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En apariencia, The Velvet Sundown es una banda de soft rock melancólico con una estética vintage. Su álbum debut, Permanent Nostalgia, acumula millones de streams y se ha colado en playlists de música ambiental, indie acústico y lo-fi. Sin embargo, no hay entrevistas, biografías, ni presentaciones en vivo. Todo apunta a que la banda no existe en el sentido tradicional: no tiene integrantes visibles ni presencia en redes sociales ni medios especializados. Está completamente hecha por inteligencia artificial.
Una investigación de la BBC reveló que The Velvet Sundown forma parte de una red de “bandas fantasma” que alimentan algoritmos de Spotify con pistas creadas por estudios anónimos o inteligencia artificial. Su objetivo es sencillo: monetizar mediante repeticiones pasivas, insertándose en playlists con alto volumen de escucha. En lugar de crear una comunidad de fans, estas “bandas” venden atmósfera, no identidad.
El secreto del éxito radica en que su música es diseñada para encajar en playlists genéricas como “Café Indie” o “Lo-Fi Chill” sin sobresalir demasiado. Con acordes suaves, voces sin emoción y producciones limpias, The Velvet Sundown es ideal para sonar mientras estudias o trabajas. Según la investigación, muchas canciones parecen creadas por IA o productores freelance sin crédito, utilizando nombres estilizados y títulos evocadores.
Spotify paga a los creadores por reproducción. Si un estudio logra colocar cientos de canciones bajo múltiples alias —como The Velvet Sundown— y colarse en playlists automatizadas, puede generar ingresos constantes sin promoción activa. Esto ha creado una industria informal donde el contenido se diseña más para el algoritmo que para el público. Algunos expertos lo califican como “spam melódico”.
Varios artistas reales han criticado que este fenómeno resta visibilidad a músicos independientes auténticos, que luchan por un lugar en las listas. Por su parte, Spotify ha sido acusado de no controlar suficientemente estas prácticas, aunque no ha hecho declaraciones específicas sobre The Velvet Sundown. El riesgo es que se promueva un ecosistema musical donde la autenticidad quede desplazada por la eficiencia algorítmica.
Para saber más: Obras creadas con IA no tienen derechos de autor en México: ¿Qué implica la decisión de la SCJN?
The Velvet Sundown no está sola. Existen múltiples alias como Deep Watch, Cambridge Dreams o June Field, todos con patrones similares: nombres sonoros, estética retro y miles de streams sin un solo fan real. En muchos casos, las canciones comparten melodías o bases similares, lo que sugiere una producción industrializada. Estos perfiles actúan como franquicias musicales invisibles, difíciles de rastrear pero económicamente rentables.
Este caso plantea preguntas profundas sobre el valor artístico frente a la explotación de plataformas. Aunque no es ilegal, la creación de artistas ficticios para alimentar algoritmos puede desvirtuar el ecosistema creativo. The Velvet Sundown se ha convertido en símbolo de una nueva era: donde lo que importa no es la conexión emocional con el público, sino ganar tiempo de escucha a toda costa.
The Velvet Sundown no tiene rostro, historia ni seguidores… pero sí millones de escuchas. Su éxito en Spotify expone los puntos ciegos de la industria musical en la era del streaming: ¿puede una banda que no existe desplazar a músicos reales? La historia de esta banda fantasma nos recuerda que, en el universo algorítmico, la música puede ser solo ruido optimizado para monetizar.