El liderazgo femenino continúa evolucionando, con nuevas generaciones de mujeres rompiendo moldes tradicionales.
Como mujer en un mundo predominantemente dirigido por hombres, he enfrentado desafíos y prejuicios en mi búsqueda por mejorar mis habilidades de liderazgo. Sin embargo, a medida que he reflexionado y explorado este tema, he llegado a comprender que mi perspectiva única como mujer puede aportar un valor significativo a cualquier equipo u organización, así lo menciono en los cursos corporativos que imparto y también en cómo abordo el liderazgo positivo en mi libro “Felicidad Activa”.
Una de las diferencias más notables entre el liderazgo de hombres y mujeres radica en los estilos de comunicación y toma de decisiones. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Columbia, las mujeres tienden a favorecer un enfoque más colaborativo y orientado al consenso en comparación con los hombres, quienes a menudo adoptan un estilo más directivo y jerárquico.
Esto significa que, como mujer líder, tengo la capacidad de fomentar un ambiente de trabajo inclusivo donde se valoren las diversas opiniones y se promueva la participación de todos los miembros del equipo.
Esto no quiere decir que los hombres no puedan desarrollarlo, claro que pueden, pero es más natural para las mujeres.
Enfoque colaborativo
Además, investigaciones realizadas por la Universidad de Harvard sugieren que las mujeres suelen ser más empáticas y tienen una mayor inteligencia emocional, lo que les permite comprender mejor las necesidades y preocupaciones de sus colegas. Esta habilidad para empatizar puede fortalecer las relaciones dentro del equipo y mejorar la moral y la cohesión del grupo.
Otro aspecto importante que considerar es la diversidad de pensamiento que aporta la presencia de mujeres en roles de liderazgo. Un informe de McKinsey & Company encontró que las empresas con mayor diversidad de género en su alta dirección tienden a ser más rentables y tener un desempeño financiero superior en comparación con aquellas que carecen de diversidad de género. Esto se debe en parte a que la diversidad de perspectivas puede conducir a una toma de decisiones más informada y creativa, lo que a su vez impulsa la innovación y el crecimiento empresarial.
Además, las mujeres líderes también pueden servir como modelos a seguir inspiradores para otras mujeres y niñas, algo que sin duda necesitamos para impulsar a las generaciones que vienen detrás.
Ver a mujeres ocupar posiciones de liderazgo en diversos campos puede ayudar a derribar estereotipos de género y motivar a más mujeres a perseguir sus metas profesionales sin importar las barreras percibidas.
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, empoderar a las mujeres en el lugar de trabajo no sólo es una cuestión de equidad, sino que también puede contribuir significativamente al crecimiento económico y al desarrollo sostenible.
Mis compromisos ante mi liderazgo de mujer
En mi búsqueda por mejorar mi liderazgo como mujer, me comprometo a seguir desarrollando mis habilidades de comunicación, empatía y toma de decisiones colaborativas. Siempre busco oportunidades para ampliar mi red de contactos y establecer conexiones significativas con otras mujeres líderes que puedan servir como mentores y modelos a seguir.
También hablo de ello en mis cursos para las organizaciones, en pro de la diversidad y la inclusión en el lugar de trabajo, reconociendo y valorando las contribuciones únicas que cada persona, independientemente de su género, puede aportar al equipo.
Aunque enfrentamos desafíos únicos como mujeres en roles de liderazgo, también tenemos la oportunidad de desempeñar un papel transformador y significativo en nuestras organizaciones y comunidades. Al aprovechar nuestras fortalezas únicas y trabajar juntas para superar los obstáculos, podemos contribuir a crear un mundo más equitativo, inclusivo y próspero para todas las personas.