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15-05-2025, 3:00:00 AM

¿Existe el ego positivo? 5 ideas de los especialistas para amigarte con el tuyo en vez de rechazarlo

¿Eliminar el ego? Imposible. La clave está en entender su función y aprender a convivir con él. 5 ideas para cultivar un ego sano y llevarte mejor contigo.

¿Sabes qué es el ego positivo? Seguramente ha escuchado las frases “un poco de ego hay que tener” y “tienes que creértela”. Se repiten como si fuera una verdad incuestionable. En muchos casos, esta expresión es una justificación para actitudes egocéntricas disfrazadas de gran autoconfianza que, a veces, avasalla a los demás.

Desde el punto de vista psicológico, el ego es una parte fundamental de la estructura psíquica humana y no se puede eliminar. Por eso es que pretender deshacerse del ego es una utopía poco realista que ignora su función dentro de la composición de quienes somos. El verdadero desafío no radica en eliminarlo, sino en aprender a convivir con él y gestionarlo de manera saludable. Es decir: transformarlo en ego positivo.

¿Qué es el ego para la psicología?

El ego es una instancia fundamental de la mente. Aunque se lo asocie con una expresión de vanidad o de arrogancia, es un mecanismo esencial para la construcción de la identidad personal.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, desarrolló una de las teorías más influyentes sobre la estructura de la personalidad. Según él, la mente humana está compuesta por tres instancias:

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  • El ello: La parte más primitiva de la mente, gobernada por impulsos y deseos instintivos.
  • El ego: La instancia mediadora entre los impulsos del ello y las normas impuestas por la realidad.
  • El superyó: La parte moral y normativa que regula el comportamiento según valores sociales y éticos.

Freud definió al ego como el punto de equilibrio entre las fuerzas opuestas del ello y el superyó. No es un enemigo interno, sino un regulador que permite a la persona desenvolverse en el mundo sin dejarse arrastrar por sus impulsos más básicos: el ello.

Carl Jung, por su parte, amplió la noción del ego al considerarlo la parte consciente de la personalidad. Para el célebre psiquiatra suizo, el ego es el núcleo de la identidad individual y es el punto de referencia desde donde una persona experimenta la realidad. Sin ego, no habría identidad ni sentido del yo.

Erik Erikson y Alfred Adler también enfatizaron el papel del ego en la formación de la personalidad y el desarrollo del individuo. Adler, por ejemplo, sostenía que el ego es el motor que impulsa la búsqueda de la superación y la autoafirmación. Justamente este concepto es el que ha sido traducido, y tergiversado, a lo largo de las décadas, para justificar cierta actitud egoica de una persona, puesto que se relaciona directamente con lo mencionado al inicio, “algo de ego hay que tener para poder ser alguien en la vida.”

En línea con los orígenes planteados por Freud, Jung, y especialmente Adler, para los contemporáneos, el ego se interpreta como una construcción de las funciones mentales -lo cognitivo- que influye en la autoestima, la toma de decisiones y la forma en que una persona se relaciona con el mundo.

¿Es el ego un obstáculo para crecer?

Existe la creencia errónea de que sin ego no hay posibilidad de desarrollo personal o profesional, y que se puede eliminar por completo. Sin embargo, eliminar el ego implicaría perder la capacidad de reconocer la propia identidad. Precisamente la identidad es la que le da sentido al “yo soy” de la persona, y le ayuda a entenderse, a vincularse y a ser único e irrepetible, con sus cualidades y aspectos para mejorar.

La identidad funciona como una brújula interna que nos permite diferenciar entre el yo (quien soy) y el otro (quienes son los demás), y sirve para establecer límites y desarrollar una percepción coherente de nuestra propia existencia.

Por otro lado, muchas veces el ego irascible, expuesto y sin límites, es una respuesta automática primitiva cuando algo por dentro se siente tocado o amenazado; ahí reacciona de la forma inconsciente que conoce.

Las corrientes de tipo espiritual y de autoconocimiento que promueven la disolución del ego, en realidad se refieren a la reducción del ego descontrolado, no a su eliminación total, lo que psicológicamente no es posible.

Entonces, no se trata de anular la identidad del ego de la persona, sino de trascender sus aspectos más limitantes, por ejemplo, estar mirando siempre el propio ombligo.

Un gran contrasentido es que la inmensa mayoría de autodenominados ‘gurús’ manifiestan, en lo observable, un ego hacia afuera, indomable y centrado en sí mismos, mientras su discurso va por otro lado.

Para reflexionar propongo preguntarse: ¿Qué parte de mí, de la infancia, de la juventud o del presente, se siente amenazada o tocada por esta situación? ¿Para qué reacciono desde un ego supuestamente superior a los demás? ¿Qué puedo hacer para disminuir mis reacciones automáticas inconscientes?

Esto último se relaciona con el principio de reactividad versus proactividad constructiva que ha planteado por el escritor estadounidense Steven Covey, como una forma de aumentar el sentido de autogestión personal y mejorar la relación con los demás.

Ego positivo vs. negativo: ¿cómo distinguirlo?

El problema no es la existencia del ego, sino las maneras cuando se manifiesta en exceso. Un ego descontrolado puede convertirse en un obstáculo para el bienestar personal y las relaciones. Las principales características del ego negativo incluyen:

  • Arrogancia y sentimiento de superioridad. Es una creencia frecuente donde la persona piensa que es es más valiosa o más importante que las demás.
  • Falta de empatía. Se manifiesta por la dificultad para conectar con las emociones y experiencias ajenas, sintiendo que su dominio emocional es el único que debe imperar, y así lo desea imponer a los demás.
  • Resistencia a la crítica y a quienes piensan distinto. Aquí aparece la incapacidad para aceptar comentarios que cuestionen la propia imagen y forma de ser autopercibida, y la imposibilidad de escuchar otras perspectivas sin reaccionar.
  • Necesidad constante de validación. Es una de las formas del ego más frecuentes, y consiste en una permanente dependencia del reconocimiento externo y búsqueda de aprobación para mantener la autoestima.
  • Dificultad para admitir errores y decir “no sé”. Aparece como tendencia a justificar o minimizar los propios fallos en lugar de asumir responsabilidad, y jamás se permite declarar su ignorancia en cualquier aspecto.

Como es fácil de deducir, un ego en estas condiciones genera relaciones conflictivas, encierra a la persona en su propio mundo aparentemente superior a los demás, bloquea el aprendizaje y limita el crecimiento personal.

Cómo cultivar un ego positivo

Cuando el ego está equilibrado, se convierte en una herramienta poderosa para la autoconfianza y el autoliderazgo, incluso como condición para liderar a otros. Las características de un ego positivo trabajado constructivamente, incluyen:

  • Autoconfianza sin arrogancia. Es posible creer en las propias capacidades sin necesidad de menospreciar a otros o de sentirse superior.
  • Humildad. La condición de reconocer errores, aprender de los demás, y abrirse a escuchar antes que a opinar como un sabelotodo.
  • Empatía. Se puede desarrollar un interés genuino por comprender a los demás. Aquí aparece el ejercicio de entender, sin necesariamente justificar lo que digan o hagan.
  • Apertura a la visiones diferentes a la propia. Por ejemplo, tener la disposición a recibir comentarios como oportunidades de mejora, pedir ayuda y detectar puntos ciegos para mejorar en cualquier aspecto. Es un proceso de ‘esculpir’ la propia escultura permanentemente.
  • Responsabilidad versus victimismo. La mayoría de las personas eligen victimizarse, ya que es más sencillo que asumir la total responsabilidad por su vida, sus dichos y sus actos. Cuando una persona trabaja su ego de manera asertiva, desarrolla la capacidad de asumir los propios actos y sus consecuencias, deja de echar la culpa afuera, y piensa en el concepto de que, en el fondo de las cosas, de alguna manera hemos creado, provocado o permitido la inmensa mayoría de los acontecimientos que le suceden en la vida.

6 maneras de gestionar un ego positivo y saludable

Manejar el ego no significa reprimirlo o contenerlo con un chaleco de fuerza, sino equilibrarlo y saber conducirlo mejor. Aquí van algunas estrategias respaldadas por la psicología y quienes trabajamos con el comportamiento humano:

  1. Cultivar la autoconciencia. Reflexionar sobre los propios pensamientos y comportamientos permite identificar cuándo el ego está operando de manera negativa. Un aspecto central es hacer ecología verbal y de pensamientos, como le llamo al proceso de verificar cuál es el lenguaje e impulsos dominantes en lo cotidiano, y reemplazar lo asociado al ego desbocado por aspectos más constructivos.
  2. Practicar la empatía y cuidarse de la ecpatía. Comprender la perspectiva y los sentimientos de los demás ayuda a reducir el egocentrismo. Por el contrario, la ecpatía es un exceso de empatía, una despersonalización en las situaciones del otro; al no poder tomar una distancia sana de los demás, es difícil ayudar a los demás. Esto se ve a veces como una manifestación solapada del ego disfrazada de heroísmo, por ejemplo, cuando alguien se hace cargo del cuidado de un ser querido, reprochando a los demás, y hasta enfermándose a sí mismo en ese proceso.
  3. Aceptar las oportunidades para evolucionar. Ver las opiniones de otros como del otro, puesto que son percepciones, no verdades absolutas. Una actitud apropiada puede ser preguntarse si hay algo para rescatar de lo que nos dicen, y elegir qué hacer con esa información.
  4. Darse cuenta, aumentar la consciencia y fomentar una vida de mayor escucha y humildad. Una vía efectiva es la autoconsciencia, que es la práctica minuciosa de observar cada pensamiento y reacción, para reconducirla, si es necesario. Es reconocer que el conocimiento es infinito.
  5. Adoptar prácticas como la meditación y el mindfulness. Aunque parezca un cliché, la neurociencia ha comprobado que estas prácticas ayudan a observar los pensamientos sin identificarse con ellos. Al no identificarse, se anula la tendencia a sobre-reaccionar frente a las situaciones. Con la práctica habitual se logra aquietar el ego, observar las situaciones en forma más neutral, y elegir las mejores vías para encauzar cada cuestión.
  6. Buscar apoyo profesional. Un psicoterapeuta es el profesional indicado para abordar temas del ego a gran escala, para descubrir de dónde proviene, el beneficio aparente por el cual se manifiesta así, y cómo moderarlo.

autor Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 31 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Certificado por ICF; Coach certificado y Miembro de John Maxwell Team.