Es el mes del Pride. La inclusión de la comunidad LGBT+ ha sido uno de los temas culturales más presentes en los medios de comunicación y en el debate público durante la última década, y el ‘mes del orgullo’ es un buen momento para recordar cuánto ha cambiado la cultura hacia el reconocimiento de los derechos de las comunidades diversas.
Estamos siendo testigos de que existe una nueva generación de emprendedores en Latinoamérica que está impulsando proyectos exitosos a través de una nueva ética del trabajo en toda la región. Se trata de una visión en la que los seres humanos se sitúan en el centro de las prioridades, y en la que todo el mundo puede lograr más a través de una mejor comunicación, un sentido de empatía más allá de nuestras diferencias personales y un énfasis en el crecimiento profesional continuo.
Valorar el talento por encima de cualquier consideración personal sobre la identidad o preferencias de nuestros colaboradores es especialmente relevante para las empresas tecnológicas. Hoy, la mayoría de las startups más exitosas atraen y retienen al mejor talento gracias a este enfoque humano que da prioridad a beneficios como la flexibilidad y una cultura basada en valores e inclusividad, dando lugar a espacios de trabajo donde las personas se sienten libres para vivir y expresar su identidad.
Como miembro de la comunidad LGBT+, celebro estos avances; sin embargo, hay que ser claros y distinguir entre la tendencia corporativa hacia el “rainbow washing” de las marcas en los años recientes, y los verdaderos cambios en las políticas corporativas de las empresas orientados a garantizar un entorno auténticamente diverso e inclusivo para colaboradores y clientes.
Desde la fundación de Clara, nos propusimos contribuir no solo a la transformación del ecosistema de negocios a través de nuestra plataforma de gestión de gasto corporativo para las empresas en Latinoamérica, sino que también a generar un cambio en la cultura tradicional de trabajo hacia ambientes laborales con valores inclusivos centrados en las personas.
Con este objetivo, pusimos en práctica un modelo de cultura organizacional integral basado en seis pilares: inclusividad, orgullo, propiedad, cambio constante, claridad y simplicidad, los cuales hemos adoptado como parte de la identidad corporativa de Clara. Este enfoque rindió frutos en poco tiempo, con el reconocimiento que logramos como una de las empresas destacadas en el listado ‘Great Place to Work’ a tan solo un año de operaciones y por años consecutivos en la lista de LinkedIn Top Startups de México y Latinoamérica.
Hemos promovido iniciativas específicamente pensadas en fomentar una cultura de inclusión desde dentro de la organización y que se han llevado con éxito en Clara como la creación de grupos de afinidad, donde invitamos a todas las personas tanto LGBT+ como a quienes no pertenecen a la comunidad; a compartir noticias, ideas, iniciativas y proyectos que nos permitan entender mejor la diversidad e inclusión y cómo estea cambio cultural va evolucionando, además de ser parte de actividades, compartir retroalimentación y formar experiencias durante el año.
Se trata de un espacio donde buscamos que se ponga en práctica la tolerancia, no solo dentro del espacio de trabajo de Clara, sino que tenga un impacto hacia afuera, con nuestras familias, parejas y conocidos. Para ser consecuentes con este compromiso, el año pasado nos afiliamos a Pride Connection, aportando recursos para el financiamiento de la iniciativa que busca promover esta transformación cultural con actividades de impacto.
Personalmente, me entusiasma pensar que nuestro ejemplo puede resonar con los profesionales y emprendedores comprometidos a seguir promoviendo ambientes más abiertos e incluyentes en el ecosistema corporativo en América Latina y seguir mejorando nuestra cultura laboral y organizacional para beneficio de todas las personas. En mi camino como emprendedor, siempre me he demostrado lo más abierto posible sobre mi propia identidad para sentar un precedente que considero necesario para otros emprendedores en Latinoamérica, y así contribuir a la normalización de las identidades diversas dentro de nuestro ámbito, pues nuestra orientación sexual no define el alcance y el impacto de nuestras ideas.
