Renunciar es difícil, pero a veces es lo mejor que puedes hacer por tu salud. ¿Te identificas?
1. Pierdes los fines de semana
Muchas personas están de lunes a viernes pensando en todo lo que harán en su tiempo libre , en cómo y con quién disfrutarán.
En tu caso, durante sábado y domingo desperdiciarás todos los momentos pensando en el “terrible lunes” , previendo lo negativa que seguramente será la próxima semana.
Es así como padeces del “mal de anticipación” en el cual tus pensamientos negativos a futuro te impedirán vivir el presente con intensidad.
2. En las reuniones sociales no hablas de otra cosa que no sea de trabajo
¿Te resulta conocida la situación en la que todos conversan vivamente y tú los miras, sin tener nada para decir?. Te sientes ausente, a menos que alguien haga la pregunta fatal: “ ¿Y, cómo van las cosas en tu trabajo?”.
Ese será el instante en que comienzas casi a monologar, soltando un sinfín de quejas, reclamos y maldiciones.
Y si una persona de la mesa intenta mostrarte el lado positivo , o alternativas de solución las derribarás de una en una, situando a los demás en la misma espiral de impotencia en la que tú mismo te hallas.
3. Cometes actos fallidos
Según Freud, el acto fallido es una transacción entre las instancias conciente e inconciente de nuestra mente, en la que la primera deja salir a la luz los aspectos que la segunda trata de mostrar de forma cruda, a condición de modificarlos ya sea respecto de contenidos o de intensidades de energía.
Cuando el inconciente desea (y en eso no duda) cambiar de empleo pueden aparecer conductas en tu empresa como ausencias, tardanzas, olvidos etc. que anteriormente eran directamente imposibles en tu caso.
4. Piensas en cometer acciones deshonestas
No hace falta que llevemos adelante una acción de esta naturaleza para sentirnos mal con nosotros mismos.
El mero hecho de imaginar romper o descuidar la máquina que operamos, o llevarnos a casa sin querer una mercadería son francos indicios de que las cosas no andan bien en el trabajo y hace falta que lo asumamos.
5. Te descuidas físicamente
No hace mucho un cliente me decía: “Yo por esta empresa perdí el pelo y engordé 15 kilos”.
Debo decir que no fue un caso excepcional y que en más de una ocasión he conocido gente que pasó por lo mismo. Los más negadores insistían en que se trataba de otra cosa, que su descuido se vinculaba con temas personales o de otra naturaleza.
Sin embargo, en el fondo subyacía esta incomodidad con su trabajo , la que bien vale decir, para los demás estaba clara como el agua.
6. No te ríes ni diviertes como antes
No hay necesidad que hayas sido el alma de la fiesta para que notes la distancia enorme que existe entre pasarlo realmente bien y solo soportarlo.
Si tus amigos o pareja te dicen que antes reías más no te ofendas y piensa si tienes razón. Generalmente cuando los otros observan estos comportamientos están en lo cierto.
7. Tu vida sexual disminuye notablemente
Si bien no podemos hablar de estadísticas respecto a cuál es la frecuencia de los encuentros sexuales debido a que todas las parejas son únicas, la relación debes establecerla entre lo que era y lo que es.
Realizando una sencilla comparación entre cómo se daban las circunstancias de alcoba anteriormente, y fundamentalmente focalizado en tu nivel de libido o deseo, podrás tener una noción clara de cual es tu situación real en este aspecto.
Si te suceden estas u otras cosas similares, mi sugerencia es que asumas el problema y tomes cartas en el asunto.
A veces no resulta fácil cambiar de empleo. Entonces, ahí será la oportunidad para pensar qué cambios podrías generar en tu propio lugar de trabajo, ya sea en los métodos, en las formas o en las maneras de trabajar.
Lo que sí estoy seguro, es que en todos los casos, siempre debemos recordar que no hay retribución salarial suficiente para cubrir el gasto exorbitante que un padecer psíquico supone.