¿Sabes que eres fregón pero siempre estás en friega, ganas una fregadera y te la estás pasando de la fregada? Éste, aunque no lo creas, es uno de los dilemas más comunes en el trayecto de un emprendedor. No importa que cuentes con un gran producto o servicio, si no logra llegar y conectar con la audiencia correcta, el negocio simplemente no va a despegar y, en consecuencia, será más difícil que pueda mantenerse, desarrollarse y expandirse.
No es un pájaro, no es un avión… para poder llevar una empresa a otro nivel es imprescindible que los emprendedores se hagan cuatro preguntas esenciales: dónde son fregones, quién se la está pasando de la fregada, cómo fregados se les puede ayudar y dónde está su audiencia. Los principales problemas para emprender se derivan de la falta de respuestas concretas a estas sencillas preguntas.
Antes de indagar a profundidad en las respuestas, es importante definir qué es ser fregón y qué es la fregonería.
Un fregón no es el que quiere ser mejor que los demás, sino que busca ser mejor para los demás.
La fregonería, por otro lado, es la zona de potencial en donde vamos a ser fregones, valiosos para los demás. Pensemos en este concepto como el superpoder de los emprendedores para resolver un problema.
Para que un proyecto pueda tener verdadero impacto es necesario pensar en las necesidades de las personas y buscar soluciones. No hay otro camino. En orden para alcanzar el máximo potencial de una empresa y ser fregones, los emprendedores deben identificar en qué son muy buenos y qué es lo que tienen para ofrecer. En pocas palabras, deben identificar sus superpoderes o fregonería, y tener muy claro cuál es su propósito.
Como diría el tío Ben de Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Una vez que la cuestión del superpoder está definida, es hora de pasar a la siguiente cuestión: ¿quién lo está pasando mal y necesita de tus poderes y tu fregonería para salir de esa situación? Los servicios o productos de una empresa deben de estar encaminados a satisfacer o resolver una necesidad.
Los emprendedores deben de saber en qué son buenos, tener una gran pasión por lo que hacen y encontrar un problema que resolver, pero, además, deben definir cómo van a conseguir su objetivo. Es decir, ¿cómo fregados le van a hacer? Ésta es una pregunta esencial para diferenciarse de los demás.
Finalmente, los emprendedores fregones saben dónde está su audiencia. Esto significa que hay que buscar los canales indicados en los que se encuentran los clientes a los que les interesa tu solución. Ya sean redes sociales o canales tradicionales, el emprendedor debe dominar estas vías y lograr que sus usuarios se la pasen fregón.
En el día más brillante, en la noche más oscura… Es justo ahí cuando tenemos que entrar en acción. La lección es: usar nuestros superpoderes para resolver un problema para personas específicas con un proceso propio. En el momento en que se conectan todos estos elementos se puede establecer una verdadera e instantánea conexión con los clientes, misma que se traducirá en ventas.
Los emprendedores fregones parten de la máxima de que cuanto más cambien su vida, más vidas cambiarán. Los emprendedores deben de aprender a desarrollar y brindar ofertas irresistibles para sus clientes ideales, crear una oferta que no se pueda rechazar porque es algo que necesitan. Eso va a cambiar sus vidas y les va a dar un retorno de inversión.
Para este proceso es necesario que -emulando al Profesor X– o a cualquier superhéroe con poderes psíquicos-, nos pongamos en la cabeza de nuestros clientes, analicemos sus realidades y formulemos soluciones para que no le puedan decir que no a nuestros productos y servicios.
La fregonería es nuestra habilidad para escalar paredes, volar, volvernos invisibles o tener fuerza sobrehumana con la finalidad de ayudar a otras personas, por eso es un superpoder. Ahora que ya lo sabes, sé un fregón y conviértete en el héroe que el mundo necesita.
