



La icónica editora de moda Anna Wintour anunció su salida como directora de Vogue USA tras 37 años de liderazgo. La noticia, revelada durante una reunión el 25 de junio, sorprendió a la industria editorial y a su equipo. Esto marca el cierre de un ciclo que transformó la revista y la posicionó como referente global de la moda por casi cuatro décadas.
“Cualquier persona en el ámbito creativo sabe lo esencial que es seguir creciendo profesionalmente. Cuando me convertí en editora de Vogue, ansiaba demostrar a todos los que me escucharan que existía una nueva y emocionante forma de imaginar una revista de moda estadounidense”, declaró Wintour al equipo de Vogue en una reunión el jueves.
“Ahora, encuentro que mi mayor placer es ayudar a la próxima generación de editores apasionados a revolucionar el sector con sus propias ideas, respaldadas por una nueva y emocionante visión de lo que puede ser una gran empresa de medios. Y ese es exactamente el tipo de persona que necesitamos para ser la directora ejecutiva de Vogue USA”, agregó.
Wintour, nacida en Londres y ahora de 75 años, seguirá como directora global de contenidos de Condé Nast, la editorial matriz de Vogue, excepto The New Yorker. También se mantendrá como directora editorial global de todas las ediciones de Vogue y como directora artística de la editorial, según confirmó el propio conglomerado.
Ahora, Vogue busca un nuevo jefe de contenido editorial, mientras la industria observa atenta el rumbo de la publicación y el legado de una figura que inspiró incluso al cine y la cultura pop.
La salida de Wintour de la dirección de Vogue USA no significa un retiro del poder, sino una transición estratégica. Ella mantendrá el control como directora global de contenido de Condé Nast y de Vogue a nivel internacional, supervisando marcas como Wired, Vanity Fair, GQ y Glamour.
La empresa anunció la creación de un nuevo cargo de jefe de contenido editorial para la edición estadounidense, quien reportará directamente a Wintour. Esta decisión responde a la reestructuración global de Condé Nast, que desde hace cuatro años unificó equipos editoriales y cargos en todas sus publicaciones.
“La compañía no buscará a un editor en jefe como reemplazo de Wintour en Vogue. Hoy, Anna ha comunicado al equipo la creación de un nuevo puesto: director de contenido editorial de Vogue USA. Anna seguirá desempeñando sus funciones como directora de contenidos de Condé Nast y directora editorial global de Vogue”, señaló la empresa en un mensaje enviado a medios.
Así que la respuesta es: NADIE, al parecer nadie puede llenar los carísimos y exclusivos zapatos de Wintour en Vogue. Con este cambio ella podrá enfocarse en la supervisión global y la organización de la icónica Met Gala, mientras la revista busca mantener su relevancia en un entorno digital y competitivo.
Desde su llegada a Vogue USA en 1988, Anna Wintour revolucionó la forma de entender la moda y el periodismo editorial. Su primera portada, con la modelo Michaela Bercu en jeans y un sweater Christian Lacroix, contrastó con la tradición de glamour extremo y lujo en las portadas previas.
“Michaela estaba embarazada, era una declaración canónica. Acababa de ver esa foto y presentí que venían vientos de cambio. Fue algo tan diferente, estudiado y elegante… (Lejos de) los close-ups típicos de las portadas de Vogue, con mucho maquillaje y joyas deslumbrantes. Rompió con todas las reglas”, recordó Wintour en 2012.
Al año siguiente, Madonna apareció en portada en bañador, rompiendo la regla de solo modelos en la revista. En 1992, Richard Gere y Cindy Crawford protagonizaron la primera portada con un hombre, abriendo la puerta a nuevas narrativas visuales.
Anna Wintour combinó alta costura con estilos accesibles, acercando la moda a un público más amplio y diverso. Su apuesta por incluir celebridades en las portadas rompió con la tradición de usar solo modelos, creando una conexión directa con la cultura popular. Esta estrategia marcó tendencia en toda la industria, posicionando a Vogue como un referente que integra moda, arte y entretenimiento en un solo espacio.
La legendaria editora inspiró el personaje de Miranda Priestly en El diablo viste a la Moda, gracias a su carácter enérgico y su liderazgo implacable. Lauren Weisberger, quien fue asistente de Wintour, plasmó esa experiencia en su novela, que luego se convirtió en la exitosa película protagonizada por Anne Hathaway.
Muchos interpretan el anuncio como el fin de una era, sin embargo, su permanencia en cargos globales asegura que su influencia continuará marcando la pauta editorial y de tendencias. Ahora, Vogue enfrenta el reto de encontrar un nuevo liderazgo capaz de mantener la relevancia y el prestigio de la publicación.
El legado de Wintour, que impulsó a diseñadores emergentes y redefinió la narrativa visual de la moda, seguirá presente mientras la industria observa atenta, porque cualquier movimiento en Vogue puede marcar tendencias globales… y abrir o cerrar oportunidades para creativos, empresarios y profesionales de la moda en todo el mundo.