Si no te avisan que estás despedido, ¿de verdad estás despedido? Desde que Elon Musk es dueño de Twitter, las entrañas de la compañía dejaron de ser un misterio. Más cuando él mismo decide exponerlos en su red social. Esta vez, el multimillonario encendió debates y se ganó una lluvia de críticas por insultar públicamente a un extrabajador con discapacidad, quien solo le preguntó si lo habían despedido.
Musk es la primera o segunda persona más rica del mundo (esto puede cambiar en cualquier momento, no importa cuándo leas esto). Eso significa que tiene los ojos de medio planeta puestos en cada uno de sus movimientos. Sin embargo, al desparpajado magnate de 51 años le importan poco las opiniones sobre él, aún si vienen de especialistas, autoridades, internautas o exempleados.
Esta semana, Elon Musk se ganó el reproche masivo de los usuarios de Twitter (y de internet, en general) por discutir con un excolaborador. ¿El problema? La persona en cuestión es Haraldur Thorleifsson, un diseñador originario de Islandia que padece distrofia muscular y vive en silla de ruedas. Su condición solo le permite teclear lentamente para escribir en la computadora y ser capaz de trabajar.
Por si fuera poco, el islandés no era un trabajador cualquiera. Mejor conocido como ‘Halli’, es famoso por ser el fundador de la empresa Ueno, una agencia internacional de creatividad digital que Twitter compró en 2021. Apenas en diciembre pasado, Thorleifsson fue declarado Persona del Año 2022 en Islandia, por su trabajo como activista para la movilidad en silla de ruedas.
Ya te imaginarás porqué se encendieron las redes sociales.
La controversia estalló el pasado 7 de marzo, cuando Halli le preguntó directamente a Musk, desde su cuenta de Twitter, si seguía trabajando en la empresa.
“Hace 9 días cortaron mi acceso, junto a otros 200 empleados de Twitter. Como sea, tu jefe de Recursos Humanos no puede confirmar si soy un empleado. No has respondido mis correos. ¿ Tal vez si suficientes personas me dan retweet podrías responderme?”, escribió Thorleifsson.
Y al parecer funcionó.
“¿Qué trabajo has estado haciendo?”, le contestó Elon Musk pocas horas después.
El diseñador procedió a enlistar sus múltiples funciones en la empresa, pero el dueño de Twitter le respondió que “si no hay fotos, no pasó”. Es decir, que si no podía demostrar su trabajo con imágenes entonces quizá no era verdad, y para rematar le compartió un meme.
Después, en un hilo de Twitter, el hombre habló de su distrofia muscular y cómo eso no afectaba sus labores en Twitter.
“Hablemos de mis dedos, que sé que tienes mucha preocupación. No puedo hacer trabajo manual por mucho tiempo porque se acalambran mis manos (…) estoy escribiendo esto desde mi teléfono. Es más fácil porque solo necesito un dedo”, explicó.
Toda la charla fue recogida por un usuario de Twitter llamado Alex Cohen, a quien Elon Musk también le respondió. Pero sus palabras, más que ayudarlo, lo hundieron más:
“La realidad es que este tipo (que es rico de forma independiente) no hizo ningún trabajo real. Alegó como excusa que tenía una discapacidad que le impedía escribir en el teclado, pero al mismo tiempo estaba tuiteando como una tormenta. No puedo decir que tenga mucho respeto por eso”, argumentó el empresario.
Por supuesto, la comunidad tuitera se le fue a la yugular al ‘patrón’, por poner en duda y burlarse de la situación. Mientras el intercambio de mensajes se convertía en un escándalo viral, Thorleifsson dijo que recibió un correo electrónico en el que se le informó que ya no era empleado de la compañía, ¡apenas hasta ese momento!.
“Dime si vas a poder pagarme lo que debes. Creo que puedes costearlo”, le cuestionó el islandés a Musk.
Pese a las críticas, el padre de nueve hijos insistía en probar su punto.
“Tiene una cuenta de Twitter activa y es millonario. El motivo por el que me confrontó en público era para obtener una gran liquidación monetaria. Por lo que me han dicho, no ha trabajado en los últimos cuatro meses. Hay muchas personas en Twitter defendiéndolo. Eso lastima mi fe en la humanidad”, escribió en CEO de Tesla.
El mismo martes por la tarde, el empresario sudafricano ofreció por primera vez una disculpa a un excolaborador por haberlo despedido (y por todo lo demás).
“Quisiera disculparme con Halli por malentender su situación. Estuvo basada en cosas que se me informaron que no eran ciertas o, en algunos casos, sí eran ciertas, pero no significativas. Él está considerando la posibilidad de permanecer en Twitter”, señaló Elon en un tuit.
De acuerdo con su relato, Haraldur Thorleifsson fue uno de los 200 empleados de Twitter despedidos a finas de febrero. En el mismo grupo estaba Esther Crawford, la ejecutiva que se hizo viral por dormir en las oficinas de Twitter debido al exceso de trabajo.
Lo más probable es que sus abogados le hayan recomendado (u obligado a) hacerlo por temas legales y financieros.
Ya que le vendió su startup a Twitter, el contrato de Haraldur Thorleifsson tenía una cláusula especificando que si lo despedían le tenían que pagar 100 millones de dólares. El millonario monto se sumaría a la respectiva liquidación (que no debe ser poco), así como a una posible multa por infringir la ley de confidencialidad HIPAA.
La ley HIPAA, vigente en Estados Unidos, prohíbe a los empleadores hablar abiertamente de los problemas de salud de sus trabajadores sin autorización del empleado, a menos que la propia persona lo haya difundido previamente.
Es decir, despedir a Halli implicaría pagarle una fortuna, algo que ni el hombre más rico del mundo se puede permitir en estos momentos. Menos cuando Tesla está por invertir miles de millones de dólares en la nueva Gigafactory de Nuevo León, México.
“Usted tenía todo el derecho de despedirme. ¡Pero habría estado bien que me informara!”, le respondió el diseñador a Musk.
Más tarde, Thorleifsson confirmó que no seguirá en Twitter y, en cambio, emprenderá en su país natal.
“Voy a abrir un restaurante en el centro de Reikiavik muy pronto. Lleva el nombre de mi mamá”, concluyó Halli.
