



El presidente Donald Trump anunció la imposición de un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera de Estados Unidos que se exhiban en el país. Esta medida busca revitalizar la industria cinematográfica nacional, que según Trump, está siendo “devastada” por incentivos ofrecidos por otros países para atraer producciones.
La decisión ha generado preocupación en la industria cinematográfica global, especialmente en países como México, Canadá y Reino Unido, que han sido destinos populares para producciones estadounidenses debido a incentivos fiscales y costos de producción más bajos.
En los últimos años, muchos estudios de Hollywood han optado por filmar en el extranjero para aprovechar incentivos fiscales y reducir costos. Países como Canadá, Reino Unido, Australia y México han sido destinos populares. Esta tendencia ha llevado a una disminución en la producción cinematográfica dentro de Estados Unidos, lo que ha generado preocupación en la industria nacional.
“Este es un esfuerzo concertado de otras naciones y, por lo tanto, una amenaza para la seguridad nacional. Es, además de todo lo demás, mensaje y propaganda”, dijo Trump en Truth Social.
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La propuesta de Trump busca contrarrestar esta dinámica, argumentando que los incentivos ofrecidos por otros países constituyen una amenaza para la seguridad nacional y una forma de propaganda extranjera. Sin embargo, expertos señalan que la aplicación de aranceles a productos culturales, como las películas, es un terreno inexplorado y legalmente complejo, dado que estos bienes no son tradicionales mercancías físicas, sino propiedad intelectual.
En el caso de México, que ha sido un destino atractivo para la producción cinematográfica debido a su talento, infraestructura y costos competitivos, la medida podría tener un impacto negativo. La imposición de aranceles podría disuadir a los estudios estadounidenses de filmar en territorio mexicano, afectando a la economía local y al desarrollo de la industria cinematográfica nacional.
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A nivel global, la medida podría alterar las dinámicas de coproducción y colaboración internacional que han caracterizado al cine en las últimas décadas.
La interconexión de talentos, recursos y mercados ha sido fundamental para el crecimiento y la innovación en la industria, y una política proteccionista podría obstaculizar estos procesos.
Además, la incertidumbre generada por la falta de detalles sobre la implementación de los aranceles ha provocado volatilidad en los mercados financieros, con caídas en las acciones de importantes compañías de medios y entretenimiento.
La falta de claridad sobre cómo se aplicarán los aranceles a diferentes formatos, como el streaming, añade una capa adicional de complejidad.
De implementarse, los aranceles podrían encarecer significativamente la distribución de películas extranjeras en Estados Unidos, afectando tanto a estudios internacionales como a las audiencias estadounidenses que disfrutan de una oferta cinematográfica diversa.
Además, existe el riesgo de que otros países adopten medidas retaliatorias, imponiendo sus propios aranceles o restricciones a las producciones estadounidenses, lo que podría desencadenar una guerra comercial en el ámbito cultural.
La imposición de aranceles del 100% a películas extranjeras por parte de Trump representa un intento de revitalizar la industria cinematográfica estadounidense.
Sin embargo, la medida ha generado preocupación en la industria global y podría tener consecuencias económicas y culturales significativas. El futuro del cine internacional y su relación con Estados Unidos permanece incierto.