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29-12-2021, 1:13:44 PM

¿No quieres tener una mala imagen? 5 preguntas que te ayudarán a generar una gran impresión

Tu imagen exterior es el megáfono de tu interior.

© Constantinos Panagopoulos vía Unsplash.com

Cada palabra que sale de tu boca se nulifica o amplifica en relación con tu coeficiente de reputación o autoridad. El 100% de las personas con las que interactúas tienen una relación contigo, y parte de esa relación es la percepción sobre tu reputación, y por tanto, la confianza.

Tu imagen es uno de los pilares de tu reputación, y una de las armas más efectivas que tienes al comunicarte en el mundo de los negocios.

Formando tu reputación

No existe forma de escaparse de esta realidad humana. Las personas te juzgan según te observan, y las primeras impresiones duran mucho, mucho tiempo.

La imagen que proyectas incluye todas las cosas que expones al mundo. No solo tu peinado o la forma en que te vistes cada día, todos los días, sino también la forma en que hablas; la manera en que caminas, y el empeño que pones en el diseño de tus redes sociales; qué fotos subes, qué cosas comentas, etc.

La manera en que hoy elijas vestir en el trabajo impactará la manera en que tus colegas te perciban. Un solo día parece no importar mucho, pero poco a poco la imagen que proyectas va tomando una forma más constante y precisa. En general, al final del camino, acabamos siendo lo que parecemos.

Nos hacemos una idea de cada persona que vemos a partir de su imagen; y ellos, de nosotros. A fin de cuentas, como Mónica suele decir en sus charlas sobre imagen: tu imagen exterior es un megáfono de lo que hay en tu interior.

La primera impresión nos dice si podemos confiar o no en alguien

Es un mecanismo evolutivo de supervivencia. Con cada persona que conocemos, tenemos pocos segundos para decidir si es o no de confianza; si podemos hablarles o si tenemos que salir corriendo.

Si un hombre se acerca a una caja de banco con una pistola en mano ¿qué pensará la cajera? Lo normal será que se proteja y suene la alarma. Eso es lo natural. Lo extraño sería que pensara “Oh; pistola en mano. Quizás trabaja en un museo de armas o en una fábrica de juguetes. No lo juzgaré, y esperar a oír lo que tiene que decir”.  Esto sería sencillamente absurdo.

Y sin embargo, así de absurdo es que queramos que las personas no nos juzguen a nosotros por cómo nos ven; cómo nos vestimos, hablamos, movemos y nos mostramos en redes.

Baja tus pies de mi escritorio

En una anécdota famosa, incluida en la famosa biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson, durante los años 70, cuando Apple era apenas una compañía naciente, un joven Jobs trató de vender parte de sus derechos al gigante ATARI. La oportunidad se presentó en la forma de una cita con el presidente de la empresa, Joe Keenan. Pero las cosas no salieron como esperaban.

Steve Jobs se presentó a la reunión con una higiene espantosa (Jobs creía innecesario el bañarse, por ser “frutariano”), totalmente mal vestido, con el pelo desaliñado y dejando tras de sí un aroma inconfundible de sudor agrio. Durante la entrevista, se quitó los zapatos y en algún momento, tuvo el descaro de subir sus pies apestosos en el escritorio de Keenan.

“No solo no les vamos a comprar”, gritó Keenan “¡baja tus pies de mi escritorio!”. Y allí se acabó el negocio.

Claro; Apple después se convertiría en un éxito sin precedentes, y la anécdota suele contarse como ejemplo de las oportunidades que dejamos pasar. Pero seamos claros: Joe Keenan no hizo nada malo ni extraño: ni siquiera fue capaz de escuchar la propuesta de Jobs, porque Jobs parecía un vago de la calle. Actuó como cualquier persona lo hubiera hecho. En este caso, Jobs fue el que perdió el cliente, el negocio y su propia dignidad.

Después el mismo Jobs se convertiría en un experto legendario, tanto en imagen de producto como en imagen personal. En 2004 cambiaría la historia del mundo al presentar el iPod… vestido, bañado y con zapatos.

Cuidar tu imagen no significa vestirte igual a todos, ni usar siempre esmoquin. La buena imagen permite un amplísimo margen para el estilo propio y hasta para la rebeldía. Steve Jobs no usaba corbata y solía llevar unos zapatos deportivos (a diferencia de sus competidores, que usaban siempre traje y corbata). Era una forma estilizada de rebelarse y de transmitir innovación, juventud y estilo. Su imagen se convirtió en leyenda… y la leyenda en un ícono.

Cinco preguntas

Ante la pregunta ¿Qué me pongo? Antes de presentarte ante una audiencia, con un cliente, una junta de trabajo o un viaje de negocios, recuerda las cinco preguntas de la imagen personal:

1. ¿QUIÉN SOY?

No es lo mismo ser el Papa que el Presidente de Finlandia; o ser director de tu empresa que ser Estrella de Rock & Roll. Viste de acuerdo con tu carácter, personalidad y el rol quieres proyectar en tu vida diaria.

2. ¿CÓMO SOY?

¿Cuál es mi edad, tipo de cuerpo, posibilidades económicas, nacionalidad, sexo? Carolina Herrera, diseñadora de fama mundial, lo pone claro: “No hay nada que envejezca más que vestirse de más joven”. Todos tenemos imperfecciones, pero hay que empezar por reconocerlas para no hacerlas más evidentes. Nunca vistas como algo que no eres, porque causarás el evento contrario al que deseas.

3. ¿QUÉ DÍA ES HOY?

Por supuesto, se viste distinto un lunes que un domingo; pero también en primavera que en otoño. Forzar una prenda o una imagen a pesar del clima o de la fecha resulta extraño y contradictorio. ¿Llueve? ¿Hace frío? No importa que esa blusa ligera te vaya tan bien: guárdala para otro día.

4. ¿A DÓNDE VOY?

Cada espacio -todos- tiene su propio código, escrito o no escrito. Se puede ser tan elegante en la playa como en la oficina. Lo extraño es ir vestido de playa a la oficina.

5. ¿CON QUIÉN VOY?

La clave de la elegancia (y base de la confianza) es hacer sentir bien al otro. Si hablas ante un público, viste de acuerdo con el código del espacio, a la edad de los asistentes y al entorno cultural. Si vas con una persona, viste de acuerdo tanto a su dignidad como la tuya propia. Vestirte bien para ver a alguien es decirle que te importa.

Tu imagen es parte inseparable de tu propia personalidad y, quieras o no, es lo primero que ve tu auditorio. También será lo último, si no sabes usarla en tu favor. La imagen es el primer pilar de tu reputación, y es la fachada de la casa de tu relación. Descuidarla es perder antes de intentar.

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autor Dircom en Universidad Panamericana Aguascalientes. Oratoria, comunicación estratégica, storytelling. Creador de @Dibujomentarios. Socio en DiezLetras Comunicación. Autor de la saga de El Delegado Francés y algunos otros títulos, como Todos Hablan, Pocos Conectan y Como Pez en el Agua. Abogado y Doctorando en Comunicación. Sigue su podcast "Todos Hablan, Pocos Conectan" en Spotify y consigue sus libros en Amazon.