¿Eres de los que alguna vez llegó a imaginar que en el futuro se implantarían chips cerebrales en humanos para acceder y procesar información en una interfaz cerebro-computadora o BCI (por sus siglas en inglés)? ¿Lo viste en alguna película?
Pues ese futuro vislumbrado por ti, por otros más y por el cine de ciencia ficción, ha llegado, haciéndolo una posibilidad emocionante y con posibles repercusiones interesantes en áreas como la medicina, para tratar afecciones graves como la parálisis, el mal de Parkinson o incluso el Alzheimer.
El desarrollo de la interfaz cerebro-computadora o BCI, brinda la posibilidad de eliminar el intermediario entre la computadora y el cerebro o la mente del usuario. La forma más sencilla de explicar el funcionamiento de este desarrollo tecnológico es que las BCI reconocen o leen las señales eléctricas cerebrales que son predecibles (“leen” los pensamientos, por decirlo de alguna forma) y a partir de ahí se ejecutan acciones concretas.
Aprender a usar las BCI llevaría meses de capacitación en los que se espera que los usuarios aprendan a realizar e interpretar de manera fiable los pensamientos clave para órdenes sencillas.
Además de los clics en las computadoras o movimientos mecanizados, hay otras potencialidades de las BCI:
Aunque los BCI tienen mucho potencial, en este momento también tienen sus limitaciones, por ejemplo: no son capaces aún de captar totalmente la imagen de las complejas redes neuronales dinámicas, que pueden impactar en el procesamiento de la información y el comportamiento humano.
Si bien los los proyectos BCI se realizan desde hace más o menos 50 años, fue hasta hace algunos años que las BCI pasaron de la clínica a las vidas diarias de los usuarios, lo que hizo de ellos dispositivos de asistencia. Y ahora que algunos magnates han visto el potencial de esta tecnología, están apostándoles e invirtiendo en su desarrollo.
Así, no es raro que Elon Musk, Bill Gates y Jeff Bezos estén intrigados por las cosas que podrían cambiar el juego, según las palabras de Robert Nelsen, quien también es inversionista en la biotecnología de Arch Venture Partners, así como en Neuralink y Synchron.
La startup Synchron, que se ubica en Brooklyn Nueva York y que probó sus chips cerebrales en humanos, ha recibido inversiones de Jeff Bezos y Bill Gates de sus fondos de capital de riesgo.
Los BCI que desarrolló esta startup se han considerado los menos invasivos y más elegantes, pues consta de un chip minúsculo dotado de electrodos que “leen” la mente y se desplaza a través de un vaso sanguíneo fundamental que comunica con el área cerebral encargada de generar movimientos voluntarios. Si la investigación clínica avanza bien, en poco tiempo podría comercializarse este dispositivo, según declaró el director comercial de Synchron para Business Insider.
Por su parte, el segundo hombre más rico del mundo, Elon Musk también ha fundado su startup Neuralink, convirtiéndose así en el rostro visible de la industria interfaz cerebro-computadora o BCI (por sus siglas en inglés. Musk sigue adelante con su proyecto aún cuando varios expertos han considerado que sus técnicas neuronales son ordinarias. Además se le han sumado las acusaciones de maltrato animal en sus experimentos desde 2018.
Otro magnate que se ha sumado a la inversión en los chips neuronales es Peter Thiel, cofundador de PayPal. Blackrock Neurotech es la empresa de BCI en la que invirtió Thiel y, según información de Business Insider, solicitará pronto la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos.
