



Así como en la vida, una crisis que irrumpe en una empresa o negocio -por más pequeño que sea-, si es bien gestionada, puede transformarse en una herramienta de aprendizaje. La clave es estar preparados y asesorados por profesionales.
En estos casos, improvisar no es una opción, ya que los daños colaterales pueden ser aún mayores que la crisis en sí misma.
Cualquier actividad de negocio o empresarial, pequeña o grande, al igual que una persona de cualquier ámbito, puede sufrir una crisis de imagen que afectará su reputación y credibilidad.
Para gestionarla convenientemente, hay que empezar a conocer los aspectos de vulnerabilidad internos y externos que se tienen en la actividad, establecer ciertos protocolos de manejo y planificar lo mejor posible.
Se define como crisis cualquier tipo de evento, que pone en riesgo el funcionamiento o la reputación e imagen de una persona o empresa.
El impacto negativo que tenga ese episodio en el público interno y externo determina su gravedad y alcance de daños. Por lo tanto, un buen manejo de crisis busca, ante todo, mitigar los daños que puedan producirse y encauzar el impacto hacia el menor costo de destrucción posible.
Un accidente, mala praxis, comida en mal estado, insectos y roedores en un restaurante; un hecho de inseguridad en una empresa; reformulaciones de un negocio; un desastre medio ambiental; quejas de vecinos por cualquier tema; un “trapo sucio” de una persona; fotografías indebidas, rumores, una separación escandalosa, estafas, corrupción, filtraciones de temas confidenciales: estos son ejemplos de crisis que pueden afrontar empresas y hasta pequeños comercios, y también personas que tienen un desempeño con visibilidad pública.
En cualquier caso, si se han producido víctimas lo primero que debe hacerse es solidarizarse y transmitir muy claramente las condolencias. Además, hay que asignar todos los recursos económicos, humanos y de gestión para acompañar a las personas sufrientes durante el máximo tiempo que permita recobrar su integridad y superar las pérdidas de cualquier tipo. Articula un equipo de expertos: no confíes en su intuición exclusivamente, ni dejes que sólo ciertos profesionales se hagan cargo de estas tareas, en detrimento de otras disciplinas.
En la gestión de crisis se articulan una serie de variables que, combinadas, pueden reducir el impacto negativo. Independientemente de que no se logre evitar que deba afrontársela con contundencia y decisión, el hecho de callarla, o querer ocultarla (como hacen frecuentemente muchas organizaciones) no significa que la crisis se haya manejado bien. Aquí, una guía práctica: