



Emprender con amigos parece el plan ideal. Además de la afectividad y la historia compartidas, hay confianza, interés y motivación. Sin embargo, no es suficiente: hay que hacerlo de forma inteligente, ética y estructurada. ¿Cómo saber si esa amistad es la base correcta para hacer empresa? Hace siglos, un filósofo griego ya sentaba las bases para obtener la respuesta.
Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, clasifica la amistad en tres tipos. Esta distinción puede ayudarte a identificar si ese amigo o amigos son personas con quienes podrías compartir decisiones y experiencias importantes, así como las subidas y bajadas que acompañan a toda iniciativa empresarial.
Es la que se construye alrededor del beneficio mutuo. Es funcional para tareas específicas, pero no es base suficiente para emprender. En los negocios, el día a día saca lo mejor y lo peor de las personas, y el interés transaccional puede quedarse corto cuando los valores no están alineados.
Compartir gustos y pasarlo bien es parte esencial de una amistad. Pero si esa es la única base del emprendimiento, puede diluirse el compromiso.
Cuando hay falta de estructura, alguien terminará pagando los errores del otro.
Se basa en la admiración recíproca y el deseo genuino del bien del otro. Son relaciones duraderas, profundas y llenas de confianza. En lo empresarial, pueden convertirse en alianzas poderosas si se acompañan de madurez y planeación.
Pregúntense: ¿Por qué queremos emprender juntos? Más allá del afecto, ¿qué habilidades, recursos y experiencias aporta cada uno?
Conversen sobre qué representa el negocio para cada quien, el nivel de compromiso que asumirán y las condiciones en las que podrían salir del proyecto.
Eviten acuerdos ambiguos. No todo debe ser 50/50. Consideren esquemas como el vesting y definan cómo se repartirán sueldos, dividendos y beneficios en especie.
Para saber más: Amigos y socios: ¿cómo superar un conflicto sin perderlo todo?
Establezcan desde el inicio mecanismos de mediación y acuerden a qué personas de confianza podrían recurrir si surge una crisis.
Definan qué conductas serían inaceptables, tanto en la amistad como en el negocio. Establezcan límites claros.
Un amigo de virtud es familia elegida, un aliado en el propósito de vida.
Emprender juntos puede ser una forma poderosa de compartir visión y construir legado. Pero el cariño y la confianza no reemplazan al contrato.