con cumplir la ley o maximizar retornos. El juicio más importante hoy proviene del ecosistema en donde la empresa se desarrolla: de ciudadanos, clientes, empleados, autoridades que exigen coherencia, transparencia y responsabilidad.

Otros ejemplos abundan: desde Bud Light y su fallida campaña de inclusión, hasta Grupo México y el derrame en el río Sonora.

Cada caso es distinto, pero todos tienen un denominador común: el rompimiento de una legitimidad que les permitía operar con normalidad y en continua evolución.

Para saber más: El caso de la influencer trans Dylan Mulvaney y su campaña con Bud Light. ¿El público equivocado?

Más allá del desempeño financiero o la calidad del producto, las empresas son juzgadas por cómo se comportan, comenzando por su CEO.

El rol ético de los CEO en la era digital

En este contexto, los CEO deben ser más que estrategas y visionarios. Deben ser guardianes de la licencia social para operar de sus empresas.

Aunque en algunos círculos el concepto ESG ha sido reducido a una etiqueta o incluso convertido en un blanco político, su esencia sigue vigente: las empresas deben entender su rol dentro de un ecosistema más amplio y cuidar su relación con él.

La politización del debate no ha eliminado la expectativa social, sino que la ha hecho más visible y compleja.

Hoy más que nunca, en un entorno social y político volátil, liderar no es solo tomar decisiones difíciles: es entender cuándo una decisión, por brillante que parezca en el papel, puede romper el vínculo invisible que sostiene todo lo demás.

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