Para evitar pagar una liquidación, se ha detectado una práctica a la que recurren las empresas para “deshacerse” de sus empleados: el ostracismo obligatorio. Este tipo de acoso laboral obliga a que sean los mismos colaboradores quienes decidan irse, lo cual representa un importante “ahorro” para las compañías que únicamente pagan un finiquito.
Son muchas las situaciones con las que las empresas, de manera ilegal, orillan a los empleados a irse. Aquí te decimos en qué consiste y cómo detectar este tipo de violencia silenciosa en los entornos de trabajo.
El ostracismo es un fenómeno que surgió desde la antigua Grecia. World History Encyclopedia lo define como: “un proceso político usado en el siglo V a.C. en Atenas por el que los ciudadanos considerados como demasiado poderosos o peligrosos para la ciudad eran exiliados durante 10 años por votación popular”.
Esta práctica ha trascendido en el tiempo y ahora las empresas la están utilizando para poder ahorrarse unos cuantos pesos. Al lograr que el empleado renuncie, las compañías únicamente tienen que pagar el finiquito y no una liquidación.
De acuerdo con Factorial, el finiquito se conforma de “los conceptos adeudados y los proporcionales de las prestaciones laborales vigentes”. Por su parte, la liquidación es un monto más elevado pues, además de estos adeudos, se deben sumar “3 meses de salario y 20 días de sueldo por cada año laborado”.
La diferencia entre ambos es de unos cuantos miles de pesos, por lo que el ostracismo se ha vuelto una desafortunada y constante práctica.
Aunque nadie está exento a ser víctima de este tipo de acoso laboral, hay quienes están más propensos a sufrir las consecuencias del ostracismo. Para algunos, son los cargos intermedios los más vulnerables, especialmente porque sus sueldos suelen ser más elevados.
Personajes como Mark Zuckerberg han afirmado que remover esas partes intermedias entre los altos mandos y los cargos más bajos, contribuye a tomar decisiones más rápidas. Además, según reporta Bloomberg, a este tipo de perfiles en Meta se les solicitó dejar de mandar y en su lugar convertirse en contribuidores individuales.
El ostracismo se une a los muchos fenómenos silenciosos que están revolucionando los espacios de trabajo. Es precisamente por el sigiloso modus operandi que puede ser difícil detectarlo y, por lo tanto, ser una víctima más.
Estas son algunas de las acciones que las empresas suelen implementar para llevar a sus empleados a un nivel de hartazgo o desmotivación que su única salida es la renuncia.
Con el pretexto de reajustes organizacionales, algunos cargos son eliminados. Entonces, las personas que se desempeñaban en aquellos puestos, tienen que aceptar ocupar posiciones inferiores para poder conservar su trabajo.
Hay quienes se ven obligados no solo a cambiar de rango, también sus mismas funciones. Ante la desaparición de puestos, los empleados deben adquirir nuevas habilidades para desempeñarse en alguna otra área.
Pese que algunos compañeros tienen oportunidades para seguir creciendo y mejorar tanto habilidades como condiciones económicas, para las víctimas de ostracismo el único panorama que existe es el del estancamiento.
Otra de las situaciones que deben enfrentar es la de ya no ser necesarios en situaciones donde antes sí los requerían. Quienes se enfrentan al ostracismo obligado, ya no son contemplados en juntas importantes o no les solicitan su opinión para la toma de decisiones, incluso de aquellas que les competen.
La degradación de su rol incluye el asignarles tareas que están muy por debajo de sus capacidades y del potencial que han demostrado tener.
Ante todas estas situaciones, el colaborador comienza a estar desmotivado, incómodo e insatisfecho, lo que eventualmente termina en una renuncia. Con esto la empresa logra su cometido de pagar únicamente un finiquito y ahorrarse una liquidación.
El ostracismo es una práctica ilegal y una forma de acoso laboral que debe ser erradicada.
