Parece que no hay una responsabilidad más importante para un emprendedor que la de profesionalizar su empresa.
Parece que no hay una responsabilidad más importante para un emprendedor que la de profesionalizar su empresa. Es a través del trabajo cotidiano y la interacción entre las personas que en ella trabajan, que se logra generar rentabilidad y construir competitividad. Hay quien dice que, cuando se hace bien esta tarea, un emprendedor se convierte en empresario. La receta es simple, pero el camino es arduo y requiere de claridad, voluntad y fortaleza. En última instancia, la labor de profesionalizar la empresa implica quitar la piel del empresario a la empresa, para que esta pueda crecer y desarrollar su máximo potencial.
En esencia, el trabajo de un emprendedor en fases tempranas consiste en validar un modelo de negocio a partir de la oportunidad que persigue, y cuando lo logra, llega el momento de construir la empresa con la que se buscará escalar y capturar valor de esa oportunidad. Construir la empresa significa hacer estructura:
- Repartir el trabajo entre personas que, con sus capacidades, experiencia, sueños y limitaciones se vinculan al proyecto empresarial
- Que estas personas puedan trabajar y convivir en un contexto que facilite el logro de los objetivos empresariales y personales por los cuales se vincularon al proyecto empresarial.
Todo comienza con el emprendedor
Podemos decir que emprendedor es el punto de partida y el punto de llegada de la estructura. Es esta persona quién abre la puerta al talento y condiciona el nivel de profesionalidad con que las personas se van a conducir para hacer negocio y competir en el mercado. Si el emprendedor cuenta con algún tipo de Consejo, o tiene inversionistas institucionales, es posible que alguien más le apoye en la tarea de hacer estructura. La eficacia al hacer estructura va a depender de los criterios con los que se atrae, evalúa y vincula a los colaboradores con el proyecto empresarial.
Decía un amigo y empresario, poseedor de una gran humildad: “Como me conozco bien, busco siempre trabajar con gente que sea mejor que yo, lo cual no es difícil, y que comulgue con mis motivos y valores, lo cual no es tan fácil”. La primera parte de la cita hace referencia a los criterios profesionales para atraer y vincular talento, mientras que la segunda apunta a las bases que consolidan la convivencia en cualquier contexto social. No hay sueldo que vincule a largo plazo a personas que no comparten los mismos valores, pero no es extraño observar que se solape la incompetencia profesional porque hay cariño, consanguinidad o inercia en la dinámica laboral.
¿Cómo se profesionaliza una empresa?
Profesionalizar una estructura inicia con sumar a personas con talento y oficio probado en función de desempeñar, ya sea en el área financiera, comercial, operativa, etc. El profesional llega a ordenar y subir el estándar del trabajo realizado para que la empresa sea más eficaz. Pero en contextos de emprendimiento, la llegada de los profesionales usualmente implica replantear de cero las formas y procesos de trabajo bajo su responsabilidad. El reto para el emprendedor es mayúsculo. Necesita estar a la altura y dejar a los profesionales proponer, decidir y hacer en función de su experiencia, impulsando y validando su iniciativa.
Cuando se vinculan a profesionales a la empresa, el emprendedor necesita desarrollar mecanismos que permitan a estas personas trabajar y convivir de manera tal que su labor sume a los objetivos propios de su encargo, de su cliente -interno o externo-, de la empresa y de sí mismos. Esto implica trabajar muy bien en el marco de actuación: herramientas, políticas, procedimientos y métricas. No hay manera que un profesional sea eficaz en su encargo si no cuenta con las herramientas necesarias para llevarlo a cabo. Y herramientas no solo son artefactos físicos-tecnológicos, sino también procesos de trabajo robustos. Un financiero experimentado con procesos de cobranza débiles o que no se respetan, será poco eficaz en su encargo.
¿Cuándo es necesario profesionalizar?
Por otro lado, la iniciativa de los profesionales necesita de políticas y procedimientos para poner límites y estructura a la acción. Son estos elementos del marco de actuación los que sientan las bases de la convivencia y valores empresariales relevantes para el emprendedor. Finalmente, las métricas del marco de actuación facilitan la rendición de cuentas y una retroalimentación más objetiva sobre el trabajo. Es con estos elementos que el emprendedor da rumbo y ritmo a la empresa, repartiendo el trabajo y la responsabilidad entre varios.
¿Cuándo es necesario profesionalizar? Cuando empieza a haber ineficiencias, cuando los clientes están descontentos, cuando las personas que trabajan en la empresa no están muy contentas, cuando no se está haciendo suficiente dinero. O sea, cuando las cosas no salen como se espera. Para identificar el momento de profesionalizar, se requiere de pensamiento crítico y honestidad intelectual. El problema de una empresa no profesional es que siempre va a estar sujeta a las capacidades de una persona: su dueño.