Si elegimos una palabra para definir a un emprendedor o emprendedora, podríamos pensar en: valentía, riesgo, locura o decisión. ¿Con qué palabra te definirías tú?, y ¿Qué emoción aparece cuando piensas en esta palabra?
Te quiero invitar a recordar lo siguiente: Cuando tomaste la decisión de transformar tu sueño en una meta envuelta en pasión. En ese momento, ¿cuál emoción estabas habitando? ¿Recuerdas ese diálogo interno entre tu voz que te argumentaba y te convencía a que ese era el paso que debías dar y tu cuerpo que podía sentir lo que te imaginabas? ¿Cuántas emociones podrías identificar de aquel momento? ¿Cuántas emociones y cuáles te han acompañado a transitar este camino desconocido, lleno de creatividad, compromiso, esfuerzo, incertidumbre, y disciplina?
Quizás tu caso sea el que estás en un país que no es el que conoces, no es donde naciste y creciste, pero si es el país donde elegiste emprender, aunque quizás ni siquiera hablas el mismo idioma, o quizás no de forma fluida, ¿recuerdas cuántos juicios tenías antes de vivir esta experiencia?, ¿cuántas excusas te diste para intentar algo nuevo?, ¿puedes identificar qué te limitaba?
Aquí es donde te hago esta pregunta clave: ¿Qué te hubiese permitido haber conocido tu mundo emocional?
Tu mundo emocional es aquello que surge dentro de ti, que algo externo lo activa y tú lo interpretas. Durante el día podemos habitar muchas emociones, las cuales no son ni buenas ni malas, solo emociones que deberías conocer con qué las conectas y poder gestionarlas.
A continuación te regalaré tres preguntas para comenzar a conocer tus emociones
1.- ¿Qué estoy sintiendo?
2.- ¿En qué lugar de mi cuerpo lo siento?
3.-¿Qué nombre tiene lo que estás sintiendo?
Te regalo un ejemplo de lo que es el mundo emocional de un emprendedor:
Decidí emprender, y estoy habitando la alegría, mi cuerpo lo siento más liviano, no me siento cansada, de hecho me siento eufórica, me siento con tantas cosas en mi mente; sin embargo, las emociones están por encima del razonar, aunque siento seguridad de lo que estoy haciendo, puedo decidir, pero sin evaluar las condiciones, en este momento todo es perfecto.
Me enfrento a mi primer cliente, obtengo mi primera venta, esto va maravilloso. Comienzo a habitar la seguridad y siento que el dejarse llevar por las emociones es lo mejor.
Mi segunda reunión no resulta exitosa, pero lo olvido, ya que soy perseverante y voy por el tercer cliente, aunque no compró mi producto o servicio. Me pregunto si estoy haciendo lo correcto, y así comienzo a habitar la incertidumbre. Comparo mis reuniones y a mis clientes, llegando a la conclusión de que algunos no me hicieron sentir cómodo.
Ahora empiezo a sentir cómo mis expectativas me presionan, y aparece la frustración.
Debido a que debo obtener más clientes, necesito comenzar a utilizar las redes sociales, y nunca antes había enfrentado ese mundo, como emprendedor, eso me incomoda, siento que me paraliza.
Empiezo a reconocer que este viaje que emprendí está lleno de aspectos que no consideré o que no son de mi dominio.
¿Qué haces en esos momentos en los que te das cuenta de que estás habitando cada una de estas emociones?, ¿Cuánto tiempo te quedas en ellas?
Recuerdas las preguntas que te regalé anteriormente. Esa emoción que identificaste de desde dónde nace y que ya tiene un nombre:
4.- ¿Qué te limita esa emoción?
5.-¿Qué te permite esa emoción?
Algo que sumaría a nuestras vidas, es conocer nuestro mundo emocional, el conocer qué activa la frustración, la inseguridad, la desmotivación, o la felicidad.
Comenzar a conocernos nos llevará a tener una sintonía entre nuestra emoción, nuestra mente y nuestro cuerpo. Sentiremos, razonaremos y accionaremos. Comunicaremos de mejor forma lo que queremos decir, decidiremos si queremos convertir una emoción en un estado de ánimo.
Al desconocer tu mundo emocional, puede haber situaciones que afecten tu negocio, emociones que puede que te paralicen o que hagan que puedas ser impulsivo o impulsiva en la toma de decisiones, resolución de conflictos, en la gestión de cambio, etc.
El mundo emocional es desconocido para un gran número de personas, muchas veces es dejarse llevar por sus impulsos y no dejar actuar a su pensar para decidir. Es quedarse en una emoción que no te deja avanzar o no te deja ver las posibilidades que existen para darle otra mirada a una misma situación, es habitar un cóctel de emociones qué no sabes con qué las conectas.
Después de que contestes las preguntas que te he ido dejando, te quiero regalar lo siguiente:
1.- A tu emoción otórgale un color, una canción o un sonido.
2.- Cuando tengas el color, la canción, melodía o sonido y quieres dejar de sentir esa emoción, llevo el color y la canción a tu mente y desde ahí, quítale la intensidad a ese color, baja el volumen de la canción o sonido. Pero si la emoción que sientes, quieres que permanezca, haz todo lo contrario, llévalo a tu mente y aumenta el tono de ese color, y sube el volumen de ese sonido, melodía o canción.
3.-Hazlo, practícalo y ya estarás comenzando a gestionar tus emociones.
“Las emociones están en cada momento de nuestras vidas, conócelas, habítalas e interprétalas pintándolas con tu mejor color, indistinto el escenario que estés viviendo”.
